DE ARMAS TOMAR

MIKEL

Desde que Tony Johnson prometió pagarme todo el dinero que le preste en un solo mes, supe que de inmediato que me iba a causar problemas, así que investigue a toda su familia, y desde el momento en el que vi a su única hija, supe que podría usarla como carnada y el no dudo en aceptarlo. 

He de decir que es una chica hermosa, con su cabello azabache que cubre toda su espalda, sus ojos marrones que te miran con inocencia, y sobre todo su cuerpo esbelto y curvilíneo. Tengo que admitir que puedo tenerla como mi juguete personal. 

— Llévala al auto. — Le ordenó. 

— ¡No, suéltame, maldito orangután! — Exclamaba mientras que la sacaban de la casa de sus padres a rastras.

Me giré para verlos y pude notar que estaban consternados, pero en cuestiones de negocios soy cruel y despiadado.

— Puedes recuperar a tu hija, cuando me pagues todo el dinero que me debes. — Le hablo a Tony. — Si no me pagas ella sufrirá las consecuencias, yo no bromeo, yo cumplo con mis promesas. 

Y sin más nada que decir de aquella deplorable escena salí dejando a la pareja atrás, podía escuchar el llanto de la mujer, pero ese no era mi problema, yo debo cobrar lo que me pertenece y en estos momentos esa chica es mía. 

Al subir al auto lo primero que veo es a Mia Jhonson a punto de asesinarme con la mirada, su cabello está revuelto, su suéter sucio por la grama del césped y su pantalón, justo en las rodillas estaba tintado de rojo. El auto comienza a ponerse en marcha.

— Dejame ir. — Fue lo primero que dijo. 

— No. — Respondo tajante. 

— Oye, yo no fui con quien hiciste un trato. — Me recuerda. — Debes cobrarle a mi padre, él fue quien te incumplio, yo ahora mismo debo ir en un avión directamente a algún país de sudamérica. 

— No me interesa tu triste historia. — Hago un ademán con mi mano dándole a entender que no me interesaba lo que ella estaba diciendo. 

— Solo déjame ir y prometo que no iré con las autoridades. 

La miró con incredulidad. 

— Entonces tú planeas denunciarme ante la policía.

— Si, con la oportunidad que tenga de escaparme lo haré. — Suelto una fuerte carcajada. — ¿Qué es tan gracioso?

—  Tu. — limpio las lágrimas falsas de mis ojos, y en un movimiento rápido la tengo acorralada sobre el espaldar del asiento. 

Puedo sentir cómo su corazón comienza a latir rápidamente, su piel se eriza y contiene la respiración. Nuestras miradas parecen conectarse como si fueran una sola, y eso me ponía los nervios de punta. 

Solo puedo recordar cómo me sentí cuando tuve su imagen en mis manos, una fuerte corriente recorrió todo mi cuerpo, y el deseo comenzó a surgir, tenía esa necesidad loca de hacer todo lo posible para que Tony Johnson no pagará su deuda conmigo, y aunque si él lo hubiera hecho, me la hubiera llevado lejos de él. 

Ahora que Mia Jhonson está bajo mi yugo puedo hacer lo que me plazca. 

— Escúchame bien Mia. — Susurro con un tono amenazador. — Soy el dueño de toda esta ciudad, nada pasa desapercibido para mí, cualquier que tenga la osadía de denunciarme tendra que atenerse a las consecuencias.  ¿Estás dispuesta a recibir ese castigo? 

— La verdad alguna vez sale a la luz. — Dice con gallardía. 

— Pero este no será el caso. —  Llevo mi mano a su mejilla, y puedo sentirla como se tensa aún más. 

— No me toques. — Dice entre dientes. — Si llegas a tocarme te pateare las pelotas. 

— Si solo quieres sentirlas debes decirme. 

Sin previo aviso abro sus piernas y rápidamente me pego a su zona y la escucho soltar un gemido. Mi miembro de inmediato comenzó a endurecerse.

¡Mierda! Está chica me va a volver loco. 

— ¡Alejate pervertido! — Ella comienza a golpear mi pecho. La tomó de las manos y me presionó aún más a ella. — M****a. — murmura.

— Podemos divertirnos si quieres. — me acerco aún más hasta el punto de rozar nuestros labios. — Tu estadía podría ser más amena. 

— ¿En serio? — el tono de Mia cambia a uno más ligero y dispuesta a caer en mis manos. 

— Si, puedo darte todo el placer que quieras. — me inclino hacia su mejilla dejando pequeños besos. — Solo tienes que pedirme que te haga mis. 

— Yo… yo… ¡Yo quiero que te alejes de mí! — No sé de dónde salió su fuerza pero ella me empujó lejos de su fogoso cuerpo. — Nunca en tu vida vuelvas a tocarme. 

Sin decir más nada, me acomodo sobre el asiento y miro por la ventana. Un cúmulo de sensaciones comienza a recorrer todo mi cuerpo y el enojo es el principal sentimiento. No puedo creer lo que acaba de suceder, y cada vez que lo pienso, la furia vuelve a encenderse dentro de mí. Aprieto los puños, tratando de contenerme, pero es inútil. Mi mente está llena de imágenes y palabras que solo avivan mi malestar.

Afortunadamente, no estábamos muy lejos de mi lujosa mansión. La imponente estructura aparece a lo lejos, y me siento aliviado de saber que pronto estaré en la seguridad de mi hogar. El coche se detiene suavemente frente a la entrada, y sin esperar, me bajo rápidamente. 

Mia se baja del otro lado del auto, notablemente enojada, pero me daba igual.

Mis hombres llegaron y de inmediato ordenó.

— Llévala con Gloria, que le dé un uniforme de alguna forma debe pagar la deuda de su padre.

— Como ordene señor. — Dice Martin, el jefe de mis guardaespaldas. — Acompañeme señorita. 

— No voy a ningún lado. — Ella se cruzada de brazos. 

Empuño mis manos y me acerco hasta donde el y sin pensarlo dos veces saco mi arma y le apunto. 

— Vas a seguir mis malditas órdenes si no quieres morir en el intento. 

— No te tengo miedo. — Su voz no se quiebra. — Y no voy a hacer lo que tú me digas.

Hago mi arma a un lado y la detonó Cerca de su pie. Mia cerró sus ojos con fuerza, tratando de controlar el miedo que le generó al detonar el arma. 

— La siguiente irá justo en la frente, ahora llévala lejos de mi vista. — Miro a Martin.

Martin toma del brazo a Mia y se la lleva adentro de la casa. Suelto un fuerte bufido, subo al auto nuevamente.

— Llévame al Club.

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