Indrí puso los ojos en blanco en cuanto escucho la exculpación de la jueza. Aquello solo le revolvía el estómago en lugar de sentir algún tipo de remordimiento porque sabía con perfección como había transcurrido aquella historia con su nieta.Matilda la veía atenta, esperando una señal de arrepentimiento o de confesión ante las palabras de la señora que la veía del mismo modo, pero en su lugar las dos mujeres solo obtuvieron un:—Sí, su señoría, pero eso no es el caso de ahora y a lo que estoy tratando de llegar es que ellos no son una empresa justa…—¿Tiene más preguntas, abogado Brown? —Preguntó la Usía ignorando por completo a Indrí.Brown asintió con firmeza y fue a la mesa a buscar algunos sobres amarillos junto con una cinta de grabación.—Dígame, señora Berth, ¿usted reconoce el contenido de estos sobres?—Es… una especie de archivo que hizo mi jefa para guardar todo lo referente a las joyas —murmuró ella observando fijamente al hombre en lugar del archivo.—Defíname: «Todo lo
A los pocos minutos de subirse al auto, la respuesta que Gerald había dado a la prensa comenzó a aparecer en la televisión. No fue lo mejor que había dado en su vida, pero sí lo más claro y eso solo les dio de qué hablar cuando los Green nunca fueron el centro de atención de los periodistas.—Es realmente un fastidio que digan tantas cosas de las personas sobre su vida privada… ¿Qué eso de manipulación? ¡Oh, dios mío! ¿Malos lideres? ¡Que falsedad! —Rezongó Brown pasando de video en video—. La gente se ha vuelto loca.—Ni que lo digas… —murmuró Matilda, llamando la atención de Drake que estaba sentado frente a ella, observando cómo se perdía en el pavimento de la carretera.—Cariño, ¿estás bien? —Preguntó en un tono preocupado, pero ella ni siquiera volteó a mirarlo.—Si… solo no entiendo que le hizo falta a Morris como para que hiciera algo como eso…Gerald arrugó el rostro y suspiró con fastidio, parecía que su hija, a pesar de los años que llevaba siendo una mujer de su clase, no e
**4 meses antes** Carlos caminaba en medio de todos aquellos periodistas buscando aquella figura que hace tiempo atrás se había convertido en su más fija compañía. Estaba acostumbrado a salir con una mujer distinta cada noche, después de todo, la diversión para él jamás faltaba. Todo cambio cuando aquella diversión se convirtió en salidas constantes con una sola mujer. Amina Tyler era una periodista con un pasado algo turbio, huérfana y sin miedo al éxito. Su ex y el engaño que le clavo en el corazón fue la peor experiencia que había tenido en su vida, pero cuando conoció a Carlos Green, un joven guapo y adinerado, que no estaba para nada interesado en una relación seria y eso era justo lo que ella necesitaba en aquel momento. Una buena follada que la hiciera olvidar lo idiota que fue al confiarle su corazón a ese hombre y unos buenos tragos para perder la consciencia. Carlos estuvo con ella aquella noche, igual de perdido que ella y no por decepción. Todo fue un torbellino
El taxi lo dejo en la dirección indicada, al bajarse solo pudo sonreír porque Drake realmente había hecho aquello que tenía planeado desde que eran ambos unos niños. —Vaya, el idiota si que se esforzó. Eso es bueno, después de todo parece que aquel trato que hizo con papá no fue solo por capricho —se dijo a si mismo avanzando hasta aquella fiesta. Unos minutos después observo cómo bailaban juntos Matilda y Drake, juntos, sonriendo felices y con una alegría indescriptible. Nana los veía con una felicidad inmensa, sentada al lado de Mili y Gerald que parecían hablar de algo especial. Algo que Carlos por supuesto también quería oír, así que se acercó hasta ellos siendo recibido con una sonrisa enorme. Carlos estrechó entre sus brazos a aquel chico que hace unos cuantos años atrás había sido solo un pequeño diablillo. Unos cuantos minutos después estaba abriendo la boca con sorpresa al enterarse de cómo había resultado todo. —¡No puede ser, Nana! ¿Fuiste tú? ¿Realmente fuiste
