Gil se queda observando a su amiga feliz acariciando su hermoso mechón azul, en verdad le queda muy hermoso en su espeso, lacio y abundante cabellera negra. Y se alegra por ella. —Me alegra oír eso. Oye, ¿viste a dónde fueron Aren y los demás? — preguntó Gil. —Hace rato los vi dirigirse creo que a la cueva de la entrada, ¿quieres que te acompañe a buscarlos? — ofreció Leía. —No, no quiero ir tan lejos con tanta nieve. Mejor demos un paseo, seguro aparecen pronto — dijo Gil tomándole la mano, pues ya había llamado al Arconte Mayor mentalmente sin obtener respuesta, aunque sintió que él dejó el vínculo abierto para escucharla —. Vamos a ver si está Jan en el campo de entrenamiento — agregó Gil, sabiendo que el Arconte Mayor la escuchaba y notando que se acercaba. —No está allá, él también iba con los que te dije, al igual que Enril. La verdad no sé por qué el Alfa me obligó a ser su ayudante. Desde niños nunca nos hemos llevado bien — comentó Leía. —¿No te gusta trabajar con él? Yo
Llevan tres días recorriendo toda el área de la manada y sus alrededores en busca de las esencias de los antiguos Arcontes padres de Gil. Pero no logran sentirlos, hasta que el dios Anuxis percibe la esencia del Alfa Zoran, y van a dar a la manada Nanutet. El Alfa sale a recibirlos junto a su hija Luna, que sonríe feliz pensando que han ido por ella para que sea la Luna del Alfa Aren.—Bienvenido a nuestra manada —. Los saluda el Alfa que observa con recelo al dios Anuxis, junto a Jan, sin reconocerlo.—Creo que no van a ser tan buenos para ustedes —respondió el dios Anuxis muy serio— vamos a inspeccionar toda la manada. Buscamos algo precioso.—Sí me dicen que es, puedo ayudarlo. Se ofrece el Alfa, pero antes de que continúe hablando, Serafín levanta su bastón y atrapa a la bruja que iba retirándose disimuladamente, la hace postrarse delante del dios Anuxis que le coloca el bastón en la nuca, y enseguida saben donde dirigirse. Por otra parte, el Alfa Aren ha mandado a rodear
Se alejan de la mirada de todos, se introducen en la cueva de entrada al territorio de Aren. Jan está ansioso sin saber qué es eso que le desbloqueará su papá, pero confía en él. Anuxis pasa a explicarle que le pondrá su mano en su pecho, y le pide que no se asuste, le avisa que lo sacará del cuerpo de su hombre lobo. —No morirás, así que no te asustes, solo te sentirás diferente. Confía en tu padre hijo. Anuxis hace lo que dice, coloca la mano en el pecho de Jan que mira asombrado como sale del cuerpo del hombre lobo que cae dormido de bruces, mientras él está envuelto en una niebla blanca.—¿Papá…?—Ese es quien tú eres en realidad Jan, piensa en la imagen de tu humano y verás que pasa. Jan hace lo que le indica su padre, y para su sorpresa, vuelve a recobrar la forma de su humano. Observa entonces al hombre lobo y se da cuenta de que no se le parece en nada, es trigueño.—¿Papá, por qué ahora no me parezco a mi humano hombre lobo?—Porque tú sin saberlo hiciste que tomara tu ve
El Arconte Mayor sin importarle donde se encuentran hace su aparición cubriendo a Gil por completo y enfrentando al dios Anuxis, que lo mira realmente impresionado de ver lo poderoso que es.—¡Vaya sobrino, sí que eres poderoso! —exclama el dios Anuxis.—Sí te atreves a tocar a mi Luna, no respondo de mí. —Lo amenazó el Arconte Mayor, era él único que podía enfrentarlo de esa manera. —Ella solo es mía, de nadie más, ¿me escuchas? ¡Si vuelves a decir que ella es la mitad de Jan, lo mato!—Cálmate, a lo mejor estamos confundidos por ser la prima de Jan —se retractó Anuxis tratando de que se calmara el Arconte Mayor.—¿Somos primos, Jan? Preguntó todavía Gil desde su posición detrás del Arconte Mayor, temerosa que el dios Anuxis la atrape o peor, que Jan la marque y la separe de Aren. Ahora se arrepiente de no haber dejado que el Arconte Mayor lo hiciera la noche anterior. Porque aunque se mantiene alejado, por momentos puede apreciar como los ojos de Jan se ponen dorados al fijarse
