Esas palabras fueron como brasas ardientes quemando su alma. No pudo soportarlo más; entonces se levantó y con pasos rápidos se alejó. Atravesó el patio sin mirar atrás. En cuestión de segundos salió a la calle. Justo en la entrada, se topó con don Nicolás - ¿Adair? - el viejo se sorprendió; pero Adair no le dio tiempo de hacer más preguntas cuando lo esquivó y se fue - ¡oye!, ¡regresa! - lo ignoró. Como si no fuera más que el zumbido de una mosca. Por esa vez, no le tuvo miedo a sus palabras.
Por más fastidio que le diera, regresó a casa. Ya estaba por anochecer; pero aunque le resultare acogedor el bosque, siempre se veía obligado a volver. Se quedó parado frente a la puerta, pensando seriamente si debla entrar directamente o saltar por la pared del patio. Pero recordó que el patio daba acceso directo a la cocina desde donde su madre se percataba hasta de las hojas que lleva el viento; por lo tanto, decidió em
De repente, Caeli se volteó completamente hacía él. Sus ojos cafés deslumbraba con el reflejo del sol. Como si atraparan la luz, adueñándose de ella completamente - Mañana - Adair temía lo que fuera a salir por esos labios - ¿qué más harás?.Adair pensó - nada.-¿puedes acompañarme al cementerio? - había cierta timidez en su mirada que perdía a Adair; sin embargo, tocó un punto que él no estaba dispuesto a romper.Frunció el ceño - ¿para qué?.Caeli guardó silencio. Dio media vuelta antes de decir - para nada, debo regresar - dicho eso y se fue por donde había venido.Adair se quedó perplejo, sin comprender nada. Su cuello dolió por seguir la figura de Caeli hasta que se desvaneció. “Visitar la tumba de
Reprimiendo el sentimiento al verlo, se acercó por la espalda. Caeli se inclinaba en una tumba. Alrededor de esa lapida no había otras hasta una distancia considerable. Todo el espacio estaba limpio. Caeli colocó las hojas en un montón por un lado. Con la yema de los dedos, sacudió la tierra sobre el cemento donde estaba hincado. Frente a él, un bloque de concretó se alzaba, con un epitafio esculpido en el cemento puro.Adair se aclaró la garganta. Caeli detuvo sus movimientos por un segundo, luego, continuó limpiando. Pequeños rastros de árbol fueron lanzados a la tierra - tu padre me dijo que no quisiste que te acompañara.Caeli se inclinó. Sopló la basura de las letras antes de decir - Él me cuida demasiado cada vez que me acompaña - inhaló para volver a soplar - aleja a cada persona que se me acerca. Pero no le gusta que venga solo, por eso te pedí que vin
Su aliento cálido traspasó la tela, calentando la piel de Adair. Sus brazos rodearon el cuerpo delgado, sintiéndose frágil en su agarre. Una mano cubría los hombros de Caeli; en tanto la otra sujetaba su espalda. El pequeño cuerpo se paralizó antes de que sus dedos se sujetaran de su camisa. Adair bajó la cabeza. Enterró la nariz en el cabello disperso e inhaló. El olor lo deleitó. Tenía un aroma fresco y limpio. Se sorprendió, porque a pesar de haber caminado por largo tiempo no había indicios de sudor en su cuerpo.Agitó el pelo con su nariz antes de decir - Mantente ahí, yo te guiaré - La cabeza escondida asintió. Adair sonrió. Caeli levantó la cabeza, ocultando su rostro bajo su quijada. Los brazos de Adair se apretaron aún más. Luego, miró hacía el matorral - Ahí vamos - informó.Luego, se agachó. Esquivó ramas que apuntaban a su cara. El cuerpo de Caeli
Adair se perdió por un segundo. Una pequeña parte despierta de su mente lo mantenía firme sobre sus pies; mientras que el resto lo incitaba a envolverse en los brazos de la gélida agua. Como si estuviera atado por cadenas que lo jalaban con fuerza. Sin darle escapatoria. De pronto, una mano se posó en su hombro. Sobresaltado, se giró rápidamente dando un paso atrás. Al mismo tiempo, Caeli también se sobresalto. Sus grandes ojos lo miraban asustado mientras alzaba la mano paralizado; pero al instante se recompuso.Adair se sintió culpable. Se volteó completamente hacía él - lo siento - Caeli bajó la mano tranquilamente. Adair la tomó de los dedos - Perdón - susurró sinceramente.Aún no conseguía comprender porqué su corazón dolía tanto cuando agitaba los sentimientos de Caeli. El más mínimo malestar en él le producía un sufrimiento insoportable. Podría ser porq
