Las cacareadas seguían resonando en la cabeza de Nash la tenían más mareada que una montaña rusa. Llevaba mucho tiempo escuchando las mismas cacareadas de su marido y ya estaba al borde de la desesperación.Miró todo a su alrededor; desde las paredes mal pintadas de color gris oscuro, los candelabros viejos y sucios, hasta las ventanas no muy limpias de la habitación enorme en donde se encontraban. Para ella todo lucía horrible, pero la realidad era que ese lugar no se veía como le parecía, ya que era uno de los más cuidados por sus dueños.Trataba de desconectar su cerebro de esa situación, nadie le dijo que abriera la boca y ahora lo entendía, entendía lo insistente y problemática que podía ser Matilda cuando le daban algo por lo que hablar o pelear.No porque diera problemas, sino porque respondía con demasiada expresión. Sabía muy bien de lo que hablaba, tenía una buena pronunciación de palabras que ni ella ni Camilo entendían, pero sobre todo lo hacía sin afasia.—Esta mujer es u
—Está bien, ¡comencemos este espectáculo! —Dijo y todos tomaron asiento a su alrededor.Brown la miraba atento a cada paso. Desde fue rápidamente a buscar en su bolso unas cuantas carpetas hasta que rebusco en su celular varias grabaciones muy interesantes.—Ahora voy a explicar que es lo que está pasando, lo que estoy pensando y lo que conseguí —dijo Matilda y Drake volteo a ver a Gerald que lo veía con una cara de burla.—¿Por qué me ves de esa manera? Como… si me fuera a pasar algo muy malo y te vas a reír hasta el día que te mueras —preguntó asustado.—¡Porque estás jodido con esta mujer! —Gerald y Brown le dijeron al mismo tiempo.Todos en la sala se echaron a reír y mientras que ambos le explicaban a Drake las mil y una razones por las que Matilda lo iba a tener agarrado de las bolas, el
Un hombre de perfectos rizos dorados y piel blanca con ojos azules se les acercaba. Su paso era lento pero firme, y su voz le sonaba muy familiar a Matilda. Tal vez un poco más gruesa, pero no había cambiado mucho con los años.Matilda contuvo la respiración cuando escuchó que sus pasos se detenían y tan pronto como giró en su dirección, solo pudo ver su rostro a centímetros del suyo, el llanto que estaba tratando de controlar simplemente explotó, y no le importó, explotó y cayó en sus brazos cuando él la atrajo suavemente hacia su cuerpo en un cálido abrazo que derritió los corazones de la familia detrás de ellos.—Ya… ya paso… no llores, hermanita. —murmuró contra su cabello dejando leves caricias en el—. Sabía que eras una fiera, pero llorona, jamás.Matilda sonrió contra su pecho sintiendo como las lágrimas mojaban aquel traje hecho a su medida y le devolvió aquel abrazo antes de levantar la mirada hacia él.—Sigo siendo una fiera, pero eres mi hermano y tengo… tengo un dolorcito
Indrí puso los ojos en blanco en cuanto escucho la exculpación de la jueza. Aquello solo le revolvía el estómago en lugar de sentir algún tipo de remordimiento porque sabía con perfección como había transcurrido aquella historia con su nieta.Matilda la veía atenta, esperando una señal de arrepentimiento o de confesión ante las palabras de la señora que la veía del mismo modo, pero en su lugar las dos mujeres solo obtuvieron un:—Sí, su señoría, pero eso no es el caso de ahora y a lo que estoy tratando de llegar es que ellos no son una empresa justa…—¿Tiene más preguntas, abogado Brown? —Preguntó la Usía ignorando por completo a Indrí.Brown asintió con firmeza y fue a la mesa a buscar algunos sobres amarillos junto con una cinta de grabación.—Dígame, señora Berth, ¿usted reconoce el contenido de estos sobres?—Es… una especie de archivo que hizo mi jefa para guardar todo lo referente a las joyas —murmuró ella observando fijamente al hombre en lugar del archivo.—Defíname: «Todo lo
