Adair no perdió tiempo. Caminó hacía la carreta y apresuradamente la empujó. Como estaba en dirección contraria, tuvo que darle vuelta primero. Nicolás ya había salido a observar a su hijo mientras se marchaba. Adair llevó la carreta; mientras se balanceaba de un lado a otro al compás de rechinido. Aligeró el paso con tal de alcanzar al chico que iba a lo lejos. Cuando estuvo por detrás de él, meneó la carreta al lado derecho con la intención de ponerse a un lado de Caeli; sin embargo, cuando la esquina de la carreta llegó a un costado de él, éste caminó aún más rápido.
Adair trató de mantener el ritmo; pero cuando intentó moverse más rápido su estómago se quejó. Disminuyó la velocidad tratando de no perder de vista al chico. Pasó entre la gente, esquivando de un lado a otro. Estirando el cuello para verificar que Caeli no se hubiera ido muy lejos. Sin embargo, a pesar de ser alto y estar por unos céntimos arrib
La rama producía un sonido de arrastre; mientras Adair la jalaba. Tras ella dejó un camino marcado sobre la tierra. Las hojas se amontonaban en las puntas dificultando aún más el movimiento. Caeli ya había acomodado la leña sobre la carreta, ocupando gran parte del espacio. Adair colocó la rama a un lado de la carreta y comenzó a romperla. Soltando suspiros para tranquilizar su estómago después de cada pedazo antes de arrojarlo sobre las demás.Por un tiempo lo único que se escuchó fue el ruido del árbol rompiéndose, interrumpidas por las exhalaciones de Adair; en tanto el viento los acompañaba con el rozar de las hojas en los árboles, las cuales, producían un sonido parecido a la lluvia. Cuando terminó con la rama, Adair tomó el lazo para amarrarlo tal y como lo había hecho Caeli. Lo ató abajo con un nudo fuerte. Luego, la tomó por el manillar antes de levantarla. La leña se inclinó hacia el frente; pero fue de
La joven dio media vuelta y se adentró en los estantes tras el mostrador. Adair escuchó el sonido de objetos moviéndose junto con el suave crujir de la corteza del pan. Un momento después, Fabiola volvió con una pequeña cesta en la mano. La cual, tenía un trozo de papel Manila en el fondo, donde reposaban diferentes tipos de postres; pero con una forma similar.La joven colocó la cesta sobre el mostrador. Una de sus manos sujetaba unas pinzas pequeñas - estos son todos los que hay con esa forma.Adair dio un paso más cerca. Observó los que estaban en la superficie; pero ninguno era el que quería - No son los que busco - negó con la cabeza. Retrocedió un paso con la intención de marcharse.-¿Qué tal los de abajo? - Fabiola movió los panes con las pinzas. Descubriendo los que se ocultaban en el fondo - ¿tampoc
En ese momento no pensó en nada. Ni se dio cuenta si Caeli se iba o no. Agarró su vientre, con la agonía marcada en sus gestos. Respiró hondo. Sintiendo por fin el alivio. Al sacar todo lo malo en su estómago, sus tripas por fin se calmaron. Su mente comenzó a ser consciente de su entorno. Creyó que Caeli se había marchado; ¿pero quién diría que estira esperando pacientemente tras él?.Adair de pronto escuchó la voz - ¿estás bien? - al principio se sobresaltó; pero enseguida se calmó. Sabía quién era; por tal motivo se negó a volver. Tenía miedo que el malestar regresara - ¿necesitas ayuda? - el tono de voz era neutro, ni preocupado ni molesto.Sintiéndose cansado, Adair sacudió la cabeza en negación. A pesar del sufrimiento, por el que se vio obligado a padecer en todo el día, agradeció porque este fue la causa que lo ayudó a que Caeli cediera. Teniendo por f
Pasó por la puerta principal. Sus pasos suaves y calculados. Su respiración baja, sin emitir el más ligero silbido de aire. Cerró la puerta, empujándola delicadamente con sus dedos. La madera topó al borde. Adair le dio un leve impulso para que cerrara. El cerrojo hizo click. Enseguida, se escucharon los pasos desde adentro. Chasqueó los labios, preparándose para su condena.Pronto, la cara de una mujer se asomó por la puerta. Con los ojos abiertos en duda. Parpadeó; en tanto reconocía al invasor en su casa - Ah - la comprensión llegó a su cara - eres tú. Creí haber escuchado la puerta - Sus habilidades eran realmente aterradoras. Los intentos de pasar desapercibido fueron en vano. Quería evitar una nueva tortura antes de recuperarse por completo. La señora salió completamente para estar frente a él. Dobló el cuello para ver a su gigante hijo a los ojos; a la vez que se secaba las manos en el delantal - la cena
