Después de verla comer y poner cara de tristeza de vez en cuando como si pensara en algo que no le gusta o en un mal recuerdo, Drake rugía por dentro como una bestia enjaulada, apretando los puños hasta que se pusieron blancos tratando de no salir corriendo de allí para darle a ese idiota un solo golpe.Le dolía verla tan lejos, tan callada, tan sola como si lo que él le hiciera importara más que un día libre de los pocos que tenía. Lo enfureció no ver ese brillo en sus ojos, no verla ser la misma pequeña bestia que conocía y sabía que era. Esa era su alma, ese era su espíritu.Había luchado durante años para ser el hombre perfecto para Matilda, ¿y este bastardo iba a mostrarle en su propia cara cómo la había lastimado?—Drake... ¿estás bien? —Matilda preguntó poniendo su mano sobre la de él—. Te ves un poco... preocupante... parece que estás más en algún lugar del espacio que aquí en la tierra. Me estás preocupando seriamente… mejor espérame, me voy a vestir.Bajó la mirada a la mano
—Yo que tu voy llamando de inmediato. —Murmuró Drake con una cara seria que provoco escalofríos en el cuerpo a Camilo—. ¿Se puede saber que mierda sucede aquí? ¿Y porque demonios estas en la oficina de Matilda?—Buenos días Sr. Drake. ¿Cómo estás hoy? —Preguntó Indrí, mirando en todas direcciones—. ¿No te acompañó la señora?—Buenos días… este… era… ¿cómo te llamabas?—¡Indrí! Mi nombre es Indrí, Sr. Hill.—¿Qué demonios estás haciendo aquí? No eres el asistente de Matilda. Esta mujer me acaba de decir que su asistente es ella y no tú... —Interrumpió Camilo, cruzándose de brazos.—¡Claro! Tiene toda la razón, no soy su asistente, ¡soy su segundo asistente!Indrí arrugo las cejas a espaldas de Camilo sin comprender de qué estaba hablando su jefe, porque eso es lo que era, ¿Por qué estaba haciéndose pasar por un simple asistente cuando no lo era?—Como sea… necesito que busques unos documentos que eran míos… —Pidió Camilo y Drake hizo un gesto de disgusto.Esas palabras revolvieron el e
—¡Vaya! Asistente y jefa, ¡eso sí que no me lo esperaba! Pensé que tenías más integridad, Matilda. —se burló Camilo, conservando aún ese rojizo en sus mejillas.Matilda apretó los labios y frunció el ceño, después de tanto tiempo, venia este imbécil a decirle aquello cuando fue él quién falló primero.—¿Asistente…? —Murmuró Matilda cerca del oído de Drake—. Creí que habías dejado eso.Si lo había dejado, pero la verdad era que no podía resistirse a ver la cara de ese hombre. Era un poema y un chiste que le daba mucha risa.—Si, lo había dejado, pero es que su cara es todo un poema —bromeó él, acercando su boca a la de él—. ¿Y si dejamos de prestarle atención?—¿Creés que sea una solución?Pero mientras ellos hablaban entre si y Drake intentaba hacerla reír con un éxito casi preciso. Camilo solo cambiaba de colores, sentía que lo estaban ignorando y coqueteando entre ellos. Sin embargo no entendía porque eso le molestaba tan profundamente si ya tenía alguien en su vida.Camilo carrasp
—¿Por qué me das esto? Si se enteran de ti... no, si Drake alguna vez se entera de esto, te vas a meter en serios problemas.Indrí se encogió de hombros y avanzó unos pasos hacia él, estiró el documento en su dirección y esbozó una sonrisa satisfecha.—Al menos los abre dado muchos problemas —se burló—. Especialmente a Drake Hill, se lo merece por ser tan arrogante.Camilo la miró detenidamente de arriba a abajo, el brillo de la malicia se reflejaba en su rostro, él realmente quería hacerles daño y necesitaba el dinero debido a las demandas de su esposa.Nash era una chica hermosa según los ojos del hombre, pero ser hermosa le salía caro a Camilo ya que tenía que pagar absolutamente todos los gustos de novia: manicure, pedicure, peluquería, ropa, zapatos y hasta depilación en el spa.Su dinero se estaba acabando y cada día la mujer le exigía más y más, por lo que lo poco que podía dar cada semana no alcanzaba.Había oído que el hombre a quien le vendió sus acciones no estaría en la em
