Rebeka luchó cuando se vio en el asiento trasero con Luciano, su peor pesadilla de nuevo, el hombre siempre bien vestido y perfumado con porte y todo un galán le daba repugnancia y se arrepentía de alguna vez haberse sentido enamorada de él. —Quédate quieta o te golpeo. —Jamás, desgraciado infeliz —Rebeka le lanzó un golpe con el puño cerrado, pero Luciano lo esquivó, le hizo una llave inmovilizando y la hizo mirar al frente. —Mira a quién tengo —Rebeka observó que en el puesto de copiloto estaba dormida y amarrada Victoria, con un hermoso traje de pasarela, bastante descubierto y con maquillaje de fantasía, era obvio que la sacaron cuando se preparaba para salir a la pasarela. —Viste mi vida, por fin pudimos salir con tu amiga Victoria. —¡No!, maldito, que le hiciste, ¡Victoria! —le gritó a su amiga—, ¿por qué no despierta? —Dejala en paz. Victoria está dando un viaje increíble ahora mismo. —Malnacido, psicópata, ¿por qué? ¿Qué te ha hecho ella?, estaba sobria
Rebeka despertó en una habitación desconocida, atendida por una enfermera que de inmediato fue a tomar sus valores apenas la vio despertar. —¿En dónde estoy? —Ya vendrá el médico, dormiste un buen rato. La enfermera salió y regresó con un médico con sienes plateadas, que la saludó, todos hablaban italiano, así que aún estaba en Italia, ya Rebeka no tenía idea de que había pasado con ella en esta noche de locura. —¿En dónde estoy? ¿Dónde está Victoria? —repitió Rebeka la pregunta anterior y ahora recordaba a su amiga desmayada y en otro vehículo. —Estamos en Sicilia —respondió el galeno—, ¿qué recuerdas? —Fui secuestrada por el maldito Luciano De Luca, también mi amiga Victoria —Rebeka quiso gritar, pero su voz salió pastosa y quebrada, estaba afónica. El médico hizo otras preguntas como si sabía en qué año estamos y quién era el presidente del país, después de estar seguro que el golpe no representa una contusión le examinó la cabeza. —Tuvimos que poner un pa
Para Massimo la petición de Diego no lo hacía feliz, no porque no quiera reconocerlo, eso es lo que más desea en el mundo, pero se siente el villano de la historia por haber arrastrado a su hijo a este punto y el hecho de que Luciano y Diego sean enemigos jurados a muerte es algo que lo hace sufrir. —Diego, mis motivos para haberme convertido en Halcón no son importantes, pero para quienes escogemos esta vida el amor puede ser una maldición… —Diego quiso interrumpirlo, pero Massimo levantó la mano—, dame un momento, permíteme decirlo, no me interpretes de forma errónea, nunca fui tan feliz en mi vida como lo fui con tu madre y si volviera a vivir, volvería a escogerla, porque es imposible que yo no diera todo por ella, pero qué sentido tiene. Tú no podrás brindarle tranquilidad a Rebeka y la vida que quisieras vivir con ella si eres Halcón, menos ahora en esta época en que el maldito internet no da el más mínimo de privacidad. —Pero usted lo ha dicho don Massimo, no puedo evita
Rebeka tomó el teléfono y caminó lejos de Diego. —Mami, estoy bien. *Gracias a Dios mi niña, dónde estás para ir a buscarte* —Tengo que quedarme mamá. *Por qué*. —preguntó Mercedes escandalizada. —No será mucho, no te preocupes, yo regresaré, por ahora quiero que tengas la certeza de que estoy bien y que regresaré con mis propios pies. *Rebeka, no puede ser que vuelvas a hacerme lo mismo, yo no resistiré la preocupación* —No es igual que antes, yo ahora no quiero escapar al fin del mundo con tal de estar con Diego, pero estando aquí puedo averiguar más de Victoria, tengo esperanzas de que aparezca mamá. Por favor confía en mí. *Siempre mi amor, pero por favor, llamame, no me dejes sin saber de ti. ¿Estás con Diego entonces?* —Sí mamá, él me rescató de Luciano, estaré en contacto, no será mucho tiempo. En cuanto volteó, Diego estaba cerca. —¿Ya no quieres estar conmigo? —preguntó Diego cabizbajo. —Caminé lejos de ti para tener intimidad y que no me