El agua chapoteaba con cada paso apresurado. Las gotas se esparcían alrededor. Como si estuvieran abriendo camino recibiendo a Adair con gusto. El liquido se miraba oscuro. Las rocas en el fondo producían un resplandor blanco. Como si fueran un millón de ojos que aseguraban que Adair cayera en la locura. Manipulado por el hechizo del bosque. Retenido por las ramas de los árboles. Atrapando su mente y envolviéndola en el dolor para que nunca pudiera escapar.Conforme se hundía, sus piernas se volvieron pesadas. Haciendo difícil correr. Llegó a la mitad del lago, donde la profundidad alcanzaba la mitad de sus piernas. Los dedos de sus pies se entumecieron por el frío. Cada bello de su cuerpo estaba erizo. Tomando una gran bocanada de aire, dejó que su cuerpo cayera de espaldas. El agua subió por sus costados, atrapando su cuerpo. Llevándose el calor que emanaba. Pronto, su cara se sumergió, hasta que no quedó ni u
El cuerpo enteró de Adair se tensó. Apretando fuertemente la almohada. Las venas de sus manos se abultaron; mientras el cincho impactaba en su piel, dejando marcas al rojo vivo en toda la espalda. Apretó los dientes sin emitir un sólo quejido hasta que el señor se detuvo. Adair levantó la vista, encontrándose con los ojos fríos del hombre. El desprecio se podía ver a través de ellos; mientras enrollaba el cinturón en su mano. No le dedicó ni una sola palabra ni regaño, simplemente, se giró y salió, cerrando la puerta tras él.Los sentimientos de Adair estaban dormidos. Así los mantuvo desde un tiempo atrás. No guardaba rencor ni algún sentimiento cálido hacia nadie; pero, sin querer una persona abrió una brecha agitando sus sentidos, lo que lo frustraba. No quería y debía hundir esa sensación. Con rabia, apretó tanto la almohada que incluso amenazó con romperse. S
Caeli colocó el recipiente a un lado de Adair. Sumergió la navaja en el agua. Luego dio un paso más cerca. Se inclinó, con una mano tomó su mejilla; mientras que la otra topó la navaja a su piel. El metal estaba frío. La humedad hacía que se deslizara fácilmente. Caeli deslizó el filo hasta llegar a la barbilla. Después, alargó el brazo a un lado para sumergir el cuchillo en el recipiente. Al sacarlo, sacudió el exceso de humedad en él. Luego, se volvió a inclinar sobre Adair.Su rostro estaba tan cerca que Adair podía sentir el aliento cálido en la piel sensible. Sus delgados dedos lo presionaron fuerte sobre la barba incipiente. Caeli dio un paso a su izquierda, una de sus piernas se chocó contra la de Adair. Como sus piernas le impedían rodearlo, Adair las encogió. Caeli estaba concentrado en él. Se colocó enfrente, dándole una vista completa de todos sus gestos. Sus cejas fruncidas hacían que el corazón de A
Esas palabras fueron como brasas ardientes quemando su alma. No pudo soportarlo más; entonces se levantó y con pasos rápidos se alejó. Atravesó el patio sin mirar atrás. En cuestión de segundos salió a la calle. Justo en la entrada, se topó con don Nicolás - ¿Adair? - el viejo se sorprendió; pero Adair no le dio tiempo de hacer más preguntas cuando lo esquivó y se fue - ¡oye!, ¡regresa! - lo ignoró. Como si no fuera más que el zumbido de una mosca. Por esa vez, no le tuvo miedo a sus palabras.Por más fastidio que le diera, regresó a casa. Ya estaba por anochecer; pero aunque le resultare acogedor el bosque, siempre se veía obligado a volver. Se quedó parado frente a la puerta, pensando seriamente si debla entrar directamente o saltar por la pared del patio. Pero recordó que el patio daba acceso directo a la cocina desde donde su madre se percataba hasta de las hojas que lleva el viento; por lo tanto, decidió em