Los ojos de Marga se llenaron de lágrimas contenidas, era la primera vez en su vida que Maddy la golpeaba, y eso le dolió muchísimo porque su hermana siempre le había perdonado todas sus trastadas.Nunca pensó que Madison se cansara de ella, que la mirara de esa manera, sin embargo, su orgullo salió a flote y adoptó una pose desafiante, aunque por dentro se sentía rota.―Tal vez me merezco esto, pero no soy de poner la otra mejilla, Madison, lo dejaré pasar esta vez, pero no vuelvas a golpearme nunca más.Marga giró sobre sus talones y salió de la sala de espera con el mismo andar cadencioso con el que entró, a pesar de que las lágrimas casi no la dejaban ver.«Antes muerta que dejar que vea como me afectó su desprecio» pensó mientras caminaba por el pasillo.Sus pasos se apresuraron cuando dio la vuelta en la esquina y casi corrió al baño, necesitaba encerrarse en un lugar donde pudiera botar todas esas lágrimas contenidas. Max, el guardaespaldas que Simón le había asignado a Madison
La Navidad llegó cuando Simón estaba hospitalizado, y como al día siguiente de que lo pasaran a la habitación el médico había quitado las restricciones a las visitas, el hospital les permitió hacer una pequeña celebración en la habitación del paciente.Solo estuvieron presentes, Lucía, Meredith, los hermanos de Simón y Madison, porque Marga prefirió quedarse en el hotel, por nada del mundo quería volver a enfrentarse a su hermana, más aún cuando se enteró de que Maddy estaba embarazada.Se sentía muy dolida de que Madison la hubiese sacado de su vida.Johnny y Henry se habían marchado a Amarillo cuando supieron qué Simón sobreviviría, tenían un restaurante que atender. Se llevaron de regreso el Volvo ya que sabían que Madison no lo necesitaría.Los regalos fueron comprados en una tiendita que había dentro del hospital, cosas insignificantes y sin mucho valor económico, pero que les recordaron que estaban en Navidad. Que estaban juntos y vivos, lo cual de por sí constituía un milagro.
En las siguientes semanas Simón, Madison y Lucía se prepararon para la llegada del nuevo miembro de la familia. Simón contrató para diseñar la habitación de Miranda al mismo estudio que diseño la guardería de la empresa, por lo que Madison pasó entretenida en el nuevo proyecto y comprando la canastilla de la bebé. ―Mi mamá vendrá la semana que viene para acompañarme en el parto ―dijo Madison con los ojos brillantes.―¿Y tú hermana? ―preguntó Simón sentándose frente a Madison, era hora de tener la conversación que su esposa había esquivado desde que llegaron a casa.―No quiero hablar con Marga, de verdad me cansé de ser yo la que siempre pague por sus errores.―Fui muy afortunado de que te casaras conmigo para protegerla porque tú eres lo mejor que me ha pasado en mi vida, Madison.―Creo que lo único que tengo que agradecerle a Marga es haberme casado contigo, Simón ―respondió Madison con sinceridad.―Te amo ―dijo él besando su mano.―Yo también te amo, Simón.―Ahora quiero que me esc
Madison estaba muy emocionada porque ese día llegaban su madre y su hermana. Se había levantado muy temprano y andado de un lado a otro pendiente de que todo estuviese listo para la llegada de su familia.Estaba ansiosa por disfrutar de los mimos que de seguro su madre le daría antes de que naciera Miranda, y no solo su madre, estaba segura de Marga también la consentiría porque desde la noche en que ellas hablaron por teléfono su relación había mejorado muchísimo.Su hermana siempre sería caprichosa, impulsiva y un poco egoísta, pero se estaba esforzando en demostrarle que la quería y lo mejor de todo era que estaba intentando ser mejor persona.―Madison aún falta mucho para salir al aeropuerto ―dijo Simón al ver a su esposa vestida y con el bolso en la mano.―Tenemos que irnos ya ―dijo con un mohín de disgusto en la cara.―¿Por qué? ¿Qué pasa? ―preguntó Simón preocupado porque en los últimos días su esposa era todo sonrisas y esa expresión de desazón no era normal en ella.―Miranda
Madison no podía dejar de mirar la carita de su bebé, era tan hermosa como la soñó. Su cabello rubio era tan fino que parecía una pelusa, sus ojitos estaban cerrados, tenía mucho rato dormida, cansada después del esfuerzo del nacimiento.Simón estaba sentado en la cama detrás de Madison, rodeándola con sus brazos. Sus ojos pendientes de cada respiración de su pequeña niña. Estaban solos en la habitación privada del hospital porque Lucía se había ido con dos de los guardaespaldas al aeropuerto a recibir a Meredith y Marga.―Gracias por darme este pequeño ángel ―le susurraron Simón al oído.―He sido muy feliz llevando a tu hija, mi amor. ¿te gustaría cargarla? ―preguntó Madison a Simón.―Todavía no, me daría miedo lastimarla, aún estoy nervioso y me daría pánico desmayarme de nuevo y que se me cayera.―Fue bastante loco el nacimiento, ¿No? ―preguntó Madison risueña.―¡Por Dios! Ni me lo recuerdes, primero escucharte hablar de esa manera y después ver como estaba... umm, tu zona íntima.