Carlos sintió que el dolor de cabeza atravesaba su cráneo como si se lo partieran a la mitad. Había bebido demasiado ayer, no podía recordar con certeza si la llamada a Amina era real o algún sueño estúpido que tuvo, así que revisó su celular y le pidió a Zeus que le arrojara un rayo.¡Efectivamente, había llamado a Amina, a las 3 casi 4 de la mañana!—Joder, tengo que arreglar esto o me quemaré vivo.Carlos corrió al armario y sacó una camiseta gris junto con un jean azul, se puso sus zapatos más casuales y un abrigo ligero.Se despidió de todos y subió a su auto con la esperanza de encontrar una floristería; no lo resolvía todo, pero era efectivo cuando se trataba de Amina. Todavía recordaba todas las veces que le había regalado y ella lo perdonó... casi de inmediato.—Tú puedes, vamos Carlos, ¡tú puedes! —Se animó cuando se paró frente a ese enorme edificio con aquel enorme ramo de rosas rojas, cortesía de la información de su cuñado Drake—. A ver si no quiere matarme antes de que
—¡Vaya! Amina no perdió el tiempo, se consiguió otro idiota bastante rápido y por tu estilo pareces con buen aporte económico, que mujer tan vividora.Esa voz le sonaba atronadora a Carlos, solo una persona podía ser tan entrometida como para dejar esos comentarios y estaba seguro de que no se equivocaba al suponer de quién se trataba.—Supongo que eres su exnovio —preguntó Carlos sin apartar la vista de los documentos—. No sé qué haces aquí, ¿trabajas en su oficina? Porque si es así, me da pena Ami y la admiro, ya te hubiera pedido que te cambiaras a la empresa más cercana a China.Carlos casi podía escuchar el crujir de sus dientes antes de soltar otra bocanada de veneno y eso lo hizo reír.—¿De qué diablos te ríes?—Absolutamente de nada. Me pregunto qué estás haciendo aquí tratando de orinar en el suelo como si fueras un perro.—¿¡Que acabas de decir!? —Gruñó, acercándose furiosamente a Carlos, pero él ni siquiera se inmuto.—Lo que oíste. Además, ¿quién diablos te llamó aquí?—Na
—Quiero un hombre así para mi colección. ¡Que me tome del cuello con esa fuerza y me someta en la cama!En el tercer piso de ese edificio, un hombre miraba con deseo a Carlos hablando con Drake, mientras una rubia periodista se burlaba de él.—¡No te rías Amina! —Gruñó con un puchero.—¿¡Pero como no hacerlo!? —rio ella—. ¿Te estas escuchando?—¿Y tú lo viste? ¡Joder, ese hombre es un combo completo! ¿Qué estas esperando para comértelo?Ella lo miró con una sonrisa torcida y sacudió la cabeza suavemente mientras cruzaba los brazos lentamente.—Lo dejaré sufrir un poco. Solo un poco más y luego veré qué hacer con él —dijo en voz baja, asomándose a esa enorme ventana—. No te niego que esta bueno, pero es un mujeriego como Brus y eso ya es una mala señal.—No lo creo, Aminita, lo vi negarse a los coqueteos de Moni allá abajo.Luego de darle una mirada dubitativa, se volvió hacia su escritorio y tomó entre sus manos ese ramo de rosas que Carlos le había traído, sacó una tarjeta de allí y
Reconciliación y sorpresa.Amina no podía decir que se sentía obligada cuando le pidió que se quedara, al contrario, sintió un enjambre de abejas y huracanes recorrer su estómago antes de verlo sonrojarse.Esa ducha le había caído de maravilla para dejar claro lo que sentía por él y lo que esperaba a partir de entonces si daba el paso adelante que Carlos estaba esperando.No hizo falta ser un cerebro para darse cuenta de que él estaba respetando su espacio mientras la cortejaba y le recordaba que él estaba allí para ella, pero era hora de que ella lo aceptara también.—Refréscate con una ducha y en el armario está uno de tus pijamas, vístete y ven a cenar —murmuró tomando ollas de todos lados—. Siéntese y póngase cómodo después de lavar ese olor a mezcla de licor y vómitos,