Las peleas en el galpón habían terminado y Diego se sentía complacido, pudo pasear entre la gente sin problema, muchos bromeaban con él porque vestía de marca, no les dio explicaciones a ninguno, pues Diego era respetado, quien figuraba como el encargado de Halcón era Odín y los negocios de Halcón eran atendidos sin que los peleadores y público supieran que era él, igual cada quien estaba pendiente de lo suyo y Diego estaba tranquilo. Era medianoche en New York, mientras en Milán las 6am, Michael estaba en el área privada de Halcón cuando Diego entró.—La noche fue un éxito, Odin sí que sabe, ese viejo es tremendo, don Massimo no querrá que se vaya —Diego conversaba ajeno al ánimo de Michael. —¿Qué te pasa Mickey? —Tenemos que ir a Milán ¿cierto? —preguntó Michael y su semblante era muy serio, apretaba la mandíbula y ahora Diego se daba cuenta que trataba de mantenerse imperturbable. —No a Milán, debemos ir a Sicilia, se supone que es para mí una especie de acto de graduació
Mientras tanto en Milán, Rebeka llegó a la oficina de gerencia general. Mientras estuvo con Richard pensó en dar una excusa a Justin para no almorzar con él, pero Justin vio cuando Richard se iba, después de haberse dado un baño en la piscina y tomado fotografías para sus redes sociales, la secretaria de gerencia Fiorela no estaba y dentro de la oficina del gerente se escuchaban una discusión entre Justin y una mujer, Rebeka dio media vuelta para irse y la puerta fue abierta bruscamente. —Bien, pero te arrepentirás de esto —gritó la mujer indignada a Justin que no era otra sino Rossana, la gerente del gimnasio después de Diego. —Princesa, regresaste a tu reino acaparando a todos los hombres nuevamente —espetó Rossana de forma irónica. —Callate Rossana si no quieres ser despedida —acusó Justin. —Pues renuncio, no esperaré a que se den el gusto de echarme. —Pues bueno, pasa ya mismo por recursos humanos a retirar tu cheque. Rossana miró a Justin con ira y después a
Diego se echó a reír ante la estrafalaria noticia, sin creer absolutamente una palabra, Massimo derramó dos lágrimas que lo hicieron retomar la seriedad, si don Massimo era capaz de llorar podría ser cierto, este metió la mano en el bolsillo de su saco y sacó la cadena de plata, esa que siempre tuvo Diego guindada al cuello y se la devolvió. —Supongo que no se la quitaron a mi Daphne porque no vale nada, el significado de esta cadena era simbólico —Diego tomó la cadena, más por no dejarlo con la mano estirada que por saber lo que hacía, estaba en shock. —Don Massimo, no veo cómo pueda ser posible lo que dice. Don Massimo siguió observando la cadena, sin atreverse a verle la cara a él. —La “D” es por Daphne, obviamente, ella era una mujer muy bella y le encantaban las prendas, pero furiosa y harta de mi estilo de vida, las regaló todas a caridad, fue cuando me dejó, el día que me aceptó de nuevo y yo le garanticé que me había salido le regalé esa cadena, diciéndole que n
—Maldita sea, Diego ¿por qué amenazaste a Slashdot? —le reclamó Massimo cuando Franco salió de la casa. —¡Deja de verme como un tierno cachorrito! —le gritó Diego—, no puedes resarcir lo que no hiciste cuando era un niño, ni siquiera te lo reclamo, pero soy el mismo hombre con pelotas al que metiste en esto, no vas a andar tratando de salvarme, nos haces daño a los dos. —No tienes derecho a cuestionar mis procedimientos y si yo había decidido que no tendríamos problemas con Slashdot, debías respetarlo. —Pues ya tengo problemas con Slashdot. —No, él había aceptado mantener la paz si nos retiramos de la contienda, yo se lo ofrecí, quiero acabar con el personaje, darte una vida digna. —Ese tren ya partió y deje de comportarse como la estupida Mary Poppins que no le va, siga siendo el desgraciado mafioso, esa es la vida que nos tocó. —¿Acaso no quieres una vida, tener una mujer y familia algún día? No me mientas, aceptaste esta vida por una mujer, podrías encontrar otr
