Madison estaba muy emocionada porque ese día llegaban su madre y su hermana. Se había levantado muy temprano y andado de un lado a otro pendiente de que todo estuviese listo para la llegada de su familia.Estaba ansiosa por disfrutar de los mimos que de seguro su madre le daría antes de que naciera Miranda, y no solo su madre, estaba segura de Marga también la consentiría porque desde la noche en que ellas hablaron por teléfono su relación había mejorado muchísimo.Su hermana siempre sería caprichosa, impulsiva y un poco egoísta, pero se estaba esforzando en demostrarle que la quería y lo mejor de todo era que estaba intentando ser mejor persona.―Madison aún falta mucho para salir al aeropuerto ―dijo Simón al ver a su esposa vestida y con el bolso en la mano.―Tenemos que irnos ya ―dijo con un mohín de disgusto en la cara.―¿Por qué? ¿Qué pasa? ―preguntó Simón preocupado porque en los últimos días su esposa era todo sonrisas y esa expresión de desazón no era normal en ella.―Miranda
Madison no podía dejar de mirar la carita de su bebé, era tan hermosa como la soñó. Su cabello rubio era tan fino que parecía una pelusa, sus ojitos estaban cerrados, tenía mucho rato dormida, cansada después del esfuerzo del nacimiento.Simón estaba sentado en la cama detrás de Madison, rodeándola con sus brazos. Sus ojos pendientes de cada respiración de su pequeña niña. Estaban solos en la habitación privada del hospital porque Lucía se había ido con dos de los guardaespaldas al aeropuerto a recibir a Meredith y Marga.―Gracias por darme este pequeño ángel ―le susurraron Simón al oído.―He sido muy feliz llevando a tu hija, mi amor. ¿te gustaría cargarla? ―preguntó Madison a Simón.―Todavía no, me daría miedo lastimarla, aún estoy nervioso y me daría pánico desmayarme de nuevo y que se me cayera.―Fue bastante loco el nacimiento, ¿No? ―preguntó Madison risueña.―¡Por Dios! Ni me lo recuerdes, primero escucharte hablar de esa manera y después ver como estaba... umm, tu zona íntima.
―Déjame estacionar la camioneta y te acompaño hasta la habitación de tu hermana ―le dijo Max a Marga cuando entraron al estacionamiento del hospital.―No, déjame en la entrada, no me va a pasar nada allí, además creo que la prensa ya se retiró porque todo se ve en calma.De mala gana Max se detuvo cerca de la puerta del hospital, no le gustaba perder a Marga de vista, más ella era muy independiente y se había revelado contra sus medidas de seguridad, sobre todo desde que se habían vuelto más estrictas a raíz del atentado a Simón.Se había enamorado de Marga y le daba pánico que le ocurriera algo, estaba medio paranoico, pero sabía que si los Zetas habían sido capaces de atacar a Simón en los Estados Unidos eran capaces de cualquier cosa. Y de alguna manera ellos se habían enterado de que Marga fue parte del engaño.Marga caminó con paso apresurado por el estacionamiento cuando de repente varios periodistas descendieron de sus coches y corrieron hacia ella sacándole fotos y tomándola d
―¡Apártate de mi hermana, Viviana! A pesar del uniforme de enfermera que vestía había reconocido a la famosa modelo que estuvo saliendo con Simón Barton en el pasado.La misma que se había atrevido a golpear a su hermana. La rabia la invadió, tendría que pasar por encima de ella para hacerle daño a Madison. Viviana se quedó petrificada por un momento, según su prima las gemelas debían dormir profundamente porque le había puesto un somnífero en las bebidas que le llevaron con la cena. Al parecer una de las gemelas no se había tomado su jugo. ―¡Vaya! Si la modelo de los bajos fondos esta despierta ―replicó Viviana con una sonrisa despectiva. ―¡Madison, despierta! ―dijo Margaret con premura.―No va a despertar, le dieron algo para dormir y yo le daré algo para que su sueño sea eterno ―aseguró Viviana, en sus ojos brillaba la locura.―Te dije que te alejaras de mi hermana ―dijo Margaret acercándose a ella con precaución.―No te preocupes, modelo de pacotilla que para ti también traje u
