—Lo lamento muchacho, yo sé lo que sientes —le dijo Massimo empático. —No, usted no sabe lo que él siente —le gritó Diego—, usted escogió este camino por ambición y obtuvo castigo, Michael escogió esto por lealtad, por ayudarme a mí y por librarse de la persecución del imbécil de Luciano, él no merece esto, Victoria mucho menos, era una joven hermosa que aunque tenía dinero contaba con muy pocas personas en el mundo y tenía muchos problemas… —Tienes razón Diego, yo soy un desgraciado, pero no cambia los hechos y lo mejor es que Michael salga de negación —musitó Massimo con pena y también vergüenza. —¡Maldita sea! —gritó Diego dando un golpe a la mesa de billar—, Mickey debió traer a Victoria, yo debí traer a Rebeka. —Si Victoria murió —musitó Michael, aun manteniendo la esperanza y a punto de llorar—. Si fue así, murió creyendo que yo no la quería, la hice sufrir cuando le prometí que no lo haría y no la cuidé como le prometí hacerlo. —Pues se acabó —acotó Diego mirand
Aún con el antifaz Rebeka lo reconoció, era Diego y su corazón latió desbocado como si le hubieran dado una descarga eléctrica, desde que lo conoció, solo necesitaba verlo y ya todo su sistema se descontrolaba. —Rebeka ¿quién está junto al Diego?, se parece al hombre que me disparó —reaccionó asustada Guadalupe al ver a Alessandro, claro llevaba un antifaz negro, al igual que Diego, don Massimo no lo tenía, era lo suficientemente descarado para presentarse sin haber sido invitado y sin respetar la norma de vestimenta, la billetera de don Massimo Coppola era su carta de presentación. —No…, —le respondió Rebeka tomando su mano—, no es Luciano, solo se parece un poco. —Ya verá Diego, ahora me va a escuchar —espetó Brenda a su lado. —¡Brenda! —la llamó Sebasthian, y ella esperó a su esposo, el gigante Sebasthian Larsson puso el brazo de su esposa en el de él y fueron a recibir a la comitiva, Rebeka no se atrevía a acercarse, Richard llegó a su espalda, recientemente había h
Rebeka y Diego tuvieron que separarse y a Diego no le quedó otra opción que ir con Brenda y Sebasthian fuera del salón de fiesta y a Rebeka la llevó su padre a una mesa apartada. A Rebeka le tocó escuchar el sermón de su padre muy furioso por haber besado a Diego. —Debes ser más pragmática Rebeka, no puedo creer que siempre siendo una chica sensata ahora te comportes de manera tan irresponsable para tu propia seguridad, no eres una niña, eres una mujer y te empeñas en desafiar al mundo ¿con qué propósito?, la aventura, la novedad que representa el peligro. Rebeka solo escuchaba y no contestaba, su padre era un hombre que nunca en la vida le hizo reclamos, él era solo amor para ella. —Ya Alex, no es el lugar —intervino Mercedes. —Claro que no es el lugar, mucho menos para que ella bese a un hombre que no es bueno para ella, mejor voy a tomar aire, estoy muy decepcionado de ti Rebeka. Alexander Larsson se retiró del salón y Rebeka ya se sentía arrepentida de su arrebat
—¡Mamá!..., este…—tartamudeó Rebeka. —Rebeka, yo nací de noche, no anoche —expresó Mercedes con brazos cruzados. —Mamita, yo quiero ir con él —fue la respuesta sincera de Rebeka. —¿Por qué siempre está comportándose como un bandido?, hija, él debe llegar y hablar con tu padre, hacer las cosas como se deben. —Bueno, el Diego no es lo que digan que bruto, que honrado y amable es este cuate. Rebeka agrandó los ojos a Guadalupe y ella mordió sus labios. —Mamá, si él viniera a buscarme por la puerta grande no me dejarían ir con él. —Yo me iré con ella seño Mercedes, y si la cosa se pone fea nos pintamos de colores la Rebeka y yo. —Por favor Guadalupe, callate —pidió Rebeka y esta vez Guadalupe hizo un cierre imaginario en la boca. —Necesito que se cuiden una a la otra y que me llames —Mercedes suspiró—, cada día necesito saber noticias de ustedes, ve Rebeka, pero no olvides que aquñi está tu familia que te ama. Rebeka abrazó a su madre. —Gracias mami por en