Rebeka luchó cuando se vio en el asiento trasero con Luciano, su peor pesadilla de nuevo, el hombre siempre bien vestido y perfumado con porte y todo un galán le daba repugnancia y se arrepentía de alguna vez haberse sentido enamorada de él. —Quédate quieta o te golpeo. —Jamás, desgraciado infeliz —Rebeka le lanzó un golpe con el puño cerrado, pero Luciano lo esquivó, le hizo una llave inmovilizando y la hizo mirar al frente. —Mira a quién tengo —Rebeka observó que en el puesto de copiloto estaba dormida y amarrada Victoria, con un hermoso traje de pasarela, bastante descubierto y con maquillaje de fantasía, era obvio que la sacaron cuando se preparaba para salir a la pasarela. —Viste mi vida, por fin pudimos salir con tu amiga Victoria. —¡No!, maldito, que le hiciste, ¡Victoria! —le gritó a su amiga—, ¿por qué no despierta? —Dejala en paz. Victoria está dando un viaje increíble ahora mismo. —Malnacido, psicópata, ¿por qué? ¿Qué te ha hecho ella?, estaba sobria
Rebeka despertó en una habitación desconocida, atendida por una enfermera que de inmediato fue a tomar sus valores apenas la vio despertar. —¿En dónde estoy? —Ya vendrá el médico, dormiste un buen rato. La enfermera salió y regresó con un médico con sienes plateadas, que la saludó, todos hablaban italiano, así que aún estaba en Italia, ya Rebeka no tenía idea de que había pasado con ella en esta noche de locura. —¿En dónde estoy? ¿Dónde está Victoria? —repitió Rebeka la pregunta anterior y ahora recordaba a su amiga desmayada y en otro vehículo. —Estamos en Sicilia —respondió el galeno—, ¿qué recuerdas? —Fui secuestrada por el maldito Luciano De Luca, también mi amiga Victoria —Rebeka quiso gritar, pero su voz salió pastosa y quebrada, estaba afónica. El médico hizo otras preguntas como si sabía en qué año estamos y quién era el presidente del país, después de estar seguro que el golpe no representa una contusión le examinó la cabeza. —Tuvimos que poner un pa
Para Massimo la petición de Diego no lo hacía feliz, no porque no quiera reconocerlo, eso es lo que más desea en el mundo, pero se siente el villano de la historia por haber arrastrado a su hijo a este punto y el hecho de que Luciano y Diego sean enemigos jurados a muerte es algo que lo hace sufrir. —Diego, mis motivos para haberme convertido en Halcón no son importantes, pero para quienes escogemos esta vida el amor puede ser una maldición… —Diego quiso interrumpirlo, pero Massimo levantó la mano—, dame un momento, permíteme decirlo, no me interpretes de forma errónea, nunca fui tan feliz en mi vida como lo fui con tu madre y si volviera a vivir, volvería a escogerla, porque es imposible que yo no diera todo por ella, pero qué sentido tiene. Tú no podrás brindarle tranquilidad a Rebeka y la vida que quisieras vivir con ella si eres Halcón, menos ahora en esta época en que el maldito internet no da el más mínimo de privacidad. —Pero usted lo ha dicho don Massimo, no puedo evita
Rebeka tomó el teléfono y caminó lejos de Diego. —Mami, estoy bien. *Gracias a Dios mi niña, dónde estás para ir a buscarte* —Tengo que quedarme mamá. *Por qué*. —preguntó Mercedes escandalizada. —No será mucho, no te preocupes, yo regresaré, por ahora quiero que tengas la certeza de que estoy bien y que regresaré con mis propios pies. *Rebeka, no puede ser que vuelvas a hacerme lo mismo, yo no resistiré la preocupación* —No es igual que antes, yo ahora no quiero escapar al fin del mundo con tal de estar con Diego, pero estando aquí puedo averiguar más de Victoria, tengo esperanzas de que aparezca mamá. Por favor confía en mí. *Siempre mi amor, pero por favor, llamame, no me dejes sin saber de ti. ¿Estás con Diego entonces?* —Sí mamá, él me rescató de Luciano, estaré en contacto, no será mucho tiempo. En cuanto volteó, Diego estaba cerca. —¿Ya no quieres estar conmigo? —preguntó Diego cabizbajo. —Caminé lejos de ti para tener intimidad y que no me