Forzada a vivir con el mafioso
Forzada a vivir con el mafioso
Por: Marian.C.
¡VENDIDA!

MIA

— ¿¡Porque hiciste eso!? — Exclamé completamente consternada por lo que acabo de escuchar. 

— No tuve otra opción. — Respondió mi padre sin verme al rostro. — Vendrá por ti dentro de una hora, necesito que tengas tus maletas preparadas. 

— ¡Papá, no puedes hacerme esto! — Las lágrimas bajan por mis mejillas como cascada. — ¡Mamá! 

La miro. Ella estaba hecha todo un mar de lágrimas, tanto que ni siquiera podía hablar, las palabras quedaban atoradas en su garganta y simplemente negaba con su cabeza. 

Mi padre tuvo la brillante idea de pedirle prestado a uno de los mafiosos más peligrosos de todo el país entero, y todo porque la ferretería, una pequeña empresa familiar se iba a la quiebra por su mala administración. Y no le bastó con asegurar que podía devolver el dinero en un mes, si no que me dio como una garantía. Ahora ha pasado un mes y aquel hombre está por entrar a la casa por mi. 

— No pienso irme con ese hombre. — Respondo con temple. — tengo 23 años y yo soy dueña de mis propias decisiones, tú eres quien debe responder ante tus actos ¡No lo debo hacer yo! — Exclamó al final. — ¡Me largo de aquí! — Corro directamente a las escaleras para ir a mi habitación.

— ¡Mia! — Escucho gritar a mi padre desde el piso de abajo. — ¡No puedes dejar a tu familia en medio de la tormenta! 

Bufo. Es irónico que diga eso, cuando literalmente vendió a su hija hace un mes atrás a un hombre que probablemente pueda matarme cuando se le dé la gana, o peor… abuse de mi, o quizás me convierta en una vendedora de drogas… ¡Dios!

Llevó las manos a mi rostro completamente enojada y triste, pero aun así no me deje vencer, comencé a empacar toda mi ropa en una gran maleta sin importar el orden, lo unico que tenia en mente ahora mismo es salir de mi casa y más nunca volver a este lugar. 

No me interesaba que le pasara a mis padres, solo quería salir y olvidarme de los dos, no me importaba meter toda mi vida en una maleta y dedicarme a viajar por todo el mundo. 

Dentro de mi habitación gurado un pequeño secreto y es que durante años he ahorrado dinero, con el que podría sobrevivir dos meses, mientras encuentre un trabajo. Nunca nadie me encontrará, sere un completo enigma para todos. 

El timbre de la casa suena y por una extraña razón siento como todo a mi alrededor comienza a ir más lento, puedo sentir como la sangre recorre todo mi cuerpo sin detenerse, una corriente fría recorre cada milímetro de mi piel y erizandola en el camino.

— ¡Mia! — gritó mi padre desde el primer piso. 

— M****a. — murmuró y llevó las manos hacia mi cabello peinandolo hacia atrás. — No pienso dejar que me lleven.

Abro la ventana de mi habitación y miró hacia abajo, la altura no era tanta, si me lanzaba, el máximo daño que podría hacerme es unos cuantos rasguños. Así que tomo la maleta y la lanzó al pasto. 

— ¡Mia! — La puerta de mi habitación se abre de golpe. Mi padre estaba notablemente furioso, pero me daba igual. 

Rápidamente saque mi cuerpo por la ventana y sin temor, brinque, nuevamente podía sentir como la sangre circulaba por todo mi cuerpo está vez con mucha fuerza, porque mi corazón latía rápido y frenético. 

Mi golpe fue amortiguado por la maleta, pero aún así todo dentro de mi comenzó a doler, pero me daba igual, debía huir de aquí lo más pronto posible. Me levanto y tomo mi maleta para comenzar a correr.

— ¡Allá va! — Escucho como alguien grita detrás de mí. Aquella voz no la conocía. 

Giro ligeramente mi cabeza hacia atrás y noto que varios hombres vestidos de traje corren detrás de mí. 

Suelto un chillido y trato de correr lo más rápido que pueda, pero mi piernas no parecían responder, porque justo uno de esos hombre me atrapó.

— ¡Suéltame! — Comienzo a forcejear. — ¡Suéltame maldito gorila! ¡Ayuda, me están secuestrando! — Grito lo más fuerte posible para que todos mis vecinos salieran a socorrerme, pero nadie salió de su casa. — ¡Ayy…!

No terminé de gritar cuando aquel hombre colocó su mano sobre mi boca amortiguando el sonido. Las lágrimas volvieron a bajar por mis mejillas al entrar de nuevo a la casa, la cual estaba repleta de hombre perfectamente vestidos, pero uno de ellos llamó mi atención, porque entre todos los hombres vestidos de traje, el suyo era más excéntrico y se notaba que era costoso. 

Levantó su mirada y pude apreciar unos ojos color esmeralda, su rostro estaba adornado con una barba perfectamente tupida y su cabello largo peinado a cada lado de su cara. Es un hombre muy guapo, pero cuando sabes de quién se trata y todo el daño que ha hecho la percepción cambia. 

— Mía. — Su voz suena ronca y varonil. Se acerca a mí con su imponente altura. — ¿Por qué quieres escapar de mí? — extiende su mano y acaricia mi mejilla. 

Mi cuerpo de inmediato se tensa y trato de zafarme, pero su gorila aún me sujeta.

— No me toques. — escupo llena de ira. — no pienso irme contigo.

Lo veo sonreír con malicia. 

— ¿Estás segura de eso? 

— Escaparé una y otra vez, no podrás luchar contra mi. 

— ¿En serio? — pregunta con incredulidad. — ¿Y si hago esto? 

En un movimiento rápido lo veo sacar un arma de la parte trasera del pantalón y apuntarle directamente a mi madre. Ella de inmediato comienza a llorar y titiritar.

— ¿Quieres ver morir a tu madre? — El me mira. 

Miro a mi madre la cual no deja de temblar, es tanto su miedo que sus pantalones se comenzaron a humedecer. 

— No. — respondo con las lágrimas al borde. 

— Está será la única y última advertencia. — Él baja su arma y pude ver cómo mi madre cayó de rodillas al suelo sobre su propia orina. — Soy Mikel Scopola, y tú serás mi mascota de ahora en adelante. 

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