―Me muestra su identificación, por favor ―Pidió el jefe de seguridad.―No sé quién sea usted, pero no entorpezca la acción de la policía, si no se quita de inmediato me lo llevaré a la cárcel junto al señor Barton.―Soy el jefe de seguridad del señor Barton, y si me meto es porque debo asegurarme de que usted pertenece a la policía y no sea una trampa para secuestrarlo, como usted debe saber mi cliente es un hombre muy rico e influyente que ha recibido amenazas de grupos delictivos.A regañadientes el hombre mostró su identificación, el jefe de seguridad memorizó el hombre. Aunque sabía que uno de sus hombres estaba grabando la situación y la cara de cada uno de los policías.―Madison llama a mi abogado en Houston, que se comunique con mis abogados en México ―ordenó Simón con voz calmada al tiempo que un policía lo esposaba.―Sí, mi amor ―Madison intentó acercarse a Simón, pero otro de los policías le bloqueó el paso.―¿Qué significa esto? ¿Qué está pasando? ―preguntó Lucía con preocu
Peter y Patrick estaban pidiendo habitación en el hotel donde se alojaba la familia de Simón cuando vieron entrar a su hermano. Madison había hablado por teléfono con sus cuñados al salir del aeropuerto y le contó lo sucedido.Los hermanos Barton llegaron a Ciudad Victoria unas horas después y se dirigieron al hotel.―Simón, ¿Qué ocurrió? ―preguntó Peter cuando llegó a su lado.―Supuestamente hubo un sobreviviente en el campamento arrasado de Los Zetas que asegura que quienes los atacaron dijeron que era por orden mía.Patrick meneó la cabeza casi imperceptiblemente. Simón asintió en respuesta para darle a entender que había comprendido su señal.―¿Te dijeron que hallaron un campamento arrasado? ―preguntó Patrick con los ojos entrecerrados.―No, es lo que asumí, a mi abogado le dijeron que hubo un sobreviviente, no pregunté nada.―No, es preferible que te mantengas a oscuras ―afirmó su hermano menor.―¿Pidieron habitaciones en este hotel? ―preguntó Simón.―Sí, nos alojaremos aquí al m
La noticia de que Simón había sido detenido y lo estaban culpando por la muerte de Los Zetas, llegó al pueblo en la noche. A la mañana siguiente, muy temprano, los habitantes se congregaron en la plaza en protesta por lo que consideraban una injusticia. Pedían a gritos la liberación de Simón, sin saber que este había sido liberado.―Simón fue puesto en libertad, no hay cargos en su contra ―aseguró el alcalde del pueblo a través de un megáfono. El sonido del helicóptero enmudeció a la enardecida multitud, cuando el aparato sobrevoló la plaza y pudieron ver que se trataba del helicóptero de Simón, hubo gritos de alegría. La mayoría corrió hasta los alrededores del helipuerto para verlo llegar.Cuando Simón se bajó de la aeronave se sorprendió al ver a la gente congregada en los alrededores. Tomó a Miranda en sus brazos para que Madison pudiera bajar.Simón levantó la mano y saludó a la multitud, aunque no pudo oír los gritos de buenos deseos por el sonido del helicóptero, supo ver sus
Era de madrugada cuando al fin Madison y Simón pudieron poner la cabeza en la almohada. Después de la proyección del video en la pantalla la policía se había llevado preso al alcalde. El jefe de la policía pidió hablar con Simón para esclarecer los hechos. Madison había dormido solo un par de horas cuando el llanto de Miranda la despertó, su testaruda hija no quería la leche en el biberón que su niñera quería darle sino directamente de la fuente, por lo que sin reparo ni remordimiento su madre la metió en la cama, en medio de Simón y ella para darle el pecho.La bebé estaba feliz porque estaba tomando leche del pecho de su madre y porque tenía a ambos padres a su alcance.―¡Dios mío! Cuando comenzará a despertarse tarde ―protestó Simón muerto de sueño.Era imposible volver a dormir con Miranda dando pataditas de contenta o tratando de abrir sus ojos metiendo los deditos en los parpados cerrados de su padre.―Creo que en la adolescencia se levantan tarde, pero nos desvelaremos esperan