Eran como las 10.00 AM. Diego y Rebeka no aparecían aún y Guadalupe despertó de golpe al escuchar la voz de don Massimo discutiendo en italiano con Michael, que aunque estaban fuera del cuarto de computadoras y seguridad, igual la voz de don Massimo era atronadora, Guadalupe corrió al baño no quería que la corrieran, en cuanto no escuchó más gritos salió, Michael estaba de vuelta, solo, sentado de nuevo en la silla de su escritorio, observando videos de seguridad en una pantalla dividida en muchos cuadritos con muchos lugares. —Buenos días Lupita, puedes ir ya a tu habitación y desayunar, me dio pesar despertarte cuando te quedaste noqueada en el sofá. —El señor que gritaba es tu jefe, de Diego y tuyo. —Así es, bueno, es mi jefe, de Diego es solo su papá, porque igual Diego no le hace caso. —¡No!… —exclamó Guadalupe haciendo un circulo perfecto en su boca— ¿quieres decir que el viejo que se presentó anoche en la fiesta es el rey de los mafiosos? Michael la miró y puso
Mientras Luciano veía en la televisión lo que considera la peor de las traiciones sintió tanta furia que gritó y tomó un cuadro de decoración y lo estrelló contra la pantalla, vociferó groserías en todos los idiomas que hablaba, odiaba a Diego, pero sobretodo odiaba a Massimo con todas sus fuerzas. Un encargado del motel fue a ver qué ocurría y Luciano no le prestó atención y continuó destruyendo la habitación, finalmente tomó conciencia de lo que hacía, pidió disculpa y pagó los daños con una jugosa compensación, salió de allí y fue hasta el corazón de su antiguo poder, Brooklyn, Luciano vivió allí desde los 8 años cuando su madre y él llegaron de Italia, allí podía conseguir lo que a su entender era justicia. —Acabaré contigo malnacido peleador —juró a la nueva habitación que consiguió—, junto con el número telefónico de un contacto con el que podía contar —Necesito un servicio, es grande, pero lo necesito para hoy. —¿Quién es? —Es De Luca —contestó Luciano odiand
Diego y Michael ya iban en camino al casino en motos y con un grupo de hombres atrás, el chofer en cuanto entró al auto había mandado un mensaje a Diego, Rebeka y Guadalupe se habían quedado en casa, en cuanto llegaron las ambulancias y policía estaban llegando, Diego logró entrar hasta el lugar del incidente, el auto de don Massimo estaba aún en llamas y él sintió un terrible miedo, los bomberos lo detuvieron cuando quiso acercarse para comprobar si el auto estaba ocupado, empujándolo hasta el área segura. En ese momento Diego vio a los paramédicos montando a Massimo en una camilla más allá, completamente lleno de sangre, vidrios y hollín, inconsciente. —Señor por favor, detrás de la línea amarilla —le dijo un bombero a Diego, sujetándolo por la camisa y él se zafó de él. —Es mi papá… Los paramédicos le indicaron a que hospital lo llevarían y Diego salió de la escena y ya Mickey se había encargado de que un sargento de la policía ordenara escoltar la ambulancia para que
Alessandro Coppola tenía intenciones de regresar a Grecia, pero con lo ocurrido por supuesto decidió quedarse, llegó al hospital sin tener idea de qué pasaba, pero lo asoció a la llegada de Diego a la vida de los Coppola, vio a Alicia sentada con un café y a Diego conversando con Michael, primero llegó con su hermana. —¿Qué pasó?... Preguntó en griego y en voz baja, demostrando no tener confianza en Diego, él estaba acostumbrado a la desconfianza de la gente, pero por un efímero instante creyó que tener familia y su confianza era algo instantáneo, sonrió sin humor mirando a Michael, pues en ese muchacho tenía a un hermano incondicional. —Fue Luciano —respondió Alicia en inglés—. No hay necesidad que sospeches de Diego —reclamó la mayor de los Coppola. —No te preocupes Alicia —respondió Diego—, entiendo que soy lo que ha cambiado por aquí y de repente don Massimo tiene un carro bomba —Diego se despegó de la pared—, de hecho, me tengo que ir, por favor Alicia, avísame si