HANS
El sonido estruendoso de los relámpagos hace que abra los ojos de golpe, el aire me falta, y el miedo irracional comienza a dominar cada uno de mis sentidos, quiero respirar, lo hago, con dificultad y al final me incorporo de la cama, la luz de la tormenta se filtra a través de la ventana, cierro y abro los puños de mis manos, la habitación en la que parece que no he dormido en años, me consume con su inmensa oscuridad.Giro a mi izquierda y mis ojos se anclan en la mujer que está a mi lado, Griselda, mi esposa, en dos días nos casaremos por la iglesia y estoy más nervioso que ella. A veces la siento distante, otras confundida, siento como si entre los dos estuviera una brecha que nos separa y que no hace nada por desaparecer, luego de amenazar al tal Raze con no tocar lo mío, ha evadido todo, me dan celos el pensar en ella besando a otro.«GRIS Doy un respingo al escuchar el estruendo, Dylan tensa el cuerpo cubriendo el mío. Mis oídos pitan y siento que el piso se me mueve cuando miro por encima del hombro a Cindy, apuntando al aire con una pistola, fue un tiro libre y lo hizo solo para asustarnos. —Hijo, ya sabes la verdad —dice con voz venenosa—. Vayamos a casa, aléjate de esa… —Es mi esposa, madre, y no sé de qué hablas. Dylan se aparta de mí, solo así es como puedo respirar. —Recordaste —Cindy baja el arma. —Deja de decir incoherencias —espeta Dylan con brusquedad. —Yo vi, tu recordaste a Ashley, todo, ella es tu esposa pero estabas a punto de divorciarte, solo están fingiendo ser esposos porque así lo estipula el testamento de tu padre —la madre de Hans le cuenta todo en un
GRIS Veo mi reflejo en el espejo, esto parece ser una locura extrema, casarme en unas horas solo porque Dylan no quiere perderme… es irreal, junto con la ayuda de Milo, movió sus influencias y aceleró el proceso, no habrá invitados, lo quiere discreto, no tengo nada en contra de eso, pero sigo teniendo dudas al respecto, toco mi vientre, el cual en unas semanas estará abultado, también ha mandado realizar una conferencia con los mejores doctores del país para que se reúnan. Sus deseos porque yo no muera me parecen extremos, sin embargo, lo aprecio, no hay nada que hacer, a menos que pudieran erradicar el cáncer y un trasplante de pulmón, sin embargo, encontrar un donante compatible es difícil, tanto como la lista de espera. Respiro hondo, esto está pasando, me inquieta el hecho de que no quiera llevar su duelo con tranquilidad, cada qu
HANS No puedo apartar la mirada de la sangre que mancha la bata de Gris, soy rápido al momento de tirar de su hermana, sabía que dejarla pasar era mala idea, pero Nathaniel insistió en que debía saberlo, como si la señora hubiese mostrado una gota de afecto hacia ella. Isabell ríe como histérica mientras las enfermeras entran, mi ahora esposa, parece no creer lo que está pasando, sus ojos conectan conmigo en un momento a otro y traga duro. —El bebé… no… —su barbilla tiembla—. Dylan… Tiene miedo, yo también, soy un puto egoísta y no me importa. Un enfermero viene con una camilla y rápido la llevan al quirófano, intento seguirlos pero no me dejan, me siento impotente ¿es que acaso nunca tendremos paz? El aire que respiro quema mis pulmones. No estoy pensando bien, pero mien
HANS —Deja de comportarte como una niña —espeto con dureza. —¿Me lo dices tú? Que te dejaste manipular por tu madre, que nos abandonaste y que… —Deja de hablar de mis errores, sí, admito que fui una mierda de persona, pero si tienes la oportunidad de vivir, lo vamos a intentar —replico. Intento hacer que no se altere, pero es imposible, me niego a perderla de nuevo como en el pasado. Le tiembla la barbilla, sus palabras dicen una cosa, pero su mirada, otra, respiro hondo y me atrevo a decir que es la mujer más fuerte he que conocido. —Lo siento —susurra apartando la mirada de mí. —Solo quiero que vivas —repito mi más fuerte deseo. Observo como cierra sus manos formando dos perfectos puños. —Sabes, aunque sobreviva, nada va a cambiar.
GRIS Han pasado dos semanas desde todo lo ocurrido, retrasé muchas cosas y entre ellas la operación, la cuál por fin es hoy, Raze me está salvando la vida y aunque nunca pude hacer algo por él, siento que le deberé toda la vida. Mi madre está muerta, al igual que Oliver y Alexander, Milo me contó que mi padre se ha vuelto un alcohólico sin empleo, han perdido la casa y mi hermana está en la cárcel por asesinato, porque mató a mi bebé. Un ser al que tampoco pude proteger, estoy casada con Dylan, casi no hemos hablado, y eso es porque desde que regresó su memoria y pasó lo que tuvo que pasar, las cosas se pusieron raras entre los dos, mi cáncer va a desaparecer si todo sale bien, las decisiones ya están tomadas. —¿Nerviosa? Levanto la mirada, Prim me mira con preocupación
GRIS CUATRO MESES DESPUÉS —Parece que todo está bien —me dice el doctor revisando los resultados de mis análisis. —¿Entonces puedo seguir una vida normal? ¿Ya no tengo cáncer? Mi corazón late fuertemente. Levanta la mirada y sus ojos apuntan a que todo está bien. —Felicidades, señora Hans, usted ha quedado libre de cáncer, y con respecto a lo otro, claro que puede tener una vida normal. Me remuevo inquieta por lo de “Señora Hans” —La veré en dos meses para un nuevo chequeo. Luego de intercambiar un par de palabras, salgo de su oficina, donde ha me está esperando uno de los guardaespaldas que me puso Dylan. Desde que salí de la operación, se ha vuelto un dolor en el trasero, me cui
GRIS Mientras termino de ducharme, intento no sentirme más mal de lo que ya lo estoy, la cabeza me punza horrible y me juro a mí misma que es la primera y última vez que tomo, no entiendo cómo la gente puede vivir con ello sabiendo lo que les esperará al día siguiente. Envuelvo mi cuerpo en una toalla, trato de ser lo más breve posible, ya que Dylan se quedó abajo hablando con el chico de ojos grises. Sobre la mesilla encuentro un vaso con algunas pastillas, las tomo, deben ser para este dolor, observo la hora que marca el reloj de medianoche, es medianoche, me pongo unos shorts cortos como pijama, una blusa de manga larga y salgo en busca de respuestas. —Si yo fuera tu —Nathaniel sale no sé de donde y doy un respingo. Aparece sentado en uno de los sofá de la estancia principal. —No entraría a la oficina de Hans. —¿Por qué? —enarco una ceja con incredulidad—. ¿Se están matando? Suelta una carc
HANS—No —espeto mientras subo al auto.Gris me detiene la puerta antes de que se cierre.—Deja que vaya —me pide.La polla aún me palpita y verla con sus mejillas rojas y su nariz respingona, me dan ganas de follarla en el camino. Pero no puedo dejar que venga, mi madre es una perra que no tendrá piedad en lastimarla con palabras llenas de odio, no pienso permitir que nadie me la dañe. Es la una de la mañana y tengo que arreglar algunas cosas.—No tardaré, iré por mi hermana y luego hablaremos —respondo firme.Frunce el ceño.—No t