El teléfono de Simón sonó cuando se subió a la camioneta, era el número de Marcela, vio que la asistente de su abuela le había enviado dos videos, ambos titulados ver urgente. Le pareció extraño porque la asistente de su abuela era una mujer sería que no le enviaría tonterías.Abrió el primer video y se sorprendió al ver su casa de Xicoténcatl explotar y prenderse en fuego, el video había sido tomado desde el patio trasero de la casa de su abuela. El corazón comenzó a latirle con rapidez pensando que pudo haber sido una fuga de gas lo que originó la explosión.―Mira esto ―dijo reenviando el video a su jefe de seguridad.Le subió el volumen al teléfono antes de abrir el segundo video, había sido filmado en el patio trasero de la casa de su abuela y en el aparecía un grupo de hombre con armas largas, el que estaba delante y que parecía el jefe comenzó a hablar:«Señor Barton, somos una fracción del grupo Zeta, ha sido usted seleccionado como patrocinador de nuestro movimiento, tiene una
El día de la boda amaneció claro y despejado, sería un hermoso día de verano. Las carpas blanca estaban instaladas en el patio trasero, todas con un maravilloso sistema de enfriamiento que contrarrestaría el calor del verano. El altar estaba dispuesto mirando al mar, sería una boda de cuentos de hadas. Marga estaba desde temprano encerrada en su habitación con su dama de honor, su maquilladora y estilista arreglándose para lucir hermosa. Estaba tan impaciente por casarse que comenzó a vestirse muy temprano. Aún faltaba mucho para la ceremonia cuando estuvo lista por lo que se sentó en su habitación a tomarse una copa de champan con sus amigas, feliz de estar lista y de tener tiempo para disfrutar un rato de risas. ―Marga, he visto que tienes algo nuevo, algo prestado, algo azul. ¿Qué es lo viejo? ―¿Viejo? ¿No es algo robado? ―preguntó confundida. Sus amigas reventaron a reír a carcajadas. ―¿Qué demonios te robaste para usar hoy? ―preguntó una de ellas entre risas. ―Los aretes ―c
Simón sintió su rabia recorrer su columna ante las palabras de Marga. «Me han engañado como a un tonto» pensó furioso, «Están locas, ambas, no hay otra forma de llamarlas» pensó iracundo.―Marga, ¿Qué demonios hiciste? ―pregunto Meredith horrorizada.―Nosotros nos vamos de aquí, esta gente no es más que basura ―dijo Richard levantándose del asiento y tomando a su esposa de la mano. ―Roy, Mandy. ¡Nos vamos!―Con mucho gusto, padre ―respondió Roy con una sonrisa burlona.Mientras tanto Simón giró sus ojos furiosos hacia una pálida Madison. Cuando sus miradas se encontraron, ella dio un paso hacia atrás. Nunca había esa expresión de rabia contenida en los ojos de su esposo y el miedo la invadió.―Ustedes dos me deben una explicación, así que las espero dentro de la casa de inmediato ―ordenó Simón con voz baja y amenazadora.Simón les dio la espalda para entrar a la casa, era un hombre acostumbrado a dar ordenes y no dudó en que ellas le obedecerían.Lucía estaba pálida, hizo el gesto de
Simón salió del salón con su abuela en brazos, sabía que estaba viva porque estaba murmurando una oración. Sentía dentro de sí una mezcla de emociones. Estaba muy asustado por perder a su abuela, ella era la única persona en este mundo que lo amaba incondicionalmente. Estaba furioso con Madison y Margaret por engañarlo, pero su mayor rabia estaba dirigida a su esposa por haberlo manipulado para que se enamorara de ella.―Vigila que mi esposa no salga de casa, si se empeña en salir enciérrala en una habitación así tengas que usar la fuerza ―le ordenó a Max antes de subir al coche.―Sí, señor Barton.Marga que lo había seguido se estremeció por la amenaza en la voz de Simón, corriendo se devolvió al salón para encontrarse con que Madison estaba sentada en el suelo llorando en brazos de su madre.Marga solo había visto llorar a su hermana de ese modo cuando murieron sus abuelos, ellos habían sido muy queridos para ellas y el dolor de perderlos había sido difícil de superar. Verla sufrir