—Yo tampoco lo hago, Gloria. —La apoyo Matilda conociendo bien la situación—. Ya sabemos los problemas anteriores.La mujer hizo memoria de aquellos sucesos, sintiendo como su estómago se contraria del disgusto.—Esa niña está tramando cosas muy malas —murmuró Gloria, entrecerrando los ojos—. Si les parece bien, podemos revisar todo de nuevo. No es común que pase mis joyas, ¡no, no, no! Prefiero volver a revisar y estar segura de que lo que se dice es correcto.—¿Incluso si lo hiciste? —Drake preguntó, levantando una ceja, confundido.—Incluso si lo hice, señor, eso es correcto.—¡Me gusta esta mujer, Matilda! Tenías toda la razón sobre ella.Gloria miraba con los ojos muy abiertos y la mandíbula casi en el suelo. ¿Había sido una prueba? No parecía serlo debido al comportamiento de Indrí, pero si lo hubiera sido, supuso que estaba aprobada.—Te dije que era una dama muy justa y correcta —se jactó Matilda con una sonrisa—. Siéntate Gloria, repasemos juntos este asunto que tú también co
Las cacareadas seguían resonando en la cabeza de Nash la tenían más mareada que una montaña rusa. Llevaba mucho tiempo escuchando las mismas cacareadas de su marido y ya estaba al borde de la desesperación.Miró todo a su alrededor; desde las paredes mal pintadas de color gris oscuro, los candelabros viejos y sucios, hasta las ventanas no muy limpias de la habitación enorme en donde se encontraban. Para ella todo lucía horrible, pero la realidad era que ese lugar no se veía como le parecía, ya que era uno de los más cuidados por sus dueños.Trataba de desconectar su cerebro de esa situación, nadie le dijo que abriera la boca y ahora lo entendía, entendía lo insistente y problemática que podía ser Matilda cuando le daban algo por lo que hablar o pelear.No porque diera problemas, sino porque respondía con demasiada expresión. Sabía muy bien de lo que hablaba, tenía una buena pronunciación de palabras que ni ella ni Camilo entendían, pero sobre todo lo hacía sin afasia.—Esta mujer es u
—Está bien, ¡comencemos este espectáculo! —Dijo y todos tomaron asiento a su alrededor.Brown la miraba atento a cada paso. Desde fue rápidamente a buscar en su bolso unas cuantas carpetas hasta que rebusco en su celular varias grabaciones muy interesantes.—Ahora voy a explicar que es lo que está pasando, lo que estoy pensando y lo que conseguí —dijo Matilda y Drake volteo a ver a Gerald que lo veía con una cara de burla.—¿Por qué me ves de esa manera? Como… si me fuera a pasar algo muy malo y te vas a reír hasta el día que te mueras —preguntó asustado.—¡Porque estás jodido con esta mujer! —Gerald y Brown le dijeron al mismo tiempo.Todos en la sala se echaron a reír y mientras que ambos le explicaban a Drake las mil y una razones por las que Matilda lo iba a tener agarrado de las bolas, el
Un hombre de perfectos rizos dorados y piel blanca con ojos azules se les acercaba. Su paso era lento pero firme, y su voz le sonaba muy familiar a Matilda. Tal vez un poco más gruesa, pero no había cambiado mucho con los años.Matilda contuvo la respiración cuando escuchó que sus pasos se detenían y tan pronto como giró en su dirección, solo pudo ver su rostro a centímetros del suyo, el llanto que estaba tratando de controlar simplemente explotó, y no le importó, explotó y cayó en sus brazos cuando él la atrajo suavemente hacia su cuerpo en un cálido abrazo que derritió los corazones de la familia detrás de ellos.—Ya… ya paso… no llores, hermanita. —murmuró contra su cabello dejando leves caricias en el—. Sabía que eras una fiera, pero llorona, jamás.Matilda sonrió contra su pecho sintiendo como las lágrimas mojaban aquel traje hecho a su medida y le devolvió aquel abrazo antes de levantar la mirada hacia él.—Sigo siendo una fiera, pero eres mi hermano y tengo… tengo un dolorcito