Viviana había logrado agarrar la jeringa cuando la puerta de la habitación se abrió con un estrepito, se quitó la manta de la cabeza y se levantó con rapidez solo para encontrarse al hermano de Simón apuntándola con un arma.Detrás de él otro guardaespaldas también estaba con el arma levantada apuntando en su dirección, la rabia se apoderó de ella al ver sus planes destruidos, si solo lograba llegar a Madison se daría por satisfecha, así que se giró y se lanzó sobre su objetivo.Estaba segura de que ellos no dispararían por temor a herir a alguna de las gemelas.Madison se echó hacía atrás asustada al ver que Viviana iba por ella, Marga levantó la silla y le dio de nuevo con esta haciéndola caer al tiempo que un disparo resonaba en la habitación.―Maldición, Marga, déjame rescatarlas ―gruñó Peter caminando hacia donde Viviana estaba en el piso intentando agarrar la jeringa que de nuevo había caído de su mano.Molestó la pateó fuera del alcance, la jeringa salió volando hasta el otro e
Madison salió del hospital con Miranda en brazos, sintiendo la calidez del sol acariciar su rostro. Observó a su pequeña hija, admirando su delicada belleza mientras caminaban hacia el automóvil. Sin embargo, su alegría se vio eclipsada por la tormenta que se había desatado en su interior.Cuando el coche arrancó para llevarlos a casa, las lágrimas comenzaron a empañar sus ojos mientras luchaba con la verdad que había descubierto. ¿En qué estaba pensando Simón cuando contrató a mercenarios para acabar con Los Zetas? No lo solo era el hecho de que hubiese tomado la decisión a espaldas de ella, era que lo que había hecho Simón iba en contra de todos sus ideales de respeto a la vida y justicia.Sentía que eso creaba una brecha entre ambos. ¿Qué debía hacer? ¿Decirle lo que había descubierto? ¿Dejarlo pasar y fingir que todo marchaba bien?―¿Estas bien, Madison? Estás muy callada.Simón estaba preocupado, después del ataque que sufrieron la noche anterior Madison llorado mucho, cuando ell
Margaret abrió lentamente los ojos, sintiéndose aún agotada después de la aterradora noche anterior. Parpadeó varias veces y se encontró en una habitación de hotel, pegado a su cuerpo y con la cabeza recostada en su brazo estaba Peter, durmiendo en profundidad y roncando suavemente.―¡Oh, por Dios! ¿Qué demonios hice? ―se preguntó a sí misma.Peter se removió un poco, se giró en sus brazos y abrazó su cuerpo desnudo.Marga quería recuperar su brazo... y el resto de su cuerpo para huir de allí, pero tenía el brazo dormido y aún si lo pudiera mover, de seguro que Peter se despertaría si le empujaba la cabeza fuera de su brazo.«Por primera vez entendiendo la expresión de querer arrancarse el brazo a mordiscos antes de despertar al hombre que duerme a tu lado» pensó con ironía y no porque Peter fuera feo, era guapísimo, sino porque era un vaquero, un estilo de vida que ella aborrecía.Y porque era el hermano de Simón.Estaba segura de que esa aventura, porque sería una aventura de una so
Esa noche Simón se durmió en el despacho y a Madison se le rompió el corazón al darse cuenta de que su esposo estaba tan furioso con ella que ni siquiera se quedó a ayudarla con la bebé. Era más de medianoche y ella había pasado la mayor parte del tiempo caminando entre su habitación y la de la Miranda. Aunque estaba muy cansada por nada del mundo despertaría a su familia para que la ayudara porque temprano las envió a dormir, no quería que nadie se enterara de sus problemas con Simón.En la madrugada, Miranda rompió a llorar y Madison no hallaba que hacer, la meció, caminó de un lado a otro hasta que Simón entró. Cargaba puesta la ropa que el día anterior y su cara era la misma de cuando lo conoció, inexpresiva, carente de emoción, sus ojos eran dos pozos de frialdad cuando la miró. ―¿Por qué llora la bebé? ―preguntó acercándose a ella para tomar a su hija en brazos.―No lo sé, le di el pecho, la cambié, la he caminado, mecido, cantado, ya no sé qué más hacer. llora, se calla, al r