Capítulo XII: Pequeño descuido

Giró la vista alrededor, buscando algún árbol seco. Caminó, hundiendo las hojas con sus zapatos. Estaba a punto de dar la vuelta cuando vio una enorme rama en el suelo. Desde lejos, no se podía ver si estaba seca o no; por consiguiente, se acercó. La vara larga de madera tenía varias puntas sobresalientes, como si fueran dedos curvados en varias direcciones. Su grosor era considerable. Cuando Adair se acercó, vio que ya había perdido la vida. Lo que la hacía frágil y fácil de romper.

Con ambas manos sujetó la rama. Sintiendo lo áspero de la corteza podrida a punto de caerse. Ignorando las puntas que picaban sus palmas, la arrastró. Su peso era manejable dado que su interior ya no contenía la más mínima humedad. Empujó los pies hacía atrás, retr

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