JUAN: (Extrañado. Aprovechando la distracción para quedarse) ¿Y eso? ¿Quién será? ¿Le dijiste a alguien más que viniera a esta hora?
IVANA: No. Qué raro… ¿Pero quién podrá ser? ¡Ah, ya! ¡Pero qué inoportuna es esa señora! (Al público) Debe ser mi vecina. Seguramente viene a pedirme algo “prestado”. La vez pasada me pidió dinero, no era mucho, pero según ella, me lo pagaba en menos de una semana. ¿A qué no adivinan? Esa semana se ha estirado por más de ocho meses. ¡Pero un día de estos me va a agarrar con el apellido atravesado y le diré sus cuatro cosas!
Suena de nuevo el timbre.
JUAN: ¡Pero qué vieja tan fastidiosa! ¡No sé cómo la soportas! Yo siendo tú desde cuando la hubiese mandado a comer mier…
IVANA: ¡Juan!, tan poco es para tanto.
JUAN: Ni que esto fuera un albergue. ¡Qué trabaje la vieja sinvergüenza esa! ¡Por eso es que el país está como está!
Suena de nuevo el timbre.
IVANA: Iré a ver qué es lo que quiere… (Se dirige hasta la puerta. Al abrirla descubre a un joven de aspecto melindroso; este usa pantalón negro, camisa de vestir y corbata. Porta una biblia grande entre sus manos).
JOVÉN: (Sumiso) ¡Buenos días! Podría regalarme unos minutos de su tiempo. Vengo a predicarle la palabra del Señor.
IVANA: (Tratando de ocultar el moretón que tiene en el rostro. Con desinterés). Buenos días. Gracias, joven, pero en este momento estoy algo indispuesta. Si quiere venga otro día que con gusto yo…
JOVEN: Siempre hay tiempo para escuchar la Palabra del Señor. No hay nada mejor para comenzar la jornada que atender al llamado del Hijo del Hombre.
JUAN: (Desde el interior del recinto) ¿Por qué te tardas tanto? ¡Despacha a tu vecina de una vez!
JOVEN: ¿Está acompañada? ¡Perfecto, dos pájaros de un solo tiro! Perdón, ¡dos almas por salvar de los caminos del pecado!
IVANA: (A JUAN) Es un joven predicador… (Al JOVEN) Le estaba diciendo que vamos de salida.
JOVEN: (Advierte el moretón que tiene Ivana en el rostro) ¿Y ese moretón? ¿Violencia doméstica? Colonenses 3:19: “Los maridos deben amar a sus esposas y nunca tratarlas con dureza”.
IVANNA: (Ríe) ¿Violencia doméstica? No, se equivoca usted; es la primera vez que él…
JOVEN: (Con la típica actitud de arrobamiento religioso) …Y deben amarla como a sus propios cuerpos “pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como cristo hace con la iglesia. Efesio 5:29”.
IVANNA: No, no es trata de eso, joven, es solo que…
JOVEN: (Con más ímpetu) “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como al vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no…”.
IVANNA: ¡Joven!
JOVEN: (Volviendo en sí. Suplicante) Vamos, solo será un minuto. Le prometo que nunca más me volverá a ver la cara. Hasta podríamos hacer un par de oraciones para que su marido no le vuelva a ponerle la mano encima. ¿Qué le parece?
JUAN: (Desde el interior de la residencia) No queremos escuchar sermones a esta ahora. (Al público. En voz baja) ¡Con los de mi suegra bastan! ¡Ay, pobrecita, verdad que está enferma! (Al JOVEN. Sarcástico) ¡Venga otro día y le aseguro que no estaremos!
IVANA: ¡Juan! (Al JOVEN) Joven, de verdad hoy no es un buen día para nosotros. Le ruego me perdone, pero es mejor que vaya a predicar en alguna de las casas aledañas. (Se dispone a cerrar la puerta pero el JOVEN se lo impide).