Pablo y Mercedes esperaban a Rebeka, ella se desplomó en los seguros brazos de su hermano mayor, en su cariño podía refugiarse, ellos jamás la traicionarían. —Ya está pequeña, estás segura con nosotros. —Luciano, fue él, Pablo. —Ya lo sé, perdóname por no creerte antes. Mercedes fue con ella y se cambió de brazos donde lloraron por Victoria y Rebeka supo de la condición delicada de Richard, sintiendose una vez más culpable de que sus amigos paguen las concecuencias de ella involucrarse con el demente Luciano De Luca. —Richard delicado, Victoria muerta y yo sana, eso no es justo mamá. —Y debemos agradecerle a Diego —murmuró Pablo quién prefiere a Diego lejos de su hermana. La búsqueda de Luciano y señales de Slashdot fue intensa, Michael casi no descansaba y Diego se sentía culpable y por supuesto responsable del sufrimiento de su amigo Mickey, así que al igual que él no se rendía, en silencio y sin decirle ni una vez que pensaba que la búsqueda de Slashdot era
—Lo lamento muchacho, yo sé lo que sientes —le dijo Massimo empático. —No, usted no sabe lo que él siente —le gritó Diego—, usted escogió este camino por ambición y obtuvo castigo, Michael escogió esto por lealtad, por ayudarme a mí y por librarse de la persecución del imbécil de Luciano, él no merece esto, Victoria mucho menos, era una joven hermosa que aunque tenía dinero contaba con muy pocas personas en el mundo y tenía muchos problemas… —Tienes razón Diego, yo soy un desgraciado, pero no cambia los hechos y lo mejor es que Michael salga de negación —musitó Massimo con pena y también vergüenza. —¡Maldita sea! —gritó Diego dando un golpe a la mesa de billar—, Mickey debió traer a Victoria, yo debí traer a Rebeka. —Si Victoria murió —musitó Michael, aun manteniendo la esperanza y a punto de llorar—. Si fue así, murió creyendo que yo no la quería, la hice sufrir cuando le prometí que no lo haría y no la cuidé como le prometí hacerlo. —Pues se acabó —acotó Diego mirand
Aún con el antifaz Rebeka lo reconoció, era Diego y su corazón latió desbocado como si le hubieran dado una descarga eléctrica, desde que lo conoció, solo necesitaba verlo y ya todo su sistema se descontrolaba. —Rebeka ¿quién está junto al Diego?, se parece al hombre que me disparó —reaccionó asustada Guadalupe al ver a Alessandro, claro llevaba un antifaz negro, al igual que Diego, don Massimo no lo tenía, era lo suficientemente descarado para presentarse sin haber sido invitado y sin respetar la norma de vestimenta, la billetera de don Massimo Coppola era su carta de presentación. —No…, —le respondió Rebeka tomando su mano—, no es Luciano, solo se parece un poco. —Ya verá Diego, ahora me va a escuchar —espetó Brenda a su lado. —¡Brenda! —la llamó Sebasthian, y ella esperó a su esposo, el gigante Sebasthian Larsson puso el brazo de su esposa en el de él y fueron a recibir a la comitiva, Rebeka no se atrevía a acercarse, Richard llegó a su espalda, recientemente había h
Rebeka y Diego tuvieron que separarse y a Diego no le quedó otra opción que ir con Brenda y Sebasthian fuera del salón de fiesta y a Rebeka la llevó su padre a una mesa apartada. A Rebeka le tocó escuchar el sermón de su padre muy furioso por haber besado a Diego. —Debes ser más pragmática Rebeka, no puedo creer que siempre siendo una chica sensata ahora te comportes de manera tan irresponsable para tu propia seguridad, no eres una niña, eres una mujer y te empeñas en desafiar al mundo ¿con qué propósito?, la aventura, la novedad que representa el peligro. Rebeka solo escuchaba y no contestaba, su padre era un hombre que nunca en la vida le hizo reclamos, él era solo amor para ella. —Ya Alex, no es el lugar —intervino Mercedes. —Claro que no es el lugar, mucho menos para que ella bese a un hombre que no es bueno para ella, mejor voy a tomar aire, estoy muy decepcionado de ti Rebeka. Alexander Larsson se retiró del salón y Rebeka ya se sentía arrepentida de su arrebat