Simón caminaba impaciente frente a la sala de trauma del hospital, cuando llegaron minutos antes le quitaron de los brazos a su abuela para ponerla en una camilla y llevarla a esa sala. Había entrado suficiente personal médico como para hacer una conferencia, pero nadie salía a darle información.Una enfermera se acercó para llevarlo a una sala de espera y él se negó a marcharse de ese lugar.―Entiendo su preocupación, señor Barton, pero dentro están los mejores doctores de este hospital que harán todo lo posible para ayudar a su abuela...―No, no lo entiende, ella es la única familia que me queda.Decirlo le provocó mucha tristeza, porque era cierto, en ese momento entendió la razón por la que su abuela lo quería casado y con hijos: para que no estuviera tan solo como se sentía en ese instante. Si Madison no lo hubiese engañado de seguro estaría a su lado, molesto consigo mismo la sacó de sus pensamientos.―Señor Barton.Un médico que salió de la sala de traumas salió en ese moment
―Madison está a salvo y no podrás verla hasta que escuches lo que tengo que decirte ―respondió Margaret sin una pizca de humildad.―No me interesa escuchar nada de lo que digas, Margaret, lo único que me interesa saber es donde está mi esposa ―dijo Simón mirando furiosos a su cuñada.El silencio de la habitación le dijo que no se lo dirían de buena gana, así que se decantó por el eslabón más débil―Meredith, necesito que me digas dónde está Madison ―Pidió acercándose a su suegra para clavar sus ojos en ella.Meredith se removió incomoda ante la fuerza de su mirada, apretó las manos lo que evidenciaba lo nerviosa que estaba.―Ordenaste que la encerraran a la fuerza si era necesario, Simón, ―señaló Meredith sin responder a la pregunta ―. Por ningún motivo íbamos a permitir que abusaras de Madison, puede ser que ella no te contara la verdad sobre cómo sucedieron las cosas, pero firmaste para casarte con una mujer llamada Madison y con ella te casaste.―No fue la mujer que entrevisté para
Madison durmió esa noche de puro agotamiento, sus sueños estuvieron plagados de pesadilla donde todas las personas a su alrededor la perseguían. Se despertó muy temprano, aun agotada del viaje del día anterior por lo que se quedó en la cama mirando el techo. Esperaría que amaneciera para continuar su camino hacia el interior del estado.Apenas el sol hizo su aparición en el horizonte, salió de la habitación para entregar su llave en la recepción para seguir su camino, la chica que la atendió la noche anterior estaba saliendo de su turno.―Hola, soy Angelina y quería preguntarte una cosa.Madison la miró con sospecha.―¿Estas huyendo de algún hombre?―No, pelee con mi hermana y voy camino a quedarme con una amiga.―Yo... por aquí llegan muchos inmigrantes indocumentados, si necesitas papeles nuevos sé quién puede conseguirte, si ella te está buscando y no quieres que te encuentres es el modo más seguro para buscar trabajo.―No tengo mucho dinero, no me puedo permitir pagar algo así ―re
―¡Seis malditos meses, y Madison sigue sin aparecer! ―gritó Simón a su detective ―. No me importa si tienes que contratar a los Blackwater [1]para rastrear todo el país, pero necesito encontrar a mi esposa.Marga escuchó a Simón gritar y se encogió en su asiento, no había día en el que no se culpara por la desaparición de su hermana.―Mírame, Margaret ―Pidió Max con suavidad para sacarla de sus pensamientos dañinos.Durante esos seis meses había tenido que ir a terapia porque la culpa se la estaba consumiendo. Dejó de comer porque no sabía si Madison tenía lo suficiente para hacerlo, ni siquiera sabía si estaba viva.Marga perdió tanto peso que los huesos se le marcaban, se comía las uñas y llegó a arañarse y pellizcarse debajo de la ropa para aliviar su dolor.Al ser su guardaespaldas principal, Max fue el primero en darse cuenta de lo que estaba pasado, y se lo dijo a Simón, por lo que Meredith, Lucía y Simón la habían convencido de recibir tratamiento psiquiátrico.Aunque estaba mu