JOVEN: Entonces… ¿Me podría prestar el baño? He caminado mucho esta mañana y nadie, salvo ustedes, me ha abierto la puerta. ¡Mi estómago le agradecerá infinitamente ese gesto de caridad! No le niegue el escusado a uno ciervo de la luz. Solo míreme… ¡Ya estoy sudando frío! ¿Nunca le ha pasado? ¿Tener aquello justo en el umbral? ¡Es horrible! Uno siente como si el mundo se le viniera abajo. Un mal movimiento, e inmediatamente ocurre la hecatombe.
IVANNA: Joven, no es por ser descortés, pero…
JOVEN: (Vuelve a entrar en trance) Lucas 6:38 “Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la vara que midas a otros serás...”.
IVANA: ¡Está bien, lo dejaré pasar! Pero le advierto que el lugar está un poco desordenado: es que vamos a remodelar la casa. (Deja la puerta abierta).
JOVEN: (Golpeándose levemente la frente con la biblia) ¡Gracias, señor, por responder a mis súplicas! (Al ver el desorden) ¡Ave María purísima! ¡Pareciera que los siete jinetes del apocalipsis hubieran pasado por aquí!
IVANA: (Apenada) Se lo dije... (Extrañada) ¿“Ave María purísima”? ¿Pensé que ustedes no creían en la virgen?
JOVEN: (Nervioso) Pues… Este… Es que somos una nueva congregación. ¡Sí! ¡Somos integradores! Aceptamos a todo el mundo: ¡católicos, judíos, veganos, homosexuales, millenials, y hasta comunistas! Usted sabe, hay que reinventarse. En estos tiempos se vale todo.
IVANA: Qué interesante… (Llevándolo al umbral de la puerta que conduce al interior del recinto) El baño queda al final del pasillo.
JOVEN: Muchas, gracias, es usted muy amable. (A JUAN) Buenos días… (JUAN solo asiente con la cabeza) Con su permiso… (Apresura el paso hacia al interior de la casa).
IVANA: (Recelosa) Qué sujeto tan extraño… ¿No te parece?
JUAN: (Irritado) ¡Es increíble! ¡Esa gente nunca se cansa de fastidiar! Despáchalo cuando salga del baño. Es muy temprano para estar escuchando estupideces ¡Que si Dios… que si el Diablo… que si los siete jinetes, que si el fin de los tiempos, que si la reencarnación! ¡Desde pequeño estoy escuchando que el mundo se va a acabar y nada que se acaba! ¡Zape gato con esa gentecita!
IVANA: Solo espero que no me haga un desastre en el baño. (Transición) En cuanto a ti, ni creas que ya se me pasó la rabia. Cuando el joven salga nos iremos. Necesito entregarle el dinero a mi jefe cuanto antes. Por otra parte, tengo que pensar muy bien lo sucedido. No sé si después de esto las cosas sigan iguales entre nosotros.
JUAN: (Preocupado) ¿Qué quieres decir con “pensar las cosas”? Turroncito. ¿Tú me quieres terminar?
IVANA: (Solemne) No lo sé, Juan… No lo sé.
JUAN: (Suplicante) ¡Turroncito, no me hagas esto! Solo piensa que esto fue un mal episodio en nuestras vidas. Ese tipo de cosas fortalecen las relaciones. ¿O es que no ves telenovelas? Esto es algo común, pasa más seguido de lo que crees.
IVANA: ¡“Un mal episodio”! No salgas solo a la calle porque te vas a perder.
JUAN: Ivana, yo sé que no soy el hombre perfecto, pero te quiero y eso es lo que realmente debería importarte. En serio, Turrón, ¿tú me creerías capaz de hacerte daño?
IVANA: ¿Y si le preguntamos al moretón?
JUAN: Ivana… Eso fue un golpe bajo.
IVANA: (Señalándose el moretón) ¡Y este fue un golpe alto y contundente!
