―¿Puedes bajar el bolso de Lucas, Angelina? ―Claro, Margaret ―respondió la mujer bajando del coche y tomando el bolso.―La casa de tu familia es muy hermosa, no sé cómo pudiste estar lejos tanto tiempo.―Sí lo sabes, su nombre es Lucas.Margaret abrió la puerta trasera del coche que rentó al llegar al aeropuerto y sacó de su sillita a Lucas, su bebé de cinco meses. Había llegado al país, la noche anterior, pero no tuvo el valor de volver a casa, no sabía cómo iba a explicarle a su familia que había tenido un hijo con Peter Barton, el cuñado de su hermana gemela.Es que a veces ni ella misma se lo creía. Descubrió que estaba embarazada en Milán cuando tenía cinco meses de embarazo y se desmayó en una sesión fotográfica. La habían llevado al hospital y al examinarla el médico la miró con desaprobación, estaba desnutrida y no había acudido a ningún control prenatal.―No sabía que estaba embarazada, doctor, de haberlo sabido me habría cuidado ―explicó Marga.―Es un niño. ¿Quiere tenerl
Con calma Margaret le entregó el bebé a Angelica para enfrentarse a Peter―¿Quién te ha dicho que Lucas es tu hijo, Peter? ―preguntó Margaret con desafío ―. Estás dando por sentado muchas cosas, vaquero.―Entonces, si no es mi hijo ¿quién es su padre? ―preguntó Peter furioso.―No es tu problema ―respondió Marga altiva.―¿Cuántos meses tiene?―Aunque no es tu problema tiene cinco meses ―mintió Marga quitándole un mes de nacido a su hijo.―Entonces saltaste de mi cama a la del padre del bebé.―Es asunto mío, ¿no? Te lo dije en ese momento, sin compromisos.―¡Marga! ―el grito de Madison los sacó de su pelea.Madison corrió a los brazos de su hermana, detrás de ella venía Simón con Verónica la prometida de Peter pisándole los talones.―¡Dios mío, Marga! ¿Y este bebé? ―preguntó Madison atónita.Madison había sido testigo de cómo su hermana le pasaba el niño a la chica que estaba detrás de ella.―Es mi hijo, Lucas Fulton.―¿Es de Peter? ―susurró Madison a su gemela. ―Porque si es de Peter t
El pandemónium se desató en ese lugar ante las palabras de Margaret, todos hablaban al mismo tiempo. Peter se soltó del agarre de su prometida y se acercó a ella furioso.Todos los demás callaron para observar lo que ocurriría. Meredith se llevó al niño para la fiesta acompañada de Angelina, no quería que su nieto viera lo que seguro sería una pelea. Después se enteraría de lo ocurrido―¿Por qué me dijiste que no era mi hijo? ¿Cuántos meses tiene Lucas?―Tiene seis meses y no pensaba en ocultártelo para siempre, Peter, solo que acabo de regresar, quiero ver a mi familia, conocer a mis sobrinos y no tener que lidiar con todo esto en este momento, ¿acaso es mucho pedir? ―replicó Marga cansada.―¡Peter! Quiero irme de esta casa de inmediato ―ordenó Verónica metiéndose entre ambos, por ningún motivo iba a permitir un acercamiento entre los dos.―Espera, Verónica, debo solucionar esto ―respondió Peter haciéndola a un lado con delicadeza.―¡No! Quiero irme en este momento, Peter. No me pued
Las palabras resonaron en la mente de Margaret. «No tienes opción» «me casaré con Verónica y te llevaré a tribunales y pelearé por la custodia de Lucas» «El karma es un hijo de puta» pensó Marga mientras procesaba las palabras de Peter. «Yo chantajee a Maddy para que se casara con Simón y ahora Peter me chantajea a mí» Quería gritar y pelear, arrojarle el biberón en la cara y echarlo de su habitación, pero su hijo se alimentaba por lo que debía mantener la calma. ―¿Por qué quieres casarte conmigo, Peter? Ya habías recorrido un camino con Verónica y ahora vienes con que la dejaras para casarte conmigo porque tenemos un hijo. ¿Sabes acaso cuantos niños hay en el mundo que son criados por ambos padres? Con una custodia compartida ambos podemos estar presentes en la vida de Lucas. ―No, mi hijo no será una pelota que pasará de una casa a otra, no viviré partes de su vida y me perderé otras. Quiero vivir cada parte de su vida, quiero que se sienta seguro y protegido con ambos padres pres