―Después de lo de anoche, estoy seguro de que Simón querrá marcharse de inmediato del pueblo ―dijo Peter a Marga, era de madrugada, pronto amanecería y aunque durmieron poco porque pasaron la noche haciendo el amor, ninguno de los dos tenía sueño.―Sí, me lo imagino, pero no sé si podrá dejar el país ―especuló Marga. ―Quizás deba quedarse un tiempo en Ciudad Victoria. Si es así me quedaré a acompañar a Madison el tiempo que pueda.―Simón no es el imputado, él podrá ir a los Estados Unidos y volver cuando se fije la audiencia. Así que no tendrás excusa para quedarte. ¿Y si vas conmigo a conocer el rancho? Quizás te sorprenda cuando lo veas.―No creo que pueda, Peter, en dos semanas me voy a París por unos meses y tengo muchas cosas que hacer antes de mi viaje, además no quiero que las cosas se compliquen entre nosotros, quedamos que lo nuestro sería sin compromiso.―Entiendo, entonces es mejor que no perdamos el tiempo, Marga, quizás está sea nuestra última vez por lo que quiero que se
Era de noche cuando Simón llegó a la casa Fulton, se bajó de la camioneta y entró corriendo a la casa, le había pedido a Madison que le esperara allí. Fred el gerente de la posada estaba en el vestíbulo recibiendo a unos huéspedes que estaban llegando en ese momento. ―Madison está en el último piso ―dijo el gerente señalando el ascensor. A Simón le extrañó que su esposa no saliera a recibirlo, se dirigió al ascensor y marcó el único botón que había en el tablero y que llevaba al último piso de la casa. Al abrirse las puertas se dio cuenta de que todo el piso había sido diseñado como un gran apartamento de concepto abierto. Había escuchado que ese espacio se arregló y remodeló para que lo ocupara Marga al casarse con Roy. Sus ojos volaron a la alfombra donde su esposa estaba sentada, su hija en pijamas y lista para ir a la cama gateaba por el piso con varios juguetes esparcidos a su alrededor. ―¡Simón! ―exclamó Madison al verlo poniéndose de pie de inmediato. ―¡Papá! ―grito Mirand
Quince meses después.Miranda estaba cumpliendo los dos años de edad, y la mansión Fulton estaba de fiesta. En el patio trasero y mirando al mar, se había armado un pequeño parque de diversiones. Carpas como de circo estaban distribuidas por todo el jardín, llenas de comida y dulces para el disfrute de grandes y pequeños.El clima de primavera era perfecto para una fiesta infantil.Madison aprovechó que los invitados aún no habían llegado para tomarse lo que sería las únicas fotos familiares de ese día, donde saldrían los cinco miembros de su familia al mismo tiempo.Simón tomó en sus brazos a James y Jacob sus hijos gemelos de ocho meses, Madison cargó a Miranda que vestía como una princesa. El fotógrafo tomó varias fotos con rapidez, las últimas salieron con los gemelos protestando para que los bajaran al piso.A una señal de los padres, las dos niñeras que se ocupaban de sus hijos, los tomaron en brazos y los metieron en los carritos para pasearlos por el parque y subirlos a los ju
―¿Puedes bajar el bolso de Lucas, Angelina? ―Claro, Margaret ―respondió la mujer bajando del coche y tomando el bolso.―La casa de tu familia es muy hermosa, no sé cómo pudiste estar lejos tanto tiempo.―Sí lo sabes, su nombre es Lucas.Margaret abrió la puerta trasera del coche que rentó al llegar al aeropuerto y sacó de su sillita a Lucas, su bebé de cinco meses. Había llegado al país, la noche anterior, pero no tuvo el valor de volver a casa, no sabía cómo iba a explicarle a su familia que había tenido un hijo con Peter Barton, el cuñado de su hermana gemela.Es que a veces ni ella misma se lo creía. Descubrió que estaba embarazada en Milán cuando tenía cinco meses de embarazo y se desmayó en una sesión fotográfica. La habían llevado al hospital y al examinarla el médico la miró con desaprobación, estaba desnutrida y no había acudido a ningún control prenatal.―No sabía que estaba embarazada, doctor, de haberlo sabido me habría cuidado ―explicó Marga.―Es un niño. ¿Quiere tenerl