Efecto de sonido de un escusado. JUAN e IVANA guardan silencio. Sale el JOVEN del baño.
JOVEN: Muchas gracias a ambos por prestarme el baño. (Sobándose la barriga) ¡Realmente me urgía!
IVANA: (Indiferente) Descuide, un favor se le hace a cualquiera.
JOVEN: Lo hubiesen visto… ¡Una monstruosidad! Menos mal que el pastor no presenció aquello, porque me hubiese hecho un exorcismo sin dudarlo. Calculando, fueron como dos kilos de…
IVANA: (Tajante) ¡Ahórrese los detalles, por favor! Ahora sí, me va a disculpar, pero tengo que despacharlo de inmediato. Estoy retrasada.
JOVEN: (Mirándola de pies a cabeza) ¿En serio? Pero no se le nota.
IVANA: (Ofuscada) Mire, joven, mejor váyase, ¿quiere?
JOVEN: Como usted diga, señorita. Estoy infinitamente agradecido por su hospitalidad. (Se dirigen hasta la puerta, pero en algún punto el Joven los detiene). De verdad son ustedes personas de muy buen corazón, unos buenos samaritanos. (Mientras abre su biblia) Y por eso, solo me queda decirles que…
JUAN: (Molesto) ¡Pero qué terquedad la suya! ¡Ya le dijimos que no queremos sermones!
JOVEN: (Cambia su actitud sumisa por la de un delincuente. Desde el interior de la biblia saca un arma que llevaba escondida) ¡Que esto es un asalto!
IVANA Y JUAN: ¡Dios mío! (IVANA se aferra a los brazos de JUAN).
JOVEN: ¡Ahora sí les interesa Dios, descarriados! ¡Me dan todo lo que tienen o los quiebro aquí mismo!JUAN: (Aterrado) ¡Por favor, hermano, no nos haga daño!JOVEN: Ah, ahora sí me hablas, verdad… ¡Ahora sí soy tu hermano! ¡A qué te doy un plomazo para que seas serio y leas la biblia! (Ríe a carcajadas. Saca un cable que llevaba escondido y se lo entrega a IAVANA) ¡Toma, átale las manos! (IVANA obedece, actúa con torpeza) ¡Muévete, pues! ¡Muévete que ya estoy perdiendo la paciencia, y cuando pierdo la paciencia me dan ganas de disparar mi pistola!IVANA: (Nerviosa) ¡Está bien, joven, pero tranquilícese!, ¡no se le vaya a escapa
JUAN: ¡No es lo que usted piensa, joven, solo estábamos…!JOVEN: (Escandalizado) ¡Qué el señor los reprenda! ¡Libidinosos, puercos, sátiros, pervertidos, hijos del pecado!IVANA: (Tartamudeando) Yo… Yo solo… Yo solo le estaba limpiando una mancha que tenía en el bolsillo del pantalón.JOVEN: ¡Silencio, hijos de la concupiscencia! ¡No quiero escuchar sus pecaminosas voces! Es más, ya me cansé de ver sus lujuriosas caras. (Los apunta con el arma) ¿Tienen algo más de que arrepentirse antes de partir al infierno?Hablan muy rápido, los textos se montan unos encima de otros. JUAN: ¡N
IVANA: ¡Vaya susto hemos pasado! ¡Ya uno no está seguro ni en su casa!VECINA: Si lo sabré yo, mija. ¡Esta mañana me resbalé saliendo del baño! ¡Qué peligro!IVANA se muestra desorientada. Efecto de sonido de sirenas y de persecución, seguido de disparos. La VECINA corre hacia la puerta. Desde afuera se escucha la siguiente discusión: POLICIA I: ¡Agárrenlo que se escapa!PLICIA II: ¡No huyas cobarde!JUAN: ¡Cuando te agarre la pagarás caro, miserable!JOVEN: ¡Agárrenme si pueden, policías de pacotilla!&nb
