Ythan había visto a Said cuando se aseguraba que Val llegara al piso con suavidad. También vio su mirada cuando apretó sus labios en una línea fina y le dedicó una rápida mirada a su hermana, y luego otra a Ythan como adiós y se regresó al salón. Le había encomendado cuidar a su hermana. Cuando llegó al piso Val volteó para esperar a su hermano y cuando miró a Ythan este solo pudo bajar la mirada confirmando su terror. Así que también vio como Val se encaramaba a la ventana hasta que lograba entrar.No podían perder tiempo discutiendo quien se iba y quien se quedaba, Ythan tenía una misión clara y agradeció que Thaly también: Samantha. Él la sacaría de allí y la protegería. Aún así espero tres respiraciones y supo que nadie más vendría, y aunque no quería ver a ninguno lastimado, agradeció que no dejaran sola a Thaly. Cuando Samantha despertara, sabía que eso le daría algo de fuerzas.Se agachó a su lado y la montó sobre sus hombros. No era la primera vez que la cargaba inconsciente.
Unos murmullos despertaron a Thaly en el Hospital. La cabeza le dolía una barbaridad, y la habitación daba vueltas a su alrededor como en una ronda. Cuando su vista se adaptó a las brillantes luces de la habitación, y ésta dejó de girar, se atrevió a reincorporarse un poco. En el sillón de enfrente estaban Val y Said, apachurrados en posiciones muy incomodas, en un sueño pesado. Tenían ropa limpia y nueva por lo que podía ver.Con la cabeza más despejada dio forma a las frases que la despertaron. La puerta de la habitación estaba entre abierta.—Se pondrá bien señor Adams —decía una voz femenina—. Solo debe descansar, recibió un gran golpe en la cabeza, pero la inflamación ha bajado en un gran porcentaje.Más murmullos que no comprendió.—Sí, el Doctor dijo que era posible que con un traumatismo tan fuerte no recuerde que fue lo que pasó en el accidente. Pero es una suerte de que este viva, y una más grande que la hayan conseguido a tiempo.Unos segundos después, la enfermera se alej
21 de JunioEn algún lugarYthan y yo vamos con un rumbo trazado, uno muy claro para Ythan, aunque yo sigo sin saber a dónde vamos; él no me lo ha dicho, yo tampoco he preguntado. Y aunque me lo dijese seguiría perdida. Mi familia, mi mundo entero se va quedando cada vez más atrás con cada kilometro que avanzamos. Mi abuela recordó guardar mi diario y releyendo sus hojas los siento más cerca de mí.El camino no ha sido fácil. La primera noche, cuando cayó sobre mí la comprensión de todo lo que había pasado, comencé a llorar y no pude parar. Ythan atendió todas mis heridas físicas, pero con cada cuidado que él me daba, y que no lo hacía mi mamá o mi abuela, una nueva herida aparecía en mi corazón; y esas aún están intactas; esas aún no las he podido sanar.Nos mantuvimos en caminos alternos. Sin llamar la atención. He querido indagar un poco más en el pasado de Ythan, pero él insiste que su pasado forma parte de un secreto más grande que él; que no es exclusivo de su propiedad, y no pu
—¡No me interesa! No puedo con esta situación –gritaba Dillas.La saliva salía enfurecida de su boca, mientras una cantidad generosa comenzaba a acumularse en la comisura, haciendo que se viese como un verdadero perro rabioso.—Te va a escuchar, por favor –le dijo su esposa Thaly reafirmando una súplica.—Nunca me dijiste que así serían las cosas, jamás me lo contaste —respondió él tratando de bajar la voz.—No tenía manera de saberlo, ¿crees que no te lo diría? Yo no... –tartamudeaba Thaly sin que pudiera salir de su garganta esa explicación.Pese a eso, Dilas no cedía.—Ya basta con todas esas mentiras y estupideces: ¡Tú me mientes! Tenías que saber en lo que ella se convertiría.—Ella no se ha convertido en nada, puede ser solo…—¿Solo qué? –interrumpió Dilas Séllica con voz casi suplicante.Con esa pregunta reinó el silencio en la habitación. Dilas imploraba una esperanza que lo sacara de la oscuridad donde se encontraba sumergido, pero Thaly no podía darle esa luz que lo rescatar
