Madison sabía que debía levantarse, pero no podía abrir los ojos, quería seguir durmiendo un par de horas más, pero a través de sus párpados podía sentir la luz de la mañana. Había dejado la cortina descorrida la noche anterior porque sabía que era la única forma de despertar.―Buenos días, Madison, ¿qué te gustaría desayunar? ―preguntó Simón parado en la puerta de la habitación.―¿Qué demonios haces en mi habitación, Simón? ―dijo Madison tratando de abrir los ojos.―Vine a preguntarte lo que quieres comer, así lo pido mientras te duchas ―respondió él con calma. Tenía rato parado en la puerta viéndola dormir, no se atrevía a despertarla así salieran a mediodía, cuando le pareció que estaba despierta fue que se atrevió a hablarle―¿Cómo entraste? ―cuestionó ella ―. ¡No me digas que dormiste aquí! ―exclamó sin darle tiempo de responder y fulminándolo con la mirada. Simón la miró y le pareció que estaba más bonita que nunca, la había extrañado mucho, Madison se había convertido en la lu
Simón empujó a Madison dentro del baño, cerró la puerta y la guio hasta meterse en el cubículo del medio. Él entró detrás de ella y cerró la puerta del metal de este. Ayudó a Madison a subirse al borde del inodoro, ella se recostó a la pared para darle espacio para que él se subiera de esa manera si alguien entraba al baño y miraba por debajo de la puerta del cubículo no los verían .Los oídos le pitaban por el estruendo de la explosión, la adrenalina corría libre por sus cuerpo ante el peligro inminente. Solo habían pasado unos segundo, pero el tiempo se ralentizo para ellos.―¿Qué fue eso? ¿Qué ocurre? ―preguntó Madison en un susurró a Simón.Él mas que escucharla le leyó los labios.―No lo sé ―dijo en voz muy baja aunque era probable que los escucharan por los disparos que aún sonaban.Ella también tuvo que mirar sus labios para entenderlo, estaban muy cerca, frente a frente, Simón le hizo una rápida caricia en el rostro antes de hablar:―¿Dónde está tu teléfono?Ella lo sacó de su
Madison vio con horror como el delincuente disparó contra Simón impactando contra su pecho y tumbándolo de nuevo al piso. Buscó sus ojos, él la estaba mirando, el grito que brotó de su garganta resonó en todo el lugar.Madison pudo ver en la mirada vidriosa de Simón que él quería despedirse, imagino mil cosas que decirle ante de que se fuera para siempre.Cuando el pistolero levantó su arma para rematarlo Madison intentó levantarse para lanzarse encima de su esposo y cubrir su cuerpo con el suyo, tenía que evitar que ese hombre le hiciera más daño, pero él la apuntó con su arma.Madison tuvo que elegir entre salvar a su hija o a su esposo, gritó con desesperación porque sabía que debía proteger a ese ser inocente que crecía dentro de su cuerpo, era lo que Simón querría.Al ver que ella desistió el delincuente apuntó de nuevo a Simón, antes de que pudiera disparar la puerta se abrió con un estruendo y el jefe de seguridad disparó a la cabeza del secuestrador matándolo en el acto.Más g
Al escuchar las duras palabras de los hermanos de Simón, Henry y Johnny, que estaban sentados uno a cada lado de Madison, se levantaron de sus asientos para encararlos. La joven se levantó y puso las manos sobre los brazos de sus amigos para aplacarlos. Después dio un paso adelante y los apuntó con el dedo.―En primer lugar, no soy la mujercita, soy la esposa de Simón, así que me trataran con el debido respeto. En segundo lugar, de haberme enterado de la amenaza de Los Zetas hubiese permanecido resguardada porque lo menos que quiero es perder a mi esposo; y en tercer lugar, ustedes no tienen el derecho de meterse entre lo que ocurre entre marido y mujer, cualquier queja que tengan al respecto se la dirán a su hermano cuando despierte ―le dijo con su mejor tono de maestra.Los hombres le dedicaron una sonrisa maliciosa, sus amigos relajaron su postura al ver el cambio de actitud de los hermanos de Simón―Simón tenía razón cuando dijo que ella no aguantaría nuestra mierda ―señaló el más
Los ojos de Marga se llenaron de lágrimas contenidas, era la primera vez en su vida que Maddy la golpeaba, y eso le dolió muchísimo porque su hermana siempre le había perdonado todas sus trastadas.Nunca pensó que Madison se cansara de ella, que la mirara de esa manera, sin embargo, su orgullo salió a flote y adoptó una pose desafiante, aunque por dentro se sentía rota.―Tal vez me merezco esto, pero no soy de poner la otra mejilla, Madison, lo dejaré pasar esta vez, pero no vuelvas a golpearme nunca más.Marga giró sobre sus talones y salió de la sala de espera con el mismo andar cadencioso con el que entró, a pesar de que las lágrimas casi no la dejaban ver.«Antes muerta que dejar que vea como me afectó su desprecio» pensó mientras caminaba por el pasillo.Sus pasos se apresuraron cuando dio la vuelta en la esquina y casi corrió al baño, necesitaba encerrarse en un lugar donde pudiera botar todas esas lágrimas contenidas. Max, el guardaespaldas que Simón le había asignado a Madison
La Navidad llegó cuando Simón estaba hospitalizado, y como al día siguiente de que lo pasaran a la habitación el médico había quitado las restricciones a las visitas, el hospital les permitió hacer una pequeña celebración en la habitación del paciente.Solo estuvieron presentes, Lucía, Meredith, los hermanos de Simón y Madison, porque Marga prefirió quedarse en el hotel, por nada del mundo quería volver a enfrentarse a su hermana, más aún cuando se enteró de que Maddy estaba embarazada.Se sentía muy dolida de que Madison la hubiese sacado de su vida.Johnny y Henry se habían marchado a Amarillo cuando supieron qué Simón sobreviviría, tenían un restaurante que atender. Se llevaron de regreso el Volvo ya que sabían que Madison no lo necesitaría.Los regalos fueron comprados en una tiendita que había dentro del hospital, cosas insignificantes y sin mucho valor económico, pero que les recordaron que estaban en Navidad. Que estaban juntos y vivos, lo cual de por sí constituía un milagro.
En las siguientes semanas Simón, Madison y Lucía se prepararon para la llegada del nuevo miembro de la familia. Simón contrató para diseñar la habitación de Miranda al mismo estudio que diseño la guardería de la empresa, por lo que Madison pasó entretenida en el nuevo proyecto y comprando la canastilla de la bebé. ―Mi mamá vendrá la semana que viene para acompañarme en el parto ―dijo Madison con los ojos brillantes.―¿Y tú hermana? ―preguntó Simón sentándose frente a Madison, era hora de tener la conversación que su esposa había esquivado desde que llegaron a casa.―No quiero hablar con Marga, de verdad me cansé de ser yo la que siempre pague por sus errores.―Fui muy afortunado de que te casaras conmigo para protegerla porque tú eres lo mejor que me ha pasado en mi vida, Madison.―Creo que lo único que tengo que agradecerle a Marga es haberme casado contigo, Simón ―respondió Madison con sinceridad.―Te amo ―dijo él besando su mano.―Yo también te amo, Simón.―Ahora quiero que me esc
Madison estaba muy emocionada porque ese día llegaban su madre y su hermana. Se había levantado muy temprano y andado de un lado a otro pendiente de que todo estuviese listo para la llegada de su familia.Estaba ansiosa por disfrutar de los mimos que de seguro su madre le daría antes de que naciera Miranda, y no solo su madre, estaba segura de Marga también la consentiría porque desde la noche en que ellas hablaron por teléfono su relación había mejorado muchísimo.Su hermana siempre sería caprichosa, impulsiva y un poco egoísta, pero se estaba esforzando en demostrarle que la quería y lo mejor de todo era que estaba intentando ser mejor persona.―Madison aún falta mucho para salir al aeropuerto ―dijo Simón al ver a su esposa vestida y con el bolso en la mano.―Tenemos que irnos ya ―dijo con un mohín de disgusto en la cara.―¿Por qué? ¿Qué pasa? ―preguntó Simón preocupado porque en los últimos días su esposa era todo sonrisas y esa expresión de desazón no era normal en ella.―Miranda