A los pocos minutos de subirse al auto, la respuesta que Gerald había dado a la prensa comenzó a aparecer en la televisión. No fue lo mejor que había dado en su vida, pero sí lo más claro y eso solo les dio de qué hablar cuando los Green nunca fueron el centro de atención de los periodistas.—Es realmente un fastidio que digan tantas cosas de las personas sobre su vida privada… ¿Qué eso de manipulación? ¡Oh, dios mío! ¿Malos lideres? ¡Que falsedad! —Rezongó Brown pasando de video en video—. La gente se ha vuelto loca.—Ni que lo digas… —murmuró Matilda, llamando la atención de Drake que estaba sentado frente a ella, observando cómo se perdía en el pavimento de la carretera.—Cariño, ¿estás bien? —Preguntó en un tono preocupado, pero ella ni siquiera volteó a mirarlo.—Si… solo no entiendo que le hizo falta a Morris como para que hiciera algo como eso…Gerald arrugó el rostro y suspiró con fastidio, parecía que su hija, a pesar de los años que llevaba siendo una mujer de su clase, no e
**4 meses antes** Carlos caminaba en medio de todos aquellos periodistas buscando aquella figura que hace tiempo atrás se había convertido en su más fija compañía. Estaba acostumbrado a salir con una mujer distinta cada noche, después de todo, la diversión para él jamás faltaba. Todo cambio cuando aquella diversión se convirtió en salidas constantes con una sola mujer. Amina Tyler era una periodista con un pasado algo turbio, huérfana y sin miedo al éxito. Su ex y el engaño que le clavo en el corazón fue la peor experiencia que había tenido en su vida, pero cuando conoció a Carlos Green, un joven guapo y adinerado, que no estaba para nada interesado en una relación seria y eso era justo lo que ella necesitaba en aquel momento. Una buena follada que la hiciera olvidar lo idiota que fue al confiarle su corazón a ese hombre y unos buenos tragos para perder la consciencia. Carlos estuvo con ella aquella noche, igual de perdido que ella y no por decepción. Todo fue un torbellino
El taxi lo dejo en la dirección indicada, al bajarse solo pudo sonreír porque Drake realmente había hecho aquello que tenía planeado desde que eran ambos unos niños. —Vaya, el idiota si que se esforzó. Eso es bueno, después de todo parece que aquel trato que hizo con papá no fue solo por capricho —se dijo a si mismo avanzando hasta aquella fiesta. Unos minutos después observo cómo bailaban juntos Matilda y Drake, juntos, sonriendo felices y con una alegría indescriptible. Nana los veía con una felicidad inmensa, sentada al lado de Mili y Gerald que parecían hablar de algo especial. Algo que Carlos por supuesto también quería oír, así que se acercó hasta ellos siendo recibido con una sonrisa enorme. Carlos estrechó entre sus brazos a aquel chico que hace unos cuantos años atrás había sido solo un pequeño diablillo. Unos cuantos minutos después estaba abriendo la boca con sorpresa al enterarse de cómo había resultado todo. —¡No puede ser, Nana! ¿Fuiste tú? ¿Realmente fuiste
Carlos sintió que el dolor de cabeza atravesaba su cráneo como si se lo partieran a la mitad. Había bebido demasiado ayer, no podía recordar con certeza si la llamada a Amina era real o algún sueño estúpido que tuvo, así que revisó su celular y le pidió a Zeus que le arrojara un rayo.¡Efectivamente, había llamado a Amina, a las 3 casi 4 de la mañana!—Joder, tengo que arreglar esto o me quemaré vivo.Carlos corrió al armario y sacó una camiseta gris junto con un jean azul, se puso sus zapatos más casuales y un abrigo ligero.Se despidió de todos y subió a su auto con la esperanza de encontrar una floristería; no lo resolvía todo, pero era efectivo cuando se trataba de Amina. Todavía recordaba todas las veces que le había regalado y ella lo perdonó... casi de inmediato.—Tú puedes, vamos Carlos, ¡tú puedes! —Se animó cuando se paró frente a ese enorme edificio con aquel enorme ramo de rosas rojas, cortesía de la información de su cuñado Drake—. A ver si no quiere matarme antes de que