JOVEN: ¡Ahora sí les interesa Dios, descarriados! ¡Me dan todo lo que tienen o los quiebro aquí mismo!
JUAN: (Aterrado) ¡Por favor, hermano, no nos haga daño!
JOVEN: Ah, ahora sí me hablas, verdad… ¡Ahora sí soy tu hermano! ¡A qué te doy un plomazo para que seas serio y leas la biblia! (Ríe a carcajadas. Saca un cable que llevaba escondido y se lo entrega a IAVANA) ¡Toma, átale las manos! (IVANA obedece, actúa con torpeza) ¡Muévete, pues! ¡Muévete que ya estoy perdiendo la paciencia, y cuando pierdo la paciencia me dan ganas de disparar mi pistola!
IVANA: (Nerviosa) ¡Está bien, joven, pero tranquilícese!, ¡no se le vaya a escapar un tiro!
JUAN: ¡Si quiere llévate todo, pero no nos lastimes!
JOVEN: ¡Cállate la boca! (Señalando la pistola) ¿O quieres llevar plomo? ¡Mira que los domingos amanezco con el pulso delicado! (A IVANA) ¿Listo? (IVANA asiente) ¡Ahora voltéate que te toca!
IVANA: (Consternada) ¡Qué! ¿Cómo así? ¡Ay, no, por favor!, ¡quiero llegar intacta hasta el altar!
JOVEN: Que te toca ser amarrada, chica. ¡Apúrate si no quieres que te despache al otro mundo por andar de malpensada! ¡Ya quisieras tú que yo te ponga las manos encima! (IVANA se voltea mientras el JOVEN ata sus manos. Luego la sienta junto a JUAN). ¡Es que hasta me la pusieron bombita: no tengo ni que gastar energía destruyendo todo porque ustedes ya lo hicieron! (A IVANA) ¡Hasta este sinvergüenza me ahorró la molestia de golpearte! (Transición) Ahora, a saquear este lugar. ¡Voy a empezar por el baño! Me pareció ver pasta dental y champú del bueno. (Se dirige al interior de la casa).
IVANA: (Suplicante. Para sí misma) ¡Por favor, que no se lleve el bolso con el dinero!, ¡qué no se lo lleve! ¡Diosito, te juro que si me ayudas empezaré a ir a la iglesia todos los días! (Pausa) Bueno, tres veces por semana… O mejor los sábados por la tarde…
JUAN: ¿A quién quieres engañar? Sabes bien que no irás…
IVANNA: ¡Tú cállate, que la culpa de todo esto la tienes tú! ¡Si no me hubieras obligado a acceder a tus retorcidas intenciones nada de esto hubiera ocurrido!
JUAN: (Indignado) ¡Tú sí que eres descarada! ¿Acaso yo te puse una pistola en la cabeza? Tú accediste porque en el fondo también querías el dinero. ¡Aprende a asumir tus responsabilidades! ¿Ahora te vas a lavar las manos como Judas?
IVANA: ¡Idiota, el que se lavó las manos fue Pilatos! Judas fue el que besó a Jesús.
JUAN: (Asombrado) ¿El que besó a Jesús? ¿Hablas en serio?
IVANA: Sí, en la boca.
JUAN: ¡Y en la boca! Vaya… Yo pensaba que esas desviaciones solo ocurrían ahora. (Transición) ¡Bueno, Pilatos, Judas, o quien sea, da lo mismo…! Igual, saber eso no te va a quitar lo pecadora.
IVANNA: (Indignada) ¡Mira, Juan, no me hagas molestar más de lo que ya estoy, porque soy capaz de soltarme y darte tu merecido! ¡Yo solo acepté porque necesito el dinero para pagar la operación de mamá! ¡Jamás se me hubiera ocurrido hacer algo tan bajo por capricho! ¡Eres un corrupto, un delincuente, un inmoral, un sinvergüenza, un…!
JUAN: ¡Bueno, ya!, deja tus ofensas y tu moralismo estúpido que eso no va a sacarnos de este embrollo. No sé si estás enterada, Turroncito, pero la moral no se come, no sirve para vestirse, y mucho menos para pagar nada ¿Por qué no le dijiste al doctor que le pagarías la operación de tu mamá con virtudes y buenas costumbres? ¡A ver qué te iba a decir! Lo cierto es que ahora, por andar de santurrona, nos quedaremos sin dólares, sin operación para la suegra, sin viaje al exterior y sin hijos gringos. Es decir, ¡sin chivo y sin mecate! ¡Solo esperemos que este infeliz no nos haga daño!
IVANA: Un momento… ¿Y eso qué tiene de malo? Hasta hace un rato estabas de parte de los delincuentes. (Sarcástica) A ver, según tú: ¿qué tipo de ladrón es este? ¿Un parásito o un rebelde? Si quieres le preguntamos para ver qué te dice. O no… ¡mejor lo ayudas y se quedan con todo! Digo, como estás tan familiarizado con el oficio. ¡Capaz y se hacen grandes amigos!
