HANS
—Deja de comportarte como una niña —espeto con dureza.—¿Me lo dices tú? Que te dejaste manipular por tu madre, que nos abandonaste y que…—Deja de hablar de mis errores, sí, admito que fui una mierda de persona, pero si tienes la oportunidad de vivir, lo vamos a intentar —replico.Intento hacer que no se altere, pero es imposible, me niego a perderla de nuevo como en el pasado. Le tiembla la barbilla, sus palabras dicen una cosa, pero su mirada, otra, respiro hondo y me atrevo a decir que es la mujer más fuerte he que conocido.—Lo siento —susurra apartando la mirada de mí.—Solo quiero que vivas —repito mi más fuerte deseo.Observo como cierra sus manos formando dos perfectos puños.—Sabes, aunque sobreviva, nada va a cambiar.GRIS Han pasado dos semanas desde todo lo ocurrido, retrasé muchas cosas y entre ellas la operación, la cuál por fin es hoy, Raze me está salvando la vida y aunque nunca pude hacer algo por él, siento que le deberé toda la vida. Mi madre está muerta, al igual que Oliver y Alexander, Milo me contó que mi padre se ha vuelto un alcohólico sin empleo, han perdido la casa y mi hermana está en la cárcel por asesinato, porque mató a mi bebé. Un ser al que tampoco pude proteger, estoy casada con Dylan, casi no hemos hablado, y eso es porque desde que regresó su memoria y pasó lo que tuvo que pasar, las cosas se pusieron raras entre los dos, mi cáncer va a desaparecer si todo sale bien, las decisiones ya están tomadas. —¿Nerviosa? Levanto la mirada, Prim me mira con preocupación
GRIS CUATRO MESES DESPUÉS —Parece que todo está bien —me dice el doctor revisando los resultados de mis análisis. —¿Entonces puedo seguir una vida normal? ¿Ya no tengo cáncer? Mi corazón late fuertemente. Levanta la mirada y sus ojos apuntan a que todo está bien. —Felicidades, señora Hans, usted ha quedado libre de cáncer, y con respecto a lo otro, claro que puede tener una vida normal. Me remuevo inquieta por lo de “Señora Hans” —La veré en dos meses para un nuevo chequeo. Luego de intercambiar un par de palabras, salgo de su oficina, donde ha me está esperando uno de los guardaespaldas que me puso Dylan. Desde que salí de la operación, se ha vuelto un dolor en el trasero, me cui
GRIS Mientras termino de ducharme, intento no sentirme más mal de lo que ya lo estoy, la cabeza me punza horrible y me juro a mí misma que es la primera y última vez que tomo, no entiendo cómo la gente puede vivir con ello sabiendo lo que les esperará al día siguiente. Envuelvo mi cuerpo en una toalla, trato de ser lo más breve posible, ya que Dylan se quedó abajo hablando con el chico de ojos grises. Sobre la mesilla encuentro un vaso con algunas pastillas, las tomo, deben ser para este dolor, observo la hora que marca el reloj de medianoche, es medianoche, me pongo unos shorts cortos como pijama, una blusa de manga larga y salgo en busca de respuestas. —Si yo fuera tu —Nathaniel sale no sé de donde y doy un respingo. Aparece sentado en uno de los sofá de la estancia principal. —No entraría a la oficina de Hans. —¿Por qué? —enarco una ceja con incredulidad—. ¿Se están matando? Suelta una carc
HANS—No —espeto mientras subo al auto.Gris me detiene la puerta antes de que se cierre.—Deja que vaya —me pide.La polla aún me palpita y verla con sus mejillas rojas y su nariz respingona, me dan ganas de follarla en el camino. Pero no puedo dejar que venga, mi madre es una perra que no tendrá piedad en lastimarla con palabras llenas de odio, no pienso permitir que nadie me la dañe. Es la una de la mañana y tengo que arreglar algunas cosas.—No tardaré, iré por mi hermana y luego hablaremos —respondo firme.Frunce el ceño.—No t
GRISLlamo a la puerta de Dylan, pero este no responde, desde que me vio con Samuel en la cocina, se encerró hace dos horas y no ha querido salir. No le entiendo, creí que estábamos bien, y de pronto, todo volvió a ser como antes.—Dylan —llamo una última vez.No obtengo respuesta, por lo que decido marcharme cuando la puerta se abre, dejándome ver a un elegante Hans, con unos vaqueros oscuros, una camiseta del mismo color y una cazadora.—¿Me puedes decir qué es lo que pasa? —frunzo el ceño.—Nada, ¿por qué lo mencionas? —ironiza.Me quedo callada, amo a Hans,
GRIS Trago grueso al no saber en lo que me he metido, pero echarme atrás no es una opción, por lo que sosteniendo la mano de Samuel, entramos a una especie de habitación tapizada de rojo, con el piso blanco, misma que está dentro del bar, dentro hay cinco parejas más, luego Dylan con la rubia; Avril, y nosotros. En medio hay un tipo con la cabeza cubierta con una máscara en forma de puerco. —Bienvenidos, amigos míos —comienza cuando tomamos asiento. —Tranquila, es solo un juego que solemos hacer a veces, cuando nos encontramos como en estos momentos —me susurra Samuel. Me quedo callada dejando que esa sea mi respuesta. —Como saben, y como ven a su alrededor, están las puertas que les mostrarán las habitaciones que escojan, dentro de las cuales estarán una serie de retos que tendrán que hac
NARRADOR OMNISCIENTE Mientras fuma su cigarrillo y suelta el humo dibujando una “O” Con la boca, mira desde lejos la escena más estúpida que haya visto en persona, puede que en las películas sea común, más no en la vida real. Mueve el cuello con estrés, debe hacer bien su trabajo, o de lo contrario, no solo estará en juego su reputación, sino, varios millones de dólares. Es el mejor francotirador, nunca ha fallado, lo contrataron para matar aquello que resulta una amenaza para su jefe. Es por ello que ajusta su agarre sobre el arma, viendo a distancia su objetivo, quien abraza con fuerza a su esposa, la besa, el dedo no le tiembla estando a nada de tirar del gatillo, cuando la mira. Sus rasgos, su nariz respingona, sus ojos avellana y su cabello rubio. —No puede ser cierto —brama tomando los binoculares. La d
GRIS Dylan empuja sus caderas y me penetra con fuerza, haciendo que jadee por más, mientras suelta las embestidas cargadas de barbarie, entra y sale de mí como si el tiempo se le fuese a acabar. Luego de llegar del aeropuerto y de dejar a Jade en manos de Prim, me trajo a su habitación y lleva cinco horas haciéndome suya, distintas posiciones, hace recesos de cinco minutos, no se cansa. —Mía —dice con posesión. El sonido encharcado hace que me excite más, me ha hecho correr tantas veces, que siento como mis jugos se derraman a los costados de mis muslos. —Dylan —me agito. —Siempre lo has sido —aumenta el ritmo haciéndome tocar el cielo y el infierno al mismo tiempo. Penetra y estoy a nada de probar el orgasmo, cuando sale de mi cuerpo. —De cuatro —me ordena.