Sus palabras no eran más que verdad. Incluso el propio Adair había pensado en la muerte. Su sentido de vida se marchó. Se dejó atrapar por el dolor que incluso intentó suicidarse en ese mismo lago; pero no tenía el valor para llegar al final. Haciéndolo sentirse aún más culpable. Creyendo que era merecido el castigo de estar vivo, para pagar por sus penas. Sintiéndose impotente, inútil; puesto que Biel, le mostraba tanto su felicidad que nunca se dio cuenta de la tristeza que lo invadía. Nunca vio un indicio de melancolía en su cara o tal vez Adair era tan feliz a su lado que nunca le prestó atención a su dolor.Las lágrimas se derramaban de sus ojos. Humedeciendo sus pestañas. Dejando un rastro por las mejillas de Adair hasta llegar a la barbilla. Su piel estaba sonrosada; mientras las gotas caían en su regazo, una tras otra. Su visión era borrosa a través de sus ojos apenas abiertos. Los trozos fueron desprend
Lo llevó por los árboles y lo pasó por los arbustos tal y como entraron. Aumentó la velocidad; si bien, no tuvo heridas graves, su piel obtuvo ligeros raspones. Apresuró sus pasos hasta llegar al pueblo y regresar a casa a mitad del tiempo promedio. Pero, Caeli seguía extraño. En todo el camino evitó su mirada incómodo. Si Adair le hacía alguna pregunta, daba una respuesta simple, como si quisiera evadirlo. Adair suspiró internamente.“Realmente, sí se enojó”.Creyó que en verdad se había ofendido con lo que dijo en el bosque; pero trataba de disimularlo. Sus sospechas fueron aclaradas cuando llegaron al taller. En donde Caeli no le dedicó ni una mirada de soslayo antes de ir directo al patio. El taller estaba vacío, dejando sólo a Adair en medio de las herramientas. Esperó por un momento. No podía ser grosero y entrar sin ser invitado. Estaba a punto de irse
En todo el camino de regreso a casa olvidó por completo el dolor de sus brazos; debido a que el enojo cosía su cerebro. Esa noche no acompañó a su madre a cenar. Ya que su padre había estado con ella. Al acostarse en la cama, la suave sensación de las sabanas despertó el cansancio del día; por lo tanto, no tardó mucho en quedarse dormido.Por alguna razón, sentía una sensación de paz consigo mismo. Lo que lo hizo descansar profundamente. Era como si el peso de una gran piedra hubiera dejado de presionar sobre su espalda. Cuando despertó, fue como si su cuerpo hubiera pasado por una etapa de renovación. Tan a gusto que incluso dudó al levantarse; pero estaba decidido a hacerlo. El día anterior se había llenado de un impulso incomprensible de estar cerca de Caeli. Él era su cura. Era el medicamento que lo ayudaba a sanar; a su vez, él quería ser para Caeli el escudo que lo protegía. La lanza que luchara en su mano
El agua se escurrió desde su cabello. Deslizándose en finas gotas a través de sus hombros. Mojando su pecho frío. Movió las piernas, empujando el agua para abrirse paso. Salió a la orilla. Paseó su vista alrededor buscando la camisa que había tirado. Cuando la divisó, estiró su cuerpo hacía abajo para alcanzarla. La tomó con la punta de sus dedos. Luego, la sacudió antes de agarrarla con las dos manos. Introdujo los brazos en las mangas sin siquiera esperar a secarse. Varias partes de la tela se pegaron a su piel. Haciéndola lucir más ajustada; mientras la abrochaba.La ropa interior se pegó a su piel. Marcando el bulto que resaltaba enfrente. Acabó de ponerse los zapatos y pantalones rápidamente. Luego, corrió hacía afuera. Cuando salió del bosque, las nubes se transformaron de color gris oscuro. El amanecer estaba cerca; así que tenía que apresurarse. Corrió como alma que lleva el viento. Su cabello fluía, las