PERSONAJES:
PACIENTE
DOCTOR
BOTICARIO
POLICÍA
El autor considera indispensable que los personajes sean interpretados, únicamente, por dos actores: uno de ellos interpretará al PACIENTE, el otro a los restantes.
ESCENA I (CONSULTORIO)
En escena el DOCTOR. Está sentado en su escritorio, haciendo anotaciones y tachones en una pequeña revista. Su actitud es severa y sugiere un prolongado esfuerzo mental. En algún momento profiere con notable emoción: “¡Por fin! ¡Este crucigrama sí que estaba difícil!”. Guárdala revista y mira su reloj. Su expresión facial cambia a la de profundo fastidio. Descuelga la bocina de un teléfono, presiona una de las teclas del mismo y profiere con acentuada apatía: “Siguiente&rd
ESCENA IIFARMACIADurante el transcurso de esta escena, el PACIENTE comienza a mostrar leves síntomas de la enfermedad: sudoración intensa y una que otra mueca y movimiento involuntario. En escena el BOTICARIO, este se encuentra detrás de un mostrador, de espaldas al público, ordenando algunas cajas repletas con medicamentos. Entra el PACIENTE, viene fatigado, al llegar al mostrador, coloca bruscamente el récipe sobre este. BOTICARIO: ¡No hay!PACIENTE: (Sorprendido) ¿Disculpe?BOTICARIO: (Aun está de espaldas. Satisfecho) ¡Que no hay!PACIENTE: Pero si ni siquiera le he dicho qu&eacut
ESCENA IIIPLAZAEn esta escena los síntomas de la Pituitaritosis están en su apogeo. En repetidas ocasiones el PACIENTE manifiesta fuertes contorsiones y violentos sacudidas involuntarias. Su rostro tiende a adoptar muecas horribles. En escena el POLICIA. Este se encuentra sentado en un banco, está leyendo un periódico (el periódico le oculta el rostro). Entra el PACIENTE, se muestra desesperado, se percibe en él una gran agitación interna. Al ver al POLICIA se acerca corriendo hasta él. PACIENTE: ¡Al fin! ¡Señor Policía! (El POLICIA no responde. El PACIENTE habla más fuerte para hacer notar su presencia). ¡Señor Policía! (El POLICIA no contesta. El PACIENTE pierde la paciencia y
GOLPE DE SUERTEPERSONAJES:IVANAJUANJOVENVECINAPOLICÍA IPOLICÍA IITRANSEÚNTEACTO ÚNICOSon las nueve de la mañana de un domingo cualquiera en una ciudad tercermundista. Toda la acción transcurre en la sala-recibo de una vivienda ubicada en algún lugar de dicha ciudad. El recinto, aunque no es lujoso, está sobriamente decorado, insinuando que quienes viven allí, no son personas pobres, pero tampoco adineradas. Una puerta conduce al exterior de la casa; otra, da paso a los diferentes espacios de la misma. En el centro del escenario hay un sofá, un pequeño velador y un bolso de viaje negro de gran tamaño. IVANA se encuentra sentada en el diván; tiene una cartera sobre sus piernas. Se muestra ansiosa, c
IVANA: (Mirando el bolso. Suspira) Lo suficiente como para borrar la palabra “necesidad” de nuestro vocabulario. (Evocativa) ¿Qué injusta es la vida, verdad? Algunos tienen tanto dinero que pueden tener el mundo a sus pies; y otros, en cambio, tienen tan poco, que no les queda más remedio que llevarlo cargado sobre sus espaldas. A veces creo que la sociedad funciona al revés, que todo está diseñado para mantener a la humanidad sumida en la desdicha.JUAN: (Sorprendido) ¿Y hasta hora es que te das cuenta de eso? Cómo se nota que nunca has padecido por culpa de la pobreza.IVANA: No tuve una infancia llena de lujos, pero tampoco me quejo. Y eso de no saber qué es la pobreza habrá sido antes, porque ahorita pobreza es lo que sobra. ¿Y tú, Juan? &i
JUAN: ¿Ivana, y tú? (IVANA Se detiene) ¿No estás cansada? ¿Tan poco amor sientes por ti misma?IVANA: (Voltea) ¿A qué te refieres?JUAN: ¿Que si no estás cansada de obedecer? ¿Qué si no estás harta de complacer a todos? ¿No estás cansada de recibir migajas por tu trabajo? ¿De verdad te sientes conforme con todo eso? ¡Yo no! Yo quiero algo mejor para mí… Perdón, para ambos.IVANA: ¡Cállate, Juan! ¡Estás diciendo puras tonterías! ¡Salgamos ya! JUAN: ¡Eso! ¡Salgamos! Salgamos y continuemos con todo esto… con este patético t
JUAN: (Extrañado. Aprovechando la distracción para quedarse) ¿Y eso? ¿Quién será? ¿Le dijiste a alguien más que viniera a esta hora?IVANA: No. Qué raro… ¿Pero quién podrá ser? ¡Ah, ya! ¡Pero qué inoportuna es esa señora! (Al público) Debe ser mi vecina. Seguramente viene a pedirme algo “prestado”. La vez pasada me pidió dinero, no era mucho, pero según ella, me lo pagaba en menos de una semana. ¿A qué no adivinan? Esa semana se ha estirado por más de ocho meses. ¡Pero un día de estos me va a agarrar con el apellido atravesado y le diré sus cuatro cosas!Suena de nuevo el timbre.JUAN: ¡Pero qué vieja tan fastidiosa!
JOVEN: ¡Ahora sí les interesa Dios, descarriados! ¡Me dan todo lo que tienen o los quiebro aquí mismo!JUAN: (Aterrado) ¡Por favor, hermano, no nos haga daño!JOVEN: Ah, ahora sí me hablas, verdad… ¡Ahora sí soy tu hermano! ¡A qué te doy un plomazo para que seas serio y leas la biblia! (Ríe a carcajadas. Saca un cable que llevaba escondido y se lo entrega a IAVANA) ¡Toma, átale las manos! (IVANA obedece, actúa con torpeza) ¡Muévete, pues! ¡Muévete que ya estoy perdiendo la paciencia, y cuando pierdo la paciencia me dan ganas de disparar mi pistola!IVANA: (Nerviosa) ¡Está bien, joven, pero tranquilícese!, ¡no se le vaya a escapa
JUAN: ¡No es lo que usted piensa, joven, solo estábamos…!JOVEN: (Escandalizado) ¡Qué el señor los reprenda! ¡Libidinosos, puercos, sátiros, pervertidos, hijos del pecado!IVANA: (Tartamudeando) Yo… Yo solo… Yo solo le estaba limpiando una mancha que tenía en el bolsillo del pantalón.JOVEN: ¡Silencio, hijos de la concupiscencia! ¡No quiero escuchar sus pecaminosas voces! Es más, ya me cansé de ver sus lujuriosas caras. (Los apunta con el arma) ¿Tienen algo más de que arrepentirse antes de partir al infierno?Hablan muy rápido, los textos se montan unos encima de otros. JUAN: ¡N