«Billie, Billie, Billie»
Fue lo único que Adam escribió, tenía una hora frente a la pantalla de su ordenador y sólo había escrito su hombre. Lo peor es que no sabía por qué lo hacía, no le gustaba Billie, no podía gustarle, él estaba ya con Dione y no quería arruinar lo que tenían. Además, Billie era su amiga, y los amigos no podían gustarse, era ley, y si la rompías estabas condenado a vivir en la zona de amigos para toda tu vida y él no pensaba pasar por eso.
Nunca había pasado por eso y no quería que fuese ella quién lo hiciera por primera vez. A Adam le daba miedo el amor, temía de enamorarse desde que había visto a su hermana envuelta en lágrimas al terminar c
Al salir de clases se dirigió a Sunny Ice, Billie se encontraba en la caja atendiendo a Bruno y a Alan. Adam se alegró de verlos ya que no los había visto en varios días y se acercó a ellos para saludarlos y aprovechar pedir su helado también. Ambos chicos lo saludaron alegremente y lo esperaron a que comprara su helado.—Hola Adam, ¿lo de siempre? —preguntó Billie, Adam la miró.«No me gustas, Billie»—pensó, se había repetido esa frase durante la noche anterior en un intento de calmar su insomnio.—Sí, por favor—Billie asintió y le dio el monto que debía pagar, Adam sacó un billete y se lo entregó para que luego ella le dier
«No puedo lastimarlo, no a él»—pensó al abrazarlo.Y es que ella sabía la verdad, el problema es que no quería decirle. Tenía que decirle porque se iría y luego nada volvería a ser lo mismo.Pero era complicado, ella nunca se había sentido de esa forma con nadie y ahora se sentía así con él. ¿Cómo podía soltarse de eso? Ella conocía la verdad que se encontraba en sus ojos y no le gustaba.Siempre se consideró la clase de persona que lograba todo lo que se proponía sin importar qué, pero ¿tenerlo a él? Era difícil soltarse de algo que le pedía que no lo hiciera. Adam era tan diferente al resto, amaba eso de &
Otra vez volvió a escribir su nombre, Martin lo estaba molestando con que era su inconsciente hablando por sí solo. En su Instituto habían realizado una charla sobre profesiones y desde entonces andaba nombrando ejemplos o teorías psicológicas que a Adam le tenían harto. Caminó hasta Sunny Ice buscando a Dione, la vió hablando con Billie y decidió que lo mejor era sentarse hasta que ellas se separaran.Sacó su libreta y empezó a escribir, esta vez era algo nuevo, algo que nunca había pensado, plasmó todas las ideas que le habían llegado en clase de química en esa hoja y de ahí empezó a escribir una historia. No hablaba de Billie ni de Dione, sólo era él y el mundo (y los personajes que iba poco a poco creando).
—Siempre he visto a mi chica perfecta como la clase de chica a la que no le importaría que hora es, estaría disponible para escaparse conmigo por un helado o algo de comer—dijo el pelinegro a la chica que acaba de conocer.— ¿Y Dione es así? —le preguntó ella. Ambos estaban caminando por el parque, habían decidido dejar la heladería debido a que se les hacía un poco hablar sobre ellas si ambas chicas se encontraban ahí.—Creo—dijo—. No es como si le hubiese escrito a las doce de la noche para ir a comernos unos tacos—volteó a ver a Irene—. Aunque nos sería mala idea.—Puedes intentar y ver, siempre es bueno tener a alguien con quién comer en la
¿Cómo es que todo se complicó tan rápido?¿Cómo se complicó para él?Un día era aspirante a escritor cuya vida amorosa era más triste que el propio final de Titanic y al otro día estaba en una guerra consigo mismo para saber cuál era la chica que le gustaba.Aunque claro, Adam se había encargado a negarse cualquier posibilidad de ello. Él nunca se había sentido así de confundido como lo estaba ahí, sentado en su heladería favorita observando a ambas chicas trabajar.Billie pasaba de una mesa a otra entregando los pedidos de helados mientras que Dione los recibía en la caja y cobraba los pedidos. Cada una
Llegó lo más rápido que el taxi pudo hasta la casa de Martin, tocó varias veces el timbre hasta que él apareció.—Carajo, vas a romper el timbre—dijo el chico en un tono molesto pero con una sonrisa divertida en el rostro—. ¿Tanto me extrañas?—Me gusta Billie.—Wow—dijo Martin—. Estoy sorprendido, es que sí, completamente sorprendido—dijo sarcástico, Adam frunció el ceño.—Hablo en serio, me gusta Billie.—Yo también hablo en serio—respondió—. Por dios, dime algo que no sepa ya. Te dije, Freud no se equivoca. Lo que
Esa tarde le escribió a Dione para verse en el Centro Comercial de Coramora, el lugar era bastante grande y famoso, por lo que siempre se encontraba lleno. Adam decidió que podían recorrer un rato el lugar, acompañar a la chica a ver (y medirse) la ropa para luego invitarle comer una pizza en la feria de comida.Estaban en ese momento en una de las tantas tiendas de ropa, Adam estaba sentado en uno de los bancos frente a los probadores y Dione salió de ellos con un vestido azul puesto.— ¿Cuál vestido te gusta más? ¿Este o el anterior? —dijo Dione enseñándole el vestido que llevaba puesto.Adam la miró, era el sexto vestido que se había probado y estaba seguro que era el mismo.
—Eres un idiota—le dijo Martin caminando de un lado a otro luego de que Adam le contara lo que había sucedido el día anterior—. De verdad que lo eres.—Oye...más respeto aquí por favor.—No, es que ahhh—dijo y lo miró—Yo te digo: sal con ambas para hablar. Y tú escuchas: besa a una como si no hubiese un mañana.—Dione se irá.— ¿Y?Adam se quedó callado, no sabía siquiera qué decirle sobre ello.—Dione se da cuenta que te gusta Billie y t&