Peter paseó su mirada por la habitación, a pesar de que estaba furioso por verse amenazado con un arma mantuvo la calma suficiente como para inspeccionar el lugar. Al parecer en la casa solo estaban el padre y el juez de paz que era el padrino de Verónica. Este último también tenía un arma en la cintura, aunque no la había tocado. Ambos hombres lo miraban con rabia. ―¿Tú sabias de estos, Verónica? ―preguntó girándose hacia su exprometida para mirarla de frente. ―Yo... no, por supuesto que no lo sabía ―respondió ella esquivando su mirada. «Que mala mentirosa es, y yo caí en la trampa como un tonto» pensó furioso. En su entrenamiento aprendía que las amenazas provenían de cualquier parte, aunque nunca pensó que vendrían de su prometida a quien consideraba una buena chica. ―Entonces debo entender que te opondrás a que me obliguen a casarme contigo. Ella miró al piso y titubeó antes de responder. ―No puedo desobedecer a mi padre, Peter, él siempre ha hecho lo mejor para mí. ―Si me
―¡Fred! Qué alegría verte. ¿Sigues trabajando aquí? ―le preguntó Marga al antiguo gerente de la posada que funcionó en la casa Fulton.―Sí, Marga, el señor Barton me ofreció trabajo en algunos de sus hoteles en la ciudad, o quedarme aquí como el mayordomo y por supuesto preferí quedarme con Meredith y con ustedes. ―Me alegro mucho, Fred, te extrañé la vez pasada cuando te fuiste.―Yo también las extrañé, y en realidad no quería irme, pero la oferta era tan buena que no podía rechazarla, hasta Meredith me aconsejó tomarla, pero como dicen, era demasiado bueno para ser verdad. Los Thomas me engañaron para poder timarlas, pero recibieron su castigo por lo que hicieron. Lo último que supe de ellos era que estaban en la ruina.―¿Sabes si siguen en la ciudad? Lo menos que quiero es toparme con ellos.―Al señor y la señora Thomas, les quedó uno solo de sus hoteles, el que estaba en Portland, así que se fueron a atenderlos personalmente, pero Roy se quedó compró una pequeña posada frente al
El día de la boda Margaret se miró en el espejo y pensó que no era así como deseaba verse el día de su boda. Su vestido lo había comprado tres días antes, aunque era largo y de color crema, era sencillo, sus zapatos eran de tacón medio y su pelo lo llevaba suelto sin ningún adorno que la señalara como a una novia. No dio tiempo de hacer nada más.Miró su dedo y vio el anillo de oro blanco con diamantes que Peter puso en su dedo la noche que anunciaron su boda.Después de que Peter le contó lo que había sucedido cuando llevó a Verónica a su casa no le quedó de otra que aceptar que lo más conveniente era que se casaran de inmediato, para sacarle de la cabeza al padre la vaquera que Peter debía casarse con su hija.De eso hacía una semana.Madison y su mamá contrataron una organizadora de bodas para que se encargara de planificar el matrimonio que Peter le prometió por la iglesia, pero la verdad era que había perdido el entusiasmo. Aunque no les había dicho nada y las dejó seguir con los
Algún reportero debió haber visto a Simón o a Madison, o quizás ver a Margaret vestida de novia atrajo la atención, lo cierto es que al salir de ayuntamiento, la prensa rosa estaba al acecho tomándoles fotografías. Aunque los novios y la familia se mantuvieron en silencio no pudieron evitar que las imágenes llegaran a la prensa.Un almuerzo se ofreció en un reconocido restaurante de la ciudad donde solo asistieron los familiares más allegado y un par de amigos de los novios.―Esto no se parece en nada a tu boda anterior, amiga, te casaste con el Barton pobre cuando pudiste haber tenido al rico ―dijo la primera de ellas.―Casarse en el ayuntamiento no es nada elegante, debiste negarte y darte tu lugar ―afirmó la segunda ―. Aunque este restaurante es muy lindo y elegante no se parece en nada a la boda de tus sueños.―Quizás una boda elegante estaba fuera de sus posibilidades, no sean tan esnob, amigas ―replicó la tercera.«¿En verdad estas son mis mejores amigas?» Pensó Margaret. No las