Samantha estaba acurrucada en una esquina de la habitación, era la más distanciada del cuarto de sus padres y la más cercana a la ventana por donde se filtraban los lejanos ruidos de la noche; algunos carros, los maullidos de los gatos y uno que otro perro, quizás respondiendo la conversación de un ladrido anterior. Su posición era intencional pero por más quisiera evadir lo que sucedía en casa, siempre acababa escuchando los gritos de sus papás, como si la persiguieran hasta las profundidades de su consciencia mientras buscaba protegerse de las palabras hirientes que flotaban hacia ella.La pintura era su refugio y cuando esta no la ayudaba a distraerse soltaba el marcador y tapaba sus oídos con las manos, cerraba con fuerza sus ojos y comenzaba a tararear una canción, cualquiera, sin ritmo alguno. En esa última pelea, pese a todos sus esfuerzos escuchó con claridad cuando Dilas dijo que ella no era su hija y que Thaly debía tomar a Samantha e irse. Ese «tu hija» retumbó en su ser co
Las alegrías reinaban en casa de los Adams, pero no siempre fue así, en especial los primeros días después de la mudanza. Samantha sabía que su mamá estaba abatida aunque todos intentaran negarlo. Las primeras semanas Thaly lloraba a cántaros, salía de la cama y pasaba horas sentada en el pasillo sollozando, comía poco y sólo bajo la insistencia de Elia, pues el día lo ocupaba entre lágrimas y suspiros lastimeros. Cuando caía la noche regresaba al lado de Samantha y su cuerpo resentido hacía vibrar la cama hasta que se dormía. La cara hinchada al día siguiente la delataba delante de todos y las tareas cotidianas como asearse y quitarse el pijama se volvieron titánicas.La cara de Thaly comenzaba a mostrar marcas de pérdida de peso y todo pasaba ante la mirada atenta de su familia, quienes se sentían impotentes e inútiles en la tarea de sacarla de esa depresión donde vivía.Thaly se dedicó exclusivamente al cuidado de Samantha mientras estuvo con Dilas, pero ahora debía buscar un traba
La rutina diaria cambió desde que Thaly comenzó a trabajar, después de la depresión era ella quien se encargaba de Samantha por completo, se esforzaba por recuperar el tiempo perdido y muy lentamente fue permitiendo que Elia y Enrique colaboraran de nuevo con esa responsabilidad.La cena era la única comida donde se podían sentar todos juntos a la mesa y la aprovechaban para contarse el avance de sus días; Thaly comentaba sobre su trabajo y las cosas locas que aparecían en el correo, Samantha narraba sobre lo que estudiaba y las asignaciones que tenía pendientes y los abuelos hacían uno que otro comentario sobre las diligencias o las ultimas noticias de La Asamblea, todas siempre incomprensibles para Samantha.En esa rutina transcurrieron ocho años desde la primera vez que Thaly y Samantha llegaron a la casa Adams a colmarla las risas. Samantha no podía quejarse por el cambio que había dado su vida pues había sido para mejor, no extrañaba a su papá, aunque en ciertas fechas especiales
La autoridad y el tono en la voz de Samantha tomaron a todos por sorpresa, aunado al hecho de que creían que dormía y, en cambio, había escuchado todo. Por un momento quedaron como congelados en el tiempo.Enrique se sujetaba el corazón temiendo que éste se le saliera del pecho. Elia había dejado caer de forma estruendosa una serie de objetos que Samantha alcanzó a identificar como las campanillas de viento que escuchó. Thaly reprimió un grito llevando sus manos a la boca y fuera de esos gestos, ninguno se movió.—¡¿Y bien?! —gritó otra vez mientras se sentaba en la mesa y se arrimaba al borde para bajarse.El piso estaba frío bajo sus pies descalzos, pero le aportó frescura al calor de la rabia que la invadía. Estaba despierta y bien atenta mirando a su alrededor con los ojos como platos. Había velas amontonadas en una esquina que aún humeaban un poco, eran de distintos tamaños, formas y colores. Su abuelo sostenía una caja rectangular de madera desgastada y agrietada en sus manos, t