JUAN: ¡Ya! ¿Quieres? (En voz baja) Aunque pesándolo bien, ganas no me faltan.
IVANA: ¡Qué dijiste!
JUAN: ¡Nada! Mejor busquemos la manera hacer para zafarnos.
IVANA: (Piensa) ¡Ya sé! ¿Y tú pistola? ¡Sí! Con ella puedes neutralizarlo.
JUAN: (Irónico) Cariñito mío, no traje mi arma. Como no me dijiste para qué querías que te acompañara a casa de tu jefe no pensé que fuera necesaria. (Transición) ¡Ah, ya sé! ¿Dónde está tu teléfono? Con él podemos pedir refuerzos.
IVANA: ¡Está dentro de mi cartera! La dejé sobre el velador. ¡Voy por él!
JUAN: ¡No! ¿Estás loca? ¡Podría escucharnos y llamar su atención! Mejor usemos el mío.
IVANA: ¡Perfecto! Me parece una idea brillante.
JUAN: Pero hay un pequeño detalle.
IVANA: ¿Cuál?
JUAN: No tengo saldo… Y aunque tuviera, la señal no es muy buena que digamos.
IVANA: Juan, ¿y para qué demonios nos serviría un teléfono sin saldo en este momento si no podemos llamar a nadie con él?
JUAN: Qué sé yo… Por eso pregunté primero por el tuyo. ¡Ya sé, podríamos usarla como arma! Se lo podemos aventar, con un poco de suerte podríamos noquearlo.
IVANA: Mejor eso que nada…
JUAN: Pero hay otro problema.
IVANA: (Arisca) ¿Y ahora qué?
JUAN: Lo tengo guardado en el bolsillo de mi pantalón.
IVANA: ¿Y cómo lo sacamos de ahí si estamos amarrados, genio?
JUAN: Tampoco puedo proponer todo.
IVANA: (Piensa) Tengo una idea. Trataré de sacarlo con la boca.
JUAN: ¡Magnífico! ¡Pero hazlo rápido antes de que regrese ese desgraciado!
JUAN se pone de pie. IVANNA queda de rodillas y se dedica e intenta extraer el teléfono desde uno de los bolsillos del pantalón de Juan. IVANNA queda de espaldas al público.
IVANA: No te muevas tanto…
JUAN: Rápido que puede salir en cualquier momento.
IVANA: ¡Guarda silencio que me desconcentras!
JUAN: Aprieta más fuerte para que no se resbale. ¡Ya casi, ya casi!
Entra el JOVEN, vine con varias bolsas repletas con productos alimenticios y de higiene personal.
JOVEN: ¡Qué suerte conseguir todo esto! (Advierte la acción que realizan IVANA y JUAN y la confunde con un acto lascivo. JUAN e IVANA no advierten su presencia).
JUAN: Así… así… así… Vamos, un poco más rápido. ¡Más rápido!
IVANA: No te muevas tanto que se sale…
JUAN: ¡Eres una experta con la boca, Turroncito!
IVANA: ¡Ya se asoma, ya se asoma!
JUAN: Ya casi, ya casi… Un poco más y sale por completo.
JOVEN: (Horrorizado) ¿Pero qué cochinada están haciendo ustedes dos? ¡Dios mío santo! (Se persigna) ¿Pero no les da vergüenza? ¡Al menos hubieran esperado a que me fuera!
