Habían avanzado hasta la entrada del imponente salón del trono que era donde se celebraban todas las importantes reuniones. Oto se disponía explicarle a Lúa como debía comportarse, pero ante de que lo hiciera, Jan se adelantó.—Sí, señora, pero no creo que la dejen pasar —intervino Jan en lugar de Oto, cuyos ojos volvieron a teñirse de rojo—. Será mejor que espere aquí.—Solo vengo a ver a Leía —explicó Gil, con una pizca de esperanza en su voz—. Me dijo que me mostraría la manada cuando terminara con sus tareas.—Puedo hacerlo yo si me lo permite —ofreció Jan, deseando ayudarla.—Jan, te agradezco mucho tu amabilidad, pero sabes que eso no es posible —respondió Gil, con una sonrisa amigable—. Creo que mi esposo se pondría celoso si me ve contigo. Eres muy apuesto y no quiero causar problemas.Con esas palabras, Gil se despidió de Jan con cordialidad y se dirigió hacia el lugar donde se encontraba Le emocionaba ante la oportunidad de aprender más sobre la manada y fortalecer su víncu
Leía termina de organizar todo y de colocar los papeles de Enril en su lugar. Toma la mano de Gil, quien la ha estado ayudando, cuando son interceptadas por el Antiguo Mayor.—¿Puedes presentarme a tu amiga, Leía? —pregunta el Antiguo Mayor.—Sí, por supuesto, señor. Ella es Gil, la amiga de Enril, el beta, quien se ha refugiado en nuestra manada después de que la suya fuera destruida. Gil, él es el Antiguo Mayor de la manada Honoré y también es el padre de Jan.El Antiguo Mayor se adelantó y ofreció su mano a Gil. Sin embargo, ella siente algo extraño en él y decide no tomarla. En cambio, se arrodilla y se inclina hasta el suelo.—Es un honor para esta humilde loba conocer a un Antiguo Mayor. Mi nombre es Gil y estoy aquí con mi esposo Luc, mis padres Arce y Neri. Agradezco profundamente el honor que me otorga. Leía interviene rápidamente al ver la reacción de Gil.—¿Qué estás haciendo, Gil? No se saluda así aquí —le dice Leía, tratando de que se levante.—Sí, señora. Levántese y déj
Gil mira fijamente a los ojos de Aren, su corazón golpeando en su pecho con fuerza. El dolor de la posible traición y la angustia por el temor de perderlo todo se mezclan en su interior, desatando una tormenta de emociones que amenazan con aplastarla. Por un momento, se siente como si estuviera perdiendo el control de sí misma.—¡No puedo soportarlo! —exclama con la voz entrecortada, luchando por mantener la compostura mientras las lágrimas amenazan con brotar de sus ojos—. Es mi Arconte, mi compañero, mi lobo. No quiero que nadie más se acerque a él. ¡No quiero!Sus manos se cierran en puños, las uñas hundiéndose en sus palmas mientras lucha por contener la tormenta emocional que la embarga. Aunque sabe que su reacción es irracional, no puede evitar sentirse consumida por los celos y la posesividad. Todos guardan silencio ante el arrebato de furia provocado por los celos y la posesividad de la loba en ella.—Cálmate mi Luna, encontraremos otra solución, jamás te traicionaría con otr
El Alfa Aren miró a su hermano menor comprendiendo de que debía de explicar todo, pues Enril era muy pequeño para tener memorias de lo que sucedió como él. Aunque siente que todavía no tiene toda la sabiduría de los arcontes, y está consciente que no es muy bueno en eso de explicar, aunque hace el intento.—Cuando papá murió, trataron de extraer toda su energía vital y poderes. Pero su Arconte Mayor los envió a mí, lo recuerdo muy bien, porque yo lo dividí con tu Arconte Enril. Que por cierto, no entiendo por qué no ha hablado ni te ha enseñado algo.—Esperen un momento chicos, todo eso que dice el Arconte Mayor es de una manera muy simplificada y creo que Gil, Enril y hasta Leía pueden llevarse una idea equivocada, por ello si&eacut