PERSONAJES:PACIENTEDOCTORBOTICARIOPOLICÍAEl autor considera indispensable que los personajes sean interpretados, únicamente, por dos actores: uno de ellos interpretará al PACIENTE, el otro a los restantes. ESCENA I (CONSULTORIO)En escena el DOCTOR. Está sentado en su escritorio, haciendo anotaciones y tachones en una pequeña revista. Su actitud es severa y sugiere un prolongado esfuerzo mental. En algún momento profiere con notable emoción: “¡Por fin! ¡Este crucigrama sí que estaba difícil!”. Guárdala revista y mira su reloj. Su expresión facial cambia a la de profundo fastidio. Descuelga la bocina de un teléfono, presiona una de las teclas del mismo y profiere con acentuada apatía: “Siguiente&rd
ESCENA IIFARMACIADurante el transcurso de esta escena, el PACIENTE comienza a mostrar leves síntomas de la enfermedad: sudoración intensa y una que otra mueca y movimiento involuntario. En escena el BOTICARIO, este se encuentra detrás de un mostrador, de espaldas al público, ordenando algunas cajas repletas con medicamentos. Entra el PACIENTE, viene fatigado, al llegar al mostrador, coloca bruscamente el récipe sobre este. BOTICARIO: ¡No hay!PACIENTE: (Sorprendido) ¿Disculpe?BOTICARIO: (Aun está de espaldas. Satisfecho) ¡Que no hay!PACIENTE: Pero si ni siquiera le he dicho qu&eacut
ESCENA IIIPLAZAEn esta escena los síntomas de la Pituitaritosis están en su apogeo. En repetidas ocasiones el PACIENTE manifiesta fuertes contorsiones y violentos sacudidas involuntarias. Su rostro tiende a adoptar muecas horribles. En escena el POLICIA. Este se encuentra sentado en un banco, está leyendo un periódico (el periódico le oculta el rostro). Entra el PACIENTE, se muestra desesperado, se percibe en él una gran agitación interna. Al ver al POLICIA se acerca corriendo hasta él. PACIENTE: ¡Al fin! ¡Señor Policía! (El POLICIA no responde. El PACIENTE habla más fuerte para hacer notar su presencia). ¡Señor Policía! (El POLICIA no contesta. El PACIENTE pierde la paciencia y
GOLPE DE SUERTEPERSONAJES:IVANAJUANJOVENVECINAPOLICÍA IPOLICÍA IITRANSEÚNTEACTO ÚNICOSon las nueve de la mañana de un domingo cualquiera en una ciudad tercermundista. Toda la acción transcurre en la sala-recibo de una vivienda ubicada en algún lugar de dicha ciudad. El recinto, aunque no es lujoso, está sobriamente decorado, insinuando que quienes viven allí, no son personas pobres, pero tampoco adineradas. Una puerta conduce al exterior de la casa; otra, da paso a los diferentes espacios de la misma. En el centro del escenario hay un sofá, un pequeño velador y un bolso de viaje negro de gran tamaño. IVANA se encuentra sentada en el diván; tiene una cartera sobre sus piernas. Se muestra ansiosa, c
IVANA: (Mirando el bolso. Suspira) Lo suficiente como para borrar la palabra “necesidad” de nuestro vocabulario. (Evocativa) ¿Qué injusta es la vida, verdad? Algunos tienen tanto dinero que pueden tener el mundo a sus pies; y otros, en cambio, tienen tan poco, que no les queda más remedio que llevarlo cargado sobre sus espaldas. A veces creo que la sociedad funciona al revés, que todo está diseñado para mantener a la humanidad sumida en la desdicha.JUAN: (Sorprendido) ¿Y hasta hora es que te das cuenta de eso? Cómo se nota que nunca has padecido por culpa de la pobreza.IVANA: No tuve una infancia llena de lujos, pero tampoco me quejo. Y eso de no saber qué es la pobreza habrá sido antes, porque ahorita pobreza es lo que sobra. ¿Y tú, Juan? &i