JUAN: ¡No es lo que usted piensa, joven, solo estábamos…!JOVEN: (Escandalizado) ¡Qué el señor los reprenda! ¡Libidinosos, puercos, sátiros, pervertidos, hijos del pecado!IVANA: (Tartamudeando) Yo… Yo solo… Yo solo le estaba limpiando una mancha que tenía en el bolsillo del pantalón.JOVEN: ¡Silencio, hijos de la concupiscencia! ¡No quiero escuchar sus pecaminosas voces! Es más, ya me cansé de ver sus lujuriosas caras. (Los apunta con el arma) ¿Tienen algo más de que arrepentirse antes de partir al infierno?Hablan muy rápido, los textos se montan unos encima de otros. JUAN: ¡N
IVANA: ¡Vaya susto hemos pasado! ¡Ya uno no está seguro ni en su casa!VECINA: Si lo sabré yo, mija. ¡Esta mañana me resbalé saliendo del baño! ¡Qué peligro!IVANA se muestra desorientada. Efecto de sonido de sirenas y de persecución, seguido de disparos. La VECINA corre hacia la puerta. Desde afuera se escucha la siguiente discusión: POLICIA I: ¡Agárrenlo que se escapa!PLICIA II: ¡No huyas cobarde!JUAN: ¡Cuando te agarre la pagarás caro, miserable!JOVEN: ¡Agárrenme si pueden, policías de pacotilla!&nb
PERSONAJES:PACIENTEDOCTORBOTICARIOPOLICÍAEl autor considera indispensable que los personajes sean interpretados, únicamente, por dos actores: uno de ellos interpretará al PACIENTE, el otro a los restantes. ESCENA I (CONSULTORIO)En escena el DOCTOR. Está sentado en su escritorio, haciendo anotaciones y tachones en una pequeña revista. Su actitud es severa y sugiere un prolongado esfuerzo mental. En algún momento profiere con notable emoción: “¡Por fin! ¡Este crucigrama sí que estaba difícil!”. Guárdala revista y mira su reloj. Su expresión facial cambia a la de profundo fastidio. Descuelga la bocina de un teléfono, presiona una de las teclas del mismo y profiere con acentuada apatía: “Siguiente&rd
ESCENA IIFARMACIADurante el transcurso de esta escena, el PACIENTE comienza a mostrar leves síntomas de la enfermedad: sudoración intensa y una que otra mueca y movimiento involuntario. En escena el BOTICARIO, este se encuentra detrás de un mostrador, de espaldas al público, ordenando algunas cajas repletas con medicamentos. Entra el PACIENTE, viene fatigado, al llegar al mostrador, coloca bruscamente el récipe sobre este. BOTICARIO: ¡No hay!PACIENTE: (Sorprendido) ¿Disculpe?BOTICARIO: (Aun está de espaldas. Satisfecho) ¡Que no hay!PACIENTE: Pero si ni siquiera le he dicho qu&eacut
ESCENA IIIPLAZAEn esta escena los síntomas de la Pituitaritosis están en su apogeo. En repetidas ocasiones el PACIENTE manifiesta fuertes contorsiones y violentos sacudidas involuntarias. Su rostro tiende a adoptar muecas horribles. En escena el POLICIA. Este se encuentra sentado en un banco, está leyendo un periódico (el periódico le oculta el rostro). Entra el PACIENTE, se muestra desesperado, se percibe en él una gran agitación interna. Al ver al POLICIA se acerca corriendo hasta él. PACIENTE: ¡Al fin! ¡Señor Policía! (El POLICIA no responde. El PACIENTE habla más fuerte para hacer notar su presencia). ¡Señor Policía! (El POLICIA no contesta. El PACIENTE pierde la paciencia y
GOLPE DE SUERTEPERSONAJES:IVANAJUANJOVENVECINAPOLICÍA IPOLICÍA IITRANSEÚNTEACTO ÚNICOSon las nueve de la mañana de un domingo cualquiera en una ciudad tercermundista. Toda la acción transcurre en la sala-recibo de una vivienda ubicada en algún lugar de dicha ciudad. El recinto, aunque no es lujoso, está sobriamente decorado, insinuando que quienes viven allí, no son personas pobres, pero tampoco adineradas. Una puerta conduce al exterior de la casa; otra, da paso a los diferentes espacios de la misma. En el centro del escenario hay un sofá, un pequeño velador y un bolso de viaje negro de gran tamaño. IVANA se encuentra sentada en el diván; tiene una cartera sobre sus piernas. Se muestra ansiosa, c
IVANA: (Mirando el bolso. Suspira) Lo suficiente como para borrar la palabra “necesidad” de nuestro vocabulario. (Evocativa) ¿Qué injusta es la vida, verdad? Algunos tienen tanto dinero que pueden tener el mundo a sus pies; y otros, en cambio, tienen tan poco, que no les queda más remedio que llevarlo cargado sobre sus espaldas. A veces creo que la sociedad funciona al revés, que todo está diseñado para mantener a la humanidad sumida en la desdicha.JUAN: (Sorprendido) ¿Y hasta hora es que te das cuenta de eso? Cómo se nota que nunca has padecido por culpa de la pobreza.IVANA: No tuve una infancia llena de lujos, pero tampoco me quejo. Y eso de no saber qué es la pobreza habrá sido antes, porque ahorita pobreza es lo que sobra. ¿Y tú, Juan? &i
JUAN: ¿Ivana, y tú? (IVANA Se detiene) ¿No estás cansada? ¿Tan poco amor sientes por ti misma?IVANA: (Voltea) ¿A qué te refieres?JUAN: ¿Que si no estás cansada de obedecer? ¿Qué si no estás harta de complacer a todos? ¿No estás cansada de recibir migajas por tu trabajo? ¿De verdad te sientes conforme con todo eso? ¡Yo no! Yo quiero algo mejor para mí… Perdón, para ambos.IVANA: ¡Cállate, Juan! ¡Estás diciendo puras tonterías! ¡Salgamos ya! JUAN: ¡Eso! ¡Salgamos! Salgamos y continuemos con todo esto… con este patético t