Éramos muy jóvenes, no teníamos casi experiencia. Vivíamos en la ciudad celestial. Éramos felices, los dioses se llevaban bien con los Arcontes. Nuestra vida transcurría pacíficamente, cumpliendo nuestra misión en la vida.—¿Qué misión?—Hija, como les dije la vez anterior que les hablé de los Arcontes, somos seres pacíficos que solo hacemos el bien, y ayudamos a los humanos. En aquel entonces ya casi dominaba el poder de mi Arconte, pero todavía no era súbdito de nadie. Es decir, no había encontrado un Arconte Mayor que se hiciera responsable de mí.—¿Qué quieres decir con eso? ¿No eras el beta de papá? —pregunta Gil que encuentra la historia fascinante por ser la primera vez que ellos le hablaban en verdad de quiénes eran y de sus vidas.—No Gil, en aquel entonces tu padre era uno de los Arcontes más poderosos y de la alta sociedad, tenía muchos jóvenes beta mejores que yo para escoger, porque eran ellos quienes escogían a sus discípulos que podían ser más de uno.—Entiendo, ¿y cóm
Gil realmente estaba muy interesada en saber todo lo del asunto. Ellos tenían razón, era una situación casi como la suya. Estaba poseída por la quinta hija de la luna y quería liberarse de ella cuanto antes.—Así es, hija, el demonio es una fuerza maligna extremadamente poderosa y astuta y me tenía poseído como a ti la quinta hija de la luna, pero ella era más peligrosa que esa chiquilla malcriada —continúa Serafín. —Su conocimiento y habilidades en el manejo de la energía divina son peligrosos. —¡Que terrible! Pero también nos enseñó una valiosa lección: debemos estar siempre alerta y protegernos contra aquellos que buscan aprovecharse de nuestras conexiones y debilidades. La unión con una entidad oscura puede ser devastadora, y debemos permanecer unidos y fuertes para enfrentar cualquier amenaza que se presente. Y fue lo que sucedió, mi Nara aquí presente me liberó de todo.—¿Qué quieres decir? ¿Cómo mamá te liberó de eso?—Aparecí en ese momento—interviene Nara— porque cuando ell
Nara miró a su esposo nuevamente, y por primera vez en mucho tiempo, vio al hombre que tanto amaba y que siempre había estado a su lado. En ese momento, tomó una decisión: dejaría de lado el rencor y abriría su corazón al perdón y al amor.—Serafín, lo siento mucho por todo el dolor que te causé. Te amo, y quiero que juntos construyamos una vida llena de amor y felicidad —dijo Nara, acercándose a su esposo y tomando sus manos en las suyas.Las lágrimas rodaron por las mejillas de Serafín, pero esta vez eran lágrimas de alivio y esperanza. Finalmente, el muro que había separado a la pareja comenzaba a derrumbarse, y en su lugar, renacía la promesa de un nuevo comienzo.—Me alegra ver que al fin entendiera que su esposo no tenía la culpa de nada, señora Nara. —Intervino el Arconte Mayor. —Así que le sugiero que empiece por limpiar su aura, saque todo el resentimiento que posee en su corazón y deje que Serafín la marque como debe ser.—¿Qué quieres decir? —pregunta sorprendida. — ¡Él me
Ambos arcontes de Serafín y Nara se inclinan reverentemente ante el Arconte Mayor de Aren, cuya presencia irradia un poder antiguo y misterioso. Con un gesto majestuoso, el Arconte Mayor inclina la cabeza, aceptando el respeto de sus súbditos. Luego, en un asombroso acto de magia, extiende sus manos y libera un resplandor brillante que se convierte en un reluciente rayo de luz azul. El rayo golpea a Enril, envolviéndolo en una espiral de energía resplandeciente. El joven arconte se eleva en el aire, sus ropas brillando con los tonos más vívidos del azul celeste, mientras el poder del despertar lo transforma en su forma más gloriosa. Ahora, Enril es el hermoso Arconte azul, cuyas alas parecen hechas de zafiros y cuyos ojos brillan con la sabiduría de los tiempos antiguos. El Arconte azul, recién despertado, dirige su mirada hacia el Arconte Mayor. Se une al lado de Serafín y Nara, quienes permanecen humildemente inclinados ante su presencia imponente. La energía mágica que los envuel