Mi pecho subía y bajaba nerviosamente, sentía que la silueta de Gerald detrás de mí me tenía con los pelos de punta y mis nervios aumentaban cuando sentí su toque en mi piel y mi espalda contra la pared.—¿Qué crees que estás haciendo? —pregunté furiosa.—¿No es obvio? Te estoy acorralando, quiero una explicación sobre lo que acaba de pasar.—No tengo nada para ti. —Me encogí de hombros—. Puedes continuar lo que estabas haciendo con esa estúpida.La mujer que estaba de pie mirándome con odio y sin una pizca de gracia, no dijo una palabra, solo se dio la vuelta y salió caminando despacio al salón de clases.—No tengo nada que ver con esa mujer —repitió Gerald con tono molesto, frunciendo el ceño—. Además, tú no eres así, te conozco diferente.—Tal vez estoy cansada de que me veas la cara, ¿lo has pensado?—¡No te estoy mirando la cara, Mili! Te respeto y...—¿Dejarte frotar los senos de esa mujer? —Oh, ¿a eso le llamas respeto? —Entrecerré los ojos viendo como sus facciones se
Mi cara roja como un tomate y mi corazón palpitante solo provocaron más a Gerald. Se rio maliciosamente al ver mi cara de susto y solo hizo ligeros movimientos sobre mi piel, sacando pequeños gemidos de mi parte.—No, Gerald, espera a que se vaya —le dije, deteniendo el toque de sus dedos contra mi piel.Me miró serio, borrando esa sonrisa que había pintado y en su lugar continuó con sus caricias, esta vez más pronunciadas que las anteriores.—Qué tonto eres… —susurré en voz baja y con una cara triste.—Y posesivo también —añadió con malicia y celos, sus ojos estaban diciéndome que quería que lo viera solo a él y que mi razón de los nervios que tenía debía ser solo él—. No me gusta que mires a otros hombres, Mili.Sin poder decir una palabra, sentí que entraba en mí de una estocada, ahogando mi grito en un beso posesivo donde me tomaba con fuerza por el cuello para que no escapara.—¡Gerald…! Uhmm… —susurré su nombre sintiéndolo completamente dentro de mí. Estaba agitado, sus oj
Durante todo el trayecto nos dedicamos a no hablar el uno con el otro, y no porque hubiera una tensión que impidiera hacerlo, más bien se trataba de una preocupación que cualquier ser humano tiene.Los anillos de compromiso…Si hablaba de mi parte estaba la regla de Gerald en aquel contrato donde no permitida casarte con él. Ah raíz de esta cláusula tenía mis dudas sobre aquella idea de comprar uno. Mi padre nunca fue partidario de las mentiras y esto solo era para tapar ese hueco que Gerald dejo cuando fue a mi casa.—¿Estás bien? —pregunta Gerald con su mano rozando mi mejilla—. Te vez algo preocupada.Un suspiro escapo de mí, uno de molestia incapaz de disimular los sentimientos que fluían sin parar en el pecho.—Solo estoy pensando…—¿Pensando en qué? —pregunta aferrándose al volante del auto, parecía no querer abandonarlo. —En esto… el contrato, la cláusula, el anillo y mis padres.—Deja de darle tantas vueltas, Mili —respondió de mala gana poniendo los ojos en blanco—.
