—Me gusta Dione—se dijo en voz alta cuando la imagen de Billie llegó a su cabeza—. Adam, te gusta Dione.
Se lanzó a su cama boca abajo, no podía continuar escribiendo porque cada letra le recordaba a Billie. ¡Qué injusto era!
Suma se subió a la cama y pasó su lengua por su cara, Adam se movió y luego se rió al ver a su perra.
—Eres una niña muy loca, Suma—le dio un beso y la cabeza—. Si tanto solo todo fuese tan fácil, así como tú lo eres—la perra se subió a su pecho y se acostó sobre él—. Me siento tonto cada vez que te hablo porque sé que no me entiendes.
Miró su
Dione sonrió al leer el mensaje de Adam, llevaba gran parte del día conversando con él. Le había pedido que pasase la tarde ese día para que pudiese hablar con Billie, a pesar de que a veces sentía que Billie gustaba de Adam, ella entendía que eran amigos y por eso creía que era necesario que arreglasen lo que sea que tuviesen.— ¿Adam y tú están saliendo? —le preguntó Billie.—No realmente, sólo tenemos algo—comentó y suspiró—. En algún momento regresaré a Asderma.— ¿Regresarás? —ella asintió.—Cuando las vacaciones terminen—comentó&md
Martin miró a su amigo quién mantenía su atención en el celular y sonrió ante la idea que se le llegó a la cabeza. Lo miró por encima y notó que hablaba con Dione, negó con la cabeza para luego hablarle:—No soy experto en el psicoanálisis pero es evidente que no la amas—le dijo su mejor amigo mientras salían de clases. Adam rodó los ojos y no dijo nada—. Hermano, sabes que la que te gusta es Billie y Dione es solo una fantasía rara que se volvió realidad. Freud lo dijo una vez...—No me gusta Billie—respondió Adam interrumpiendo—. Y deja de usar tu psicología barata conmigo.— ¿Psicología barata? —se llevó
«Billie, Billie, Billie»Fue lo único que Adam escribió, tenía una hora frente a la pantalla de su ordenador y sólo había escrito su hombre. Lo peor es que no sabía por qué lo hacía, no le gustaba Billie, no podía gustarle, él estaba ya con Dione y no quería arruinar lo que tenían. Además, Billie era su amiga, y los amigos no podían gustarse, era ley, y si la rompías estabas condenado a vivir en la zona de amigos para toda tu vida y él no pensaba pasar por eso.Nunca había pasado por eso y no quería que fuese ella quién lo hiciera por primera vez. A Adam le daba miedo el amor, temía de enamorarse desde que había visto a su hermana envuelta en lágrimas al terminar c
Al salir de clases se dirigió a Sunny Ice, Billie se encontraba en la caja atendiendo a Bruno y a Alan. Adam se alegró de verlos ya que no los había visto en varios días y se acercó a ellos para saludarlos y aprovechar pedir su helado también. Ambos chicos lo saludaron alegremente y lo esperaron a que comprara su helado.—Hola Adam, ¿lo de siempre? —preguntó Billie, Adam la miró.«No me gustas, Billie»—pensó, se había repetido esa frase durante la noche anterior en un intento de calmar su insomnio.—Sí, por favor—Billie asintió y le dio el monto que debía pagar, Adam sacó un billete y se lo entregó para que luego ella le dier
«No puedo lastimarlo, no a él»—pensó al abrazarlo.Y es que ella sabía la verdad, el problema es que no quería decirle. Tenía que decirle porque se iría y luego nada volvería a ser lo mismo.Pero era complicado, ella nunca se había sentido de esa forma con nadie y ahora se sentía así con él. ¿Cómo podía soltarse de eso? Ella conocía la verdad que se encontraba en sus ojos y no le gustaba.Siempre se consideró la clase de persona que lograba todo lo que se proponía sin importar qué, pero ¿tenerlo a él? Era difícil soltarse de algo que le pedía que no lo hiciera. Adam era tan diferente al resto, amaba eso de &
Otra vez volvió a escribir su nombre, Martin lo estaba molestando con que era su inconsciente hablando por sí solo. En su Instituto habían realizado una charla sobre profesiones y desde entonces andaba nombrando ejemplos o teorías psicológicas que a Adam le tenían harto. Caminó hasta Sunny Ice buscando a Dione, la vió hablando con Billie y decidió que lo mejor era sentarse hasta que ellas se separaran.Sacó su libreta y empezó a escribir, esta vez era algo nuevo, algo que nunca había pensado, plasmó todas las ideas que le habían llegado en clase de química en esa hoja y de ahí empezó a escribir una historia. No hablaba de Billie ni de Dione, sólo era él y el mundo (y los personajes que iba poco a poco creando).
—Siempre he visto a mi chica perfecta como la clase de chica a la que no le importaría que hora es, estaría disponible para escaparse conmigo por un helado o algo de comer—dijo el pelinegro a la chica que acaba de conocer.— ¿Y Dione es así? —le preguntó ella. Ambos estaban caminando por el parque, habían decidido dejar la heladería debido a que se les hacía un poco hablar sobre ellas si ambas chicas se encontraban ahí.—Creo—dijo—. No es como si le hubiese escrito a las doce de la noche para ir a comernos unos tacos—volteó a ver a Irene—. Aunque nos sería mala idea.—Puedes intentar y ver, siempre es bueno tener a alguien con quién comer en la
¿Cómo es que todo se complicó tan rápido?¿Cómo se complicó para él?Un día era aspirante a escritor cuya vida amorosa era más triste que el propio final de Titanic y al otro día estaba en una guerra consigo mismo para saber cuál era la chica que le gustaba.Aunque claro, Adam se había encargado a negarse cualquier posibilidad de ello. Él nunca se había sentido así de confundido como lo estaba ahí, sentado en su heladería favorita observando a ambas chicas trabajar.Billie pasaba de una mesa a otra entregando los pedidos de helados mientras que Dione los recibía en la caja y cobraba los pedidos. Cada una