Adair sonrió apenado. Preguntándose si era notable su ansiedad. Pero aún así estiró el brazo - Con permiso - ignoró la vergüenza al escoger el siguiente, esa vez, de una forma diferente.-Sabroso, ¿no? - mientras comía, Nicolás preguntó.-Sí, muy bueno - Adair se deleitó con el sabor hasta que se lo acabó. Sintiéndose lleno, le fue difícil beber el resto del café. Cuando terminó, bajó la taza y soltó un largo suspiro - ¡Aah! - depositó la taza en la mesa produciendo un suave sonido. Su estómago se abultaba ligeramente, sobresaliendo a través de la tela; en tanto lo sobaba con una mano.-A Caeli le gusta mucho este pan - Nicolás tomó un trago antes de añadir - Se acaba rápido y sólo lo hacen en una panadería; por eso tengo que ir temprano - mordió el pan. Las migajas caían sobre su barba y no se desprendían.Subconscientemente, Adair sacudió la suya con los dedos. Mandando a volar varios pedacitos por el suelo - ¿en serio? - se lamió los restos de los labios - Tiene razón, es muy bueno
Nicolás aceptó sus palabras; pero no sabía si era porque confiaba en ellas o porque no tenía otra opción. Entraron al taller y esperaron. No pasó mucho tiempo cuando Caeli regresó. Vestía la misma ropa floja para su cuerpo delgado. A diferencia de los zapatos, los cuales, eran más ligeros que los que usaba normalmente. No había dado un paso más de la puerta cuando Nicolás habló.-Ve por la carreta.Caeli se detuvo antes de regresar al interior. Nicolás se distrajo en el horno. Ignorando a Adair quién seguía sin moverse a un lado. De pronto, a lo lejos, se comenzó a escuchar un rechinido que poco a poco se iba acercando. Después, la puerta recibió un golpe y fue empujada. Una superficie de madera, soportada por una estructura metálica adherida a una llanta, se abrió paso a través del estrecho espacio en la puerta hecha perfectamente para su tamaño.Caeli entró justo después - Vamos - la llanta se balanceaba hacía los lados, inestable, produciendo un ruido chirriante que se escuchaba de
Giró la vista alrededor, buscando algún árbol seco. Caminó, hundiendo las hojas con sus zapatos. Estaba a punto de dar la vuelta cuando vio una enorme rama en el suelo. Desde lejos, no se podía ver si estaba seca o no; por consiguiente, se acercó. La vara larga de madera tenía varias puntas sobresalientes, como si fueran dedos curvados en varias direcciones. Su grosor era considerable. Cuando Adair se acercó, vio que ya había perdido la vida. Lo que la hacía frágil y fácil de romper.Con ambas manos sujetó la rama. Sintiendo lo áspero de la corteza podrida a punto de caerse. Ignorando las puntas que picaban sus palmas, la arrastró. Su peso era manejable dado que su interior ya no contenía la más mínima humedad. Empujó los pies hacía atrás, retr
Tragó saliva antes de hablar - Se lastimó - fue directo al grano. Nicolás abrió los ojos, alarmado - Tiene una herida en el brazo; aunque no es preocupante, no fui capaz de traerlo ileso - bajó la cabeza. Sus manos se apretaron en su pantalón. Tan duro que arrugó la tela entre sus dedos.El color abandonó la cara de Nicolás. Al siguiente instante se recuperó. Juntando las cejas, bajó los brazos - Entiendo - su voz comprimida, oprimía el enojo en ella. La respiración de Nicolás estaba agitada, como si en cualquier momento fuera a explotar - Regresa a casa por hoy, te avisaré si vuelves mañana.Mientras el corazón de Adair caía en un hoyo sin fin, Nicolás le dio la espalda. En tanto veía al viejo alejarse con pasos firmes, un aura imponente desprendía de él. Un ligero temor empezó a crecer en Adair. Preguntándose
Subió a su habitación, se quitó los zapatos y los dejó a un lado de la puerta. No quería que su madre subiera y lo regañara otra vez; así que bajó lo antes posible. Atravesó las escaleras silenciosamente. Sus calcetines suaves amortiguaban el sonido de la madera. Al llegar al final, cruzó el pasillo hacia la cocina. El patio estaba limpió, sin una hoja que pudiera obstruir la vista. La puerta de la cocina estaba abierta. A la mesa, sólo su madre ocupaba una de las sillas que la rodeaban.-¿padre no regresará hoy? - Adair interrumpió.Con los codos sobre la mesa, la señora unía sus manos a la altura de su frente. Sus labios se movían sin pronunciar una palabra. Adair entró y sacó una silla. Sólo después de haberse sentado su madre respondió - No - bajó los brazos - está muy ocupado - levantó la vista - comeremos sin él.
Mientras cargaba un brazo flexionado; mientras acostaba los leños con la otra mano, la puerta se abrió de repente. Nicolás se sorprendió por un leve instante antes de reconocer al joven en su taller. Luego, aligeró su expresión antes de decir - Necesitaremos más leña, no hay suficiente para la cocina.Adair abrazo los palos. Se volteó y dobló las rodillas para dejarlos caer junto con el resto - ¿iré hoy? - dijo, en tanto componía leños dispersos. Colocándolos de manera recta a los otros.-así es - después de una pausa añadió - Caeli irá contigo.Las manos de Adair se detuvieron por un segundo. Luego, como si nada hubiera pasado, siguió su labor. Se levantó, la carreta ya estaba vacía. Mientras sacudía sus manos, botando la tierra en ellas - ¿es seguro que él vaya? - miró a Nicolás.&nb
Adair no perdió tiempo. Caminó hacía la carreta y apresuradamente la empujó. Como estaba en dirección contraria, tuvo que darle vuelta primero. Nicolás ya había salido a observar a su hijo mientras se marchaba. Adair llevó la carreta; mientras se balanceaba de un lado a otro al compás de rechinido. Aligeró el paso con tal de alcanzar al chico que iba a lo lejos. Cuando estuvo por detrás de él, meneó la carreta al lado derecho con la intención de ponerse a un lado de Caeli; sin embargo, cuando la esquina de la carreta llegó a un costado de él, éste caminó aún más rápido.Adair trató de mantener el ritmo; pero cuando intentó moverse más rápido su estómago se quejó. Disminuyó la velocidad tratando de no perder de vista al chico. Pasó entre la gente, esquivando de un lado a otro. Estirando el cuello para verificar que Caeli no se hubiera ido muy lejos. Sin embargo, a pesar de ser alto y estar por unos céntimos arrib
La rama producía un sonido de arrastre; mientras Adair la jalaba. Tras ella dejó un camino marcado sobre la tierra. Las hojas se amontonaban en las puntas dificultando aún más el movimiento. Caeli ya había acomodado la leña sobre la carreta, ocupando gran parte del espacio. Adair colocó la rama a un lado de la carreta y comenzó a romperla. Soltando suspiros para tranquilizar su estómago después de cada pedazo antes de arrojarlo sobre las demás.Por un tiempo lo único que se escuchó fue el ruido del árbol rompiéndose, interrumpidas por las exhalaciones de Adair; en tanto el viento los acompañaba con el rozar de las hojas en los árboles, las cuales, producían un sonido parecido a la lluvia. Cuando terminó con la rama, Adair tomó el lazo para amarrarlo tal y como lo había hecho Caeli. Lo ató abajo con un nudo fuerte. Luego, la tomó por el manillar antes de levantarla. La leña se inclinó hacia el frente; pero fue de