Capítulo 100. Fragilidad oculta.

Sergio apretó los puños, luchando por mantener la calma. Sabía exactamente lo que intentaban hacer: aprovecharse de su debilidad para apartarlo del puesto de CEO. Habían estado esperando una oportunidad como esta, y ahora que él estaba postrado en una silla de ruedas, no perderían la ocasión de tratar de destituirlo.

—¡Ni lo sueñen! —gruñó Sergio, sus ojos brillando con furia contenida—. La empresa sigue siendo mía y seguiré dirigiéndola desde donde sea necesario.

—Creo que esa decisión debe tomarla la junta directiva, no tú —dijo uno de ellos.

—Claro que es por tu tranquilidad —agregó Herbert, tratando de suavizar las palabras de su primo.

—Qué considerados, primos —respondió Sergio, con una sonrisa falsa—. Pero no se preocupen. Aún puedo pensar y tomar decisiones, aunque no pueda caminar. No necesitan apresurarse a planear juntas o asambleas.

Los primos se miraron entre sí, intentando disimular sus intenciones. Sin embargo, antes de que pudieran responder, Sergio añadió con un ton
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