Sigue amenazando a Gil el Arconte Mayor. Todos al escucharlo comprenden lo que está sucediendo y giran la cabeza para ver a Gil, queriendo saber quién tuvo tamaño atrevimiento sabiendo de quién se trata de poseerla. Gil al fin sale de atrás de Enril y se inclina ante el Arconte Mayor. Para luego avanzar amenazante hacía el dios Anuxis, que la mira por un momento para luego arrodillarse ante ella.—Perdón mi alma, escúchame, todo es un malentendido—, pero no obtiene el perdón que solicita ante la mirada de sorpresa de todos. A cambio recibe otra enorme descarga de energía.—¡Gil no hagas eso—le pide Jan colocándose delante de su padre— él te acaba de salvar!—¡Apártate hijo, por culpa de este mujeriego yo he pasado todo esto!— Grita con una voz que no es la de Gil.—¡Ailit! —exclaman todos.—¿Mamá…? ¿Eres tú dentro de Gil? ¿Cómo saliste de mí? —pregunta Jan tocándose el cuerpo asombrado. Serafín se adelanta y se coloca delante de Gil, que lo mira e inclina la cabeza ante él, pero si
Ailit al fin se decidió a salir temerosa, es transparente. Se arrodilló delante del Arconte Mayor de Aren. Con Anuxis y Jan a su lado, mientras el Arconte de Zoran la fulminaba con la mirada, al igual que el Arconte de Enver que ahora se había colocado delante de Gil, protegiéndola de todos. También mirando con furia a Ailit por el tamaño atrevimiento de haber ofendido a su pequeña así.—Perdón Gil, perdón mi hermano, perdóname Enver —seguía hablando ella. — En ningún momento irrepesté el cuerpo de mi sobrina. Mi Arconte Mayor, aceptaré mi castigo por hacer lo que hice en mi ceguera y furia con mi sobrina Gil, perdón por haber utilizado a su Luna, no lo hice premeditado. —No me pidas perdón que no te lo daré —dijo el Arconte Mayor de Aren que todavía no dejaba que nadie viera a Gil. —Pero escucharemos tu historia—agregó ante la mirada que le dio Serafí. Ailit asintió y continuó contando. No sabía lo que pasaba, a pesar de escuchar todo, hace un tiempo que debido a que el sirviente
La imponente cueva subterránea rebosaba una energía tensa y sombría. Las antorchas proyectaban luces titilantes sobre los semblantes adustos de los Arcontes, que aguardaban impacientes alrededor de la fuente central. En el estanque de mármol, las aguas burbujeaban inquietas, reflejando la ira contenida de Zoran y Enver, padres de Gil. Junto a ellos, Aren apretaba los puños, con la mandíbula tensa por la furia hacia quien había profanado a su amada. Los padres de Aren, Aoron y Etta, tenían miradas glaciales cargadas de reproche.Por encima de todos se alzaba la imponente figura del Arconte Mayor Serafín, flanqueado por su esposa Nara. Su semblante era una máscara imperturbable, pero su aura irradiaba autoridad incuestionable sobre los demás.En el centro, arrodillada Ailit mantenía la cabeza gacha. Su largo cabello ocultaba su expresión. Junto a ella se encontraba de pie la imponente figura del dios Anuxis, con su hijo Jan a su lado. Su semblante oscuro estaba surcado por una mueca, m
Mientras escuchaba atentamente el relato, Serafín permanecía impasible, aunque su poderosa presencia llenaba la cueva.—Muy bien Ailit, sigue. Está claro que te atraparon porque sabían que Anuxis te había embarazado y así su sirviente Honoré tendría de quien extraer poder y para poner de su parte al bruto de tu esposo que no se dio cuenta de que su hijo era Jan y que tú estabas dentro de él.—Perdón por eso, estaba muy molesto y no me puse a analizar nada. Tiene razón maestro, todos estos años yo he sentido a Jan y a Ailit, pero no presté la atención que debía porque creía que ella estaba muerta. Estuve esperando que pasara su tiempo y que pudiera revivir en otro ser para encontrarla.—Todo fue un plan muy bien desarrollado. Podías escuchar, dijiste Ailit. ¿Qué escuchaste?—Una vez la escuché desde dentro de Jan, hablando con el sirviente Honoré. Él le decía que estaban más cerca de apoderarse de los Arcontes de Aren y Enril, que el dios iba a estar feliz de al fin hacerse del Arconte