Capítulo tres.
Nemesis.
Se encontraba otra vez allí, en ese maldito estudio, no sabía con certeza la hora, únicamente que no había podido pegar ojo en lo poco que transcurrió de la noche. Estuvo horas intentando recibir alguna palabra, sonido, o cualquier signo de vida a través del enlace que compartía con Sirio. De el otro lado nada había emitido palabra. Algo andaba mal su hermano jamás le haría sentir tal desesperación como la que la embargaba en aquel momento.
—Magnus vendrá enseguida.
Asintió con la cabeza hacia un Bastián adormilado en ropas de dormir, agradeció que este saliera por la puerta dejándola sola con sus pensamientos. Prefería aquello a sumergirse en un sentimiento de incomodidad por la poca tolerancia que sentía hacia todos los habitantes de aquella corte.
Cuando la puerta del estudio se abrió no le bastó la anticipada preparación ante el aroma de Magnus, la esencia almizclada se adentro por sus fosas nasales volviendo cada nervio a la vida. Quizás si no estuviera tan preocupada y su corazón manchado de rencor, hubiera sucumbido ante el lazo, confesando su verdadera identidad y la sangre pura que corría por sus venas.
—¿Qué sucede?, he venido en cuanto Bastián me ha llamado.
Quizás si fuera otra chica, u otra vida se hubiese derretido ante la preocupación en su tono. Pero el caso era que jamás podría entregarse a él, o eso es lo que pensaba, ya que el rencor hacia su abandono y desprecio ante su pueblo, la hacen odiarlo con ímpetu.
—He pensado en tu propuesta. – Marcus aún seguía a su espalda, en vez de ponerla nerviosa eso la reconfortaba ya que un solo vistazo a el la hacia sentir emociones que no podía controlar—Estoy dispuesta a ayudarte, pero tengo una condición antes de continuar con nuestra alianza.
Jamás estaría preparada para la imagen que posó frente a sus ojos, un Alfa adormilado con la cabellera revuelta, descalzo y sin cualquier retazo de tela que cubriera la parte superior de su cuerpo. Todo en él se encontraba en los lugares correctos, cada músculo cincelado , cada vena en los fuertes brazos y manos. Ese tono mantecoso dejado por el cálido beso del sol.
Intento disimular el fallo que tuvo en su respiración con un fuerte carraspeo. El la miraba directamente sin siquiera pestañear, sus facciones una mezcla entre confusión y curiosidad. Él jamás podría darle nombre a esa atracción sin precedentes que estaba sintiendo, ya que ella guardaría su secreto siempre.
—¿Cuál es esa condición?.
—Quiero que saques a mi pueblo del asentamiento diez, a todos y cada uno de ellos . Cobijo, alimentos y protección.
—El palacio es grande para albergarlos a todos…
Lo cortó en medio de la frase negando con la cabeza, dejando los sentimientos de lado por un segundo.
—No, en el palacio no, quiero un predio grande para todos nosotros. Alejado de todo el Glamour y la gente de tu corte. Jamás encajaremos eso sería una incomodidad para ambos pueblos.
No supo por qué motivo frunció el ceño, quizás por no incluirse dentro de aquella corte que gobernaba al mundo entero, o por separarlos como si fuesen dos especies enemigas.
—Está hecho, en la tarde saldremos a buscarlos.
Volvió a negar con la cabeza , no podía confesarle el motivo de su desesperación, un Omega no posee ninguna cualidad y mucho menos la capacidad de crear enlaces entre personas. Si ella le confesaba de sus dones él sería lo suficientemente inteligente como para atar cabos ante esa inexplicable atracción.
—Al amanecer. En el momento en que mi familia esté a salvo ahí comenzaremos a hablar sobre nuestro trato. – se paró del asiento sin esperar respuesta alguna.— Que tengas buenas noches.
Y se fue dejándolo allí parado en medio del despacho.
Aun si darle un sí a su petición, a los primeros rayos del alba Némesis fue escoltada por Bastián a las caballerizas donde un grupo de diez guardias del castillo y un sinfín de carretas aguardaban la marcha. No divisó a Magnus pero por el tenue aroma de su esencia supo que ya se encontraba allí.
—Ven por aquí.
Bastián la llevó entre el gentío hacia una yegua de el puro color de el ónix, Némesis la acarició con amor embelesada con la fuerza del animal y el pelaje suave como la seda que se escurría de entre sus dedos.
—Esta es Laya, era la yegua de mi madre.
Se tenso ante la voz proveniente de su espalda, en lo más hondo de su alma sintió tristeza ante la pérdida y la agonía de su voz al pronunciar a su madre.
Némesis en algún
Momento de su vida anhelo recordar, saber lo que se siente el calor de una madre y un padre dándote el más puro de los amores. Con el pasar de los años y de las lunas ese anhelo fue borrado de su interior, tuvo que hacerse fuerte para defender y preservar al pueblo en ruinas que la cobijó con cariño.
No respondió nada ante la confesión de Magnus, tampoco se dio la vuelta para enfrentarlo. Era la primera vez en cuarenta años que tenía miedo de no poder controlarse a sí misma.
—Cuando estés preparada te seguiremos.
Sintió sus pasos alejándose, soltó el aire que no sabía que había contenido. Monto al precioso animal y lo condujo fuera de aquella ciudad que parecía de fantasía.
El camino transcurrió en silencio, uno muy incómodo. Podía sentir la mirada de todos aquellos extraños clavándose en su espalda. Los cuchicheos tampoco pasaban desapercibidos. Algunos la observaban con repulsión, ante su vestimenta raída y sucia, otros los más inteligentes guardaban su distancia fijando su mirada llena de miedo en ella. Si bien su olor corporal corresponde a un Omega