"Aunque no te tenga miedo, y aunque no use piedras, ¡igual quiero jugar contigo!".

Dijo Fane con ligereza, como si le importara una mi*rda el otro hombre.

"Nada mal. ¡Jajaja!".

Rubén se rio y abrió fuego contra el muslo de Fane.

¡Pam!

En un abrir y cerrar de ojos, Fane movió su brazo hacia enfrente. Las dos piedrecillas salieron disparadas hacia delante.

Una de ellas golpeó por casualidad la bala, desviándola. La otra se estrelló contra uno de los dedos de Rubén.

"¡Ah!", gritó Rubén.

El dedo que había sido golpeado se partió inmediatamente, como si hubiera sido alcanzado por una bala. La mitad de su dedo cayó al suelo.

La repentina ráfaga de dolor hizo que Rubén gritará de agonía. La pistola se le resbaló de las manos y cayó al suelo.

"¡Jefe!".

"¡Joven Amo!".

El resto de los hombres se quedaron mirando la situación, con los ojos muy abiertos, preguntándose si esto era real.

"¡M*erda! ¡Mátalo!".

Rubén miró el arma en el suelo, y luego se volvió hacia uno de los subordinados