—¡Nunca tuviste una correa, ni tú ni ninguna de las mujeres que estuvo conmigo!La rabia me carcomía, realmente quería irme y dejarlo allí con todos sus problemas, con su hijo, con sus recuerdos de ella y devolverme a dónde había estado en un inicio… en mí casa con mi padres y haciendo lo que más me gustaba. Enseñar… —Quiero irme, ábreme la puerta —dicte enojada.—No iras a ningún lado, Mili. —suspiro y el fastidió en él se hizo evidente—. Hablemos de lo que esta sucediendo, esto no es algo que se deba de quedar en donde está.—Para mí si se puede quedar en donde está —me encogí de hombros—. El contrato esta por terminar y tú estás negado totalmente a que vuelva a enseñar.—¿Tienes idea de la cantidad de hombres que te ven cuando enseñas? ¿Cuando te das la vuelta para escribir algo en el pizarrón y dejas ver toda tu figura a ellos?Efectivamente había notado el problema de ll que estaba sucediendo, así como entendía que sus celos no eran mas que ganas de posesión. —Deja de
Mis mejillas ardían de solo escuchar las palabras que Gerald estaba diciendo en ese momento. Estaba siendo posesivo y celoso, me gustaba, me gustaba demasiado y estaba más que claro.Dejó su mano en mi pierna haciéndome girar para ver un gesto que no encajaba con sus palabras hasta que pronto dejó escapar un suspiro y volvió hacia mí esa mirada que reflejaba algún tipo de esperanza en él.—Mili... ¿podemos buscar ese anillo? —Me pregunto con un puchero como si fuera un niño—. No quiero llegar a casa de tus padres sin ese anillo en tú dedo… ¿Qué dirá tu madre? Me mirará con decepción.—¿Mi madre…?Me quedé boquiabierta ante sus palabras. Podría haber jurado que diría «tu padre», pero en cambio estaba pensando en mi madre sin tener en cuenta a mi padre. Lo vi asentir y poner una mano en su cabello para mecerlo con frustración.—No quiero que me vea mal, como si solo quisiera jugar contigo —comento, llevándose ahora las manos a la cara, dejando escapar un suspiro de frustración—. Puedo s
Después de media hora probándome anillos de todo tipo, modelos y colores, por fin di con el elegido, se veía precioso con un adorno en forma de corazón y una piedra esmeralda, aunque para ser sincera, Gerald sería quien elegiría la piedra. Repitió durante ese medio tiempo que estuvo a mi lado, que tenía un significado especial para él y así quedó.—Si te parece bien y todavía estás cansada, puedes volver al auto como te dije antes —Gerald sacó las llaves del bolsillo de su pantalón y, tomándolas del llavero, las colocó frente a mí—. Todo tuyo mi reina, puedes hacer con mi auto lo que quieras.Mis ojos casi se salen de mis órbitas ante sus palabras. Y verlo allí parado con su rostro serio, reflejando su absoluta confianza, solo me dejó aún más perpleja. Gerald siempre había sido muy cuidadoso con su auto, nunca dejaba que nadie lo tocara y siempre veía que lo tenía mejor arreglado que hasta Carlos, su hijo.—¿Estás bromeando? Porque te aseguro que no me gustan las bromas, Gerald Green.
Saqué de la bolsa la cajita negra que tanto me emocionaba. La verdad estaba nerviosa, al ver su contenido, demasiadas preguntas pasaban por mi cabeza en ese momento: ¿Cómo sería? ¿Qué gustos tuvo Gerald para elegir el color de esa piedra? ¿Qué significaba esa piedra para él? ¿Por qué la había elegido para mí? Y fue entonces cuando todas esas dudas se desvanecieron al momento de ver el contenido de la cajita.—¡No puede ser! Gerald, no puedes hablar en serio.—¿Te gusta? —Pregunto emocionado como un niño pequeño—. Tiene muchos significados y, por supuesto, se quedó con el diseño que más te gustó.—Me encantó... muchas gracias, Gerald. —Le agradecí con lágrimas en los ojos.—¿Quieres saber su significado? —Pregunto con un tono de entusiasmo—. Es muy bonito y te queda perfecto.—¡Sí! —Grité emocionada, observando ese anillo en detalle—. Lo siento, es que me encantó, tenía mucha curiosidad por la piedra.Gerald sonrió sutilmente acariciando mi hombro, él estaba feliz y yo también, tenía m
Al rato Carlos bajó la mirada al anillo e hizo un óvalo con la boca, se sorprendió, había un anillo en mi dedo y eso para él solo podía significar una cosa.—¡Te vas a casar! ¿Con quién? ¿Por qué lo harás? ¿Nos vas a dejar? —Tenía las mejillas rojas y la misma expresión seria que tenía Gerald cuando se enfadaba por alguna situación.El increíble aluvión de preguntas nos dejó a todos perplejos. Era mucho más parecido a Gerald de lo que todos pensábamos. En unos años más, el parecido con su padre sería increíble y, por supuesto, quería estar allí para presenciarlo.Gerald inclinó una sonrisa victoriosa, palmeó a su hijo en el hombro y dijo:—Adelante, Mili, dinos, ¿con quién te vas a casar?Entrecerré los ojos ante su pregunta, sabía con plena certeza que ni siquiera me había pedido que me casara con él, solo había comprado el anillo, pero ahí sería donde lo tomaría por sorpresa.—No sé de qué estás hablando. —Sonreí juguetonamente—. Nadie me ha propuesto matrimonio que yo sepa.Mi cara