―Déjame estacionar la camioneta y te acompaño hasta la habitación de tu hermana ―le dijo Max a Marga cuando entraron al estacionamiento del hospital.―No, déjame en la entrada, no me va a pasar nada allí, además creo que la prensa ya se retiró porque todo se ve en calma.De mala gana Max se detuvo cerca de la puerta del hospital, no le gustaba perder a Marga de vista, más ella era muy independiente y se había revelado contra sus medidas de seguridad, sobre todo desde que se habían vuelto más estrictas a raíz del atentado a Simón.Se había enamorado de Marga y le daba pánico que le ocurriera algo, estaba medio paranoico, pero sabía que si los Zetas habían sido capaces de atacar a Simón en los Estados Unidos eran capaces de cualquier cosa. Y de alguna manera ellos se habían enterado de que Marga fue parte del engaño.Marga caminó con paso apresurado por el estacionamiento cuando de repente varios periodistas descendieron de sus coches y corrieron hacia ella sacándole fotos y tomándola d
―¡Apártate de mi hermana, Viviana! A pesar del uniforme de enfermera que vestía había reconocido a la famosa modelo que estuvo saliendo con Simón Barton en el pasado.La misma que se había atrevido a golpear a su hermana. La rabia la invadió, tendría que pasar por encima de ella para hacerle daño a Madison. Viviana se quedó petrificada por un momento, según su prima las gemelas debían dormir profundamente porque le había puesto un somnífero en las bebidas que le llevaron con la cena. Al parecer una de las gemelas no se había tomado su jugo. ―¡Vaya! Si la modelo de los bajos fondos esta despierta ―replicó Viviana con una sonrisa despectiva. ―¡Madison, despierta! ―dijo Margaret con premura.―No va a despertar, le dieron algo para dormir y yo le daré algo para que su sueño sea eterno ―aseguró Viviana, en sus ojos brillaba la locura.―Te dije que te alejaras de mi hermana ―dijo Margaret acercándose a ella con precaución.―No te preocupes, modelo de pacotilla que para ti también traje u
Viviana había logrado agarrar la jeringa cuando la puerta de la habitación se abrió con un estrepito, se quitó la manta de la cabeza y se levantó con rapidez solo para encontrarse al hermano de Simón apuntándola con un arma.Detrás de él otro guardaespaldas también estaba con el arma levantada apuntando en su dirección, la rabia se apoderó de ella al ver sus planes destruidos, si solo lograba llegar a Madison se daría por satisfecha, así que se giró y se lanzó sobre su objetivo.Estaba segura de que ellos no dispararían por temor a herir a alguna de las gemelas.Madison se echó hacía atrás asustada al ver que Viviana iba por ella, Marga levantó la silla y le dio de nuevo con esta haciéndola caer al tiempo que un disparo resonaba en la habitación.―Maldición, Marga, déjame rescatarlas ―gruñó Peter caminando hacia donde Viviana estaba en el piso intentando agarrar la jeringa que de nuevo había caído de su mano.Molestó la pateó fuera del alcance, la jeringa salió volando hasta el otro e