Rebeka día con día mostraba tener mejor ánimo, ya poco a poco parecía más la joven vivaracha, aunque solo fuera en apariencia, cada noche cuando iba a dormir lloraba hasta dormirse, con nadie podía hablar del tema, ni siquiera con su amiga Victoria que estaba peor que ella, así que Rebeka disimulaba su tristeza para que no pusieran objeción en que ella fuera a Milán y acompañar a su amiga, aunque fuera con un equipo de guardaespaldas. Una semana después llegaron de New York Sebasthian y su esposa Brenda. En cuanto Rebeka vio a Brenda no pudo evitar el llanto al abrazarla, verla a ella es como si fuera un nexo a Diego, por tonto que pareciera, ambas lo querían y eso la hacía sentirse comprendida, aunque no dijeran ni una palabra. —Ya Rebe, ya no llores que me harás llorar a mí —le susurró Brenda en su oído. —¿Para mí no hay un abrazo?, me siento el ogro de la historia —le reprochó Sebasthian y Rebeka estiró sus brazos para abrazar a su primo enorme—. ¿Estás bien mi monstruita?
La clínica veterinaria con servicio de emergencia tenía esta área secreta, aquí un médico atendía casos como este en particular y cobraba honorarios elevados por cerrar la boca, aquí contaban con todo lo necesario para atender a heridos que no pueden ir a un hospital y explicar el porqué de sus heridas. —Debimos llevar a Ivan a un hospital, decir que fue un atraco. —¿Quieres explicar qué haces en Estados Unidos cuando eres buscado por secuestro?, que me vean contigo sería espléndido. —Menos mal que quiere a Ivan como a un hijo —indicó Diego con sarcasmo. —Aún debes aprender mucho de este trabajo, muchacho, todo en la vida tiene un precio, debemos estar dispuestos a pagarlo. Diego se levantó del sofá donde estaba, sintiéndose asqueado. —¿Dispuesto a pagar por qué? —exclamó Diego furioso—, ese hombre de allá, que está entre la vida y la muerte le entregó su vida a usted, ¿de que gozaba?, ah, ¿de atender al maniático de su hijo?, ¿de aguantarlo a usted? —No tengo
Algunas semanas transcurrieron desde el momento en que Halcón le demostró al mundo de la mafia que él era de cuidado, que era astuto y no solo un hombre que se limitará a matar unos cuantos hombres, si bien ese día él perdió a Iván que era alguien sumamente importante para su organización y algunos efectivos, él acabó con una suma millonaria de sus competidores más férreos, el antiguo Halcón y Franco Slashdot, una jugada tan magistral que lo hizo el principal surtidor de mercancía en Estados Unidos sin lugar a dudas, la calma era tensa, no habían sabido más de Luciano o de Franco y don Massimo se reunía a diario con Diego y Michael, ellos no lo sabían, pero esto no era normal en don Massimo, él daba libertad de movimiento a Luciano y se encargaba de sus casinos, con renuencia veía los negocios de Halcón porque se sentía mal por la memoria de su esposa quien le suplicó salirse de la mafia, sin embargo, con estos muchachos lo disfrutaba, y día con día iba confiando más en ellos. Una
Milán, Italia. En el hotel Larsson Milán el anterior gerente Justin Scott, se había hecho cargo de la gerencia de nuevo, como un favor a los Larsson que no tenían cabeza para escoger a alguien más, él los recibió a todos en la sala familiar y le hizo un guiño a Rebeka. —Te estoy calentado la silla —le dijo y ella sonrió. —Y tendrás que hacerlo un poco más tesoro —indicó Verónica Santiani, publicista de los Larsson—, aún a Rebeka le hace falta un tiempo de superación de su secuestro antes de retomar su vida. Rebeka puso los ojos en blanco. —Lo siento muñeca —se lamentó Verónica—, se que es un fastidio, pero todo está resultando perfecto, necesitas que te vean con tu guapo prometido, algunas fotos en varios lugares antes de tu fiesta de cumpleaños. —Ahí va mi primer compromiso roto ¿estás segura que esa estrategia funciona? —¿La estrategia del compromiso? —Verónica se echó a reír—, claro que funciona mi amor, los clichés, siempre funcionan, mientras más dramática se
Las peleas en el galpón habían terminado y Diego se sentía complacido, pudo pasear entre la gente sin problema, muchos bromeaban con él porque vestía de marca, no les dio explicaciones a ninguno, pues Diego era respetado, quien figuraba como el encargado de Halcón era Odín y los negocios de Halcón eran atendidos sin que los peleadores y público supieran que era él, igual cada quien estaba pendiente de lo suyo y Diego estaba tranquilo. Era medianoche en New York, mientras en Milán las 6am, Michael estaba en el área privada de Halcón cuando Diego entró.—La noche fue un éxito, Odin sí que sabe, ese viejo es tremendo, don Massimo no querrá que se vaya —Diego conversaba ajeno al ánimo de Michael. —¿Qué te pasa Mickey? —Tenemos que ir a Milán ¿cierto? —preguntó Michael y su semblante era muy serio, apretaba la mandíbula y ahora Diego se daba cuenta que trataba de mantenerse imperturbable. —No a Milán, debemos ir a Sicilia, se supone que es para mí una especie de acto de graduació
Mientras tanto en Milán, Rebeka llegó a la oficina de gerencia general. Mientras estuvo con Richard pensó en dar una excusa a Justin para no almorzar con él, pero Justin vio cuando Richard se iba, después de haberse dado un baño en la piscina y tomado fotografías para sus redes sociales, la secretaria de gerencia Fiorela no estaba y dentro de la oficina del gerente se escuchaban una discusión entre Justin y una mujer, Rebeka dio media vuelta para irse y la puerta fue abierta bruscamente. —Bien, pero te arrepentirás de esto —gritó la mujer indignada a Justin que no era otra sino Rossana, la gerente del gimnasio después de Diego. —Princesa, regresaste a tu reino acaparando a todos los hombres nuevamente —espetó Rossana de forma irónica. —Callate Rossana si no quieres ser despedida —acusó Justin. —Pues renuncio, no esperaré a que se den el gusto de echarme. —Pues bueno, pasa ya mismo por recursos humanos a retirar tu cheque. Rossana miró a Justin con ira y después a
Diego se echó a reír ante la estrafalaria noticia, sin creer absolutamente una palabra, Massimo derramó dos lágrimas que lo hicieron retomar la seriedad, si don Massimo era capaz de llorar podría ser cierto, este metió la mano en el bolsillo de su saco y sacó la cadena de plata, esa que siempre tuvo Diego guindada al cuello y se la devolvió. —Supongo que no se la quitaron a mi Daphne porque no vale nada, el significado de esta cadena era simbólico —Diego tomó la cadena, más por no dejarlo con la mano estirada que por saber lo que hacía, estaba en shock. —Don Massimo, no veo cómo pueda ser posible lo que dice. Don Massimo siguió observando la cadena, sin atreverse a verle la cara a él. —La “D” es por Daphne, obviamente, ella era una mujer muy bella y le encantaban las prendas, pero furiosa y harta de mi estilo de vida, las regaló todas a caridad, fue cuando me dejó, el día que me aceptó de nuevo y yo le garanticé que me había salido le regalé esa cadena, diciéndole que n
—Maldita sea, Diego ¿por qué amenazaste a Slashdot? —le reclamó Massimo cuando Franco salió de la casa. —¡Deja de verme como un tierno cachorrito! —le gritó Diego—, no puedes resarcir lo que no hiciste cuando era un niño, ni siquiera te lo reclamo, pero soy el mismo hombre con pelotas al que metiste en esto, no vas a andar tratando de salvarme, nos haces daño a los dos. —No tienes derecho a cuestionar mis procedimientos y si yo había decidido que no tendríamos problemas con Slashdot, debías respetarlo. —Pues ya tengo problemas con Slashdot. —No, él había aceptado mantener la paz si nos retiramos de la contienda, yo se lo ofrecí, quiero acabar con el personaje, darte una vida digna. —Ese tren ya partió y deje de comportarse como la estupida Mary Poppins que no le va, siga siendo el desgraciado mafioso, esa es la vida que nos tocó. —¿Acaso no quieres una vida, tener una mujer y familia algún día? No me mientas, aceptaste esta vida por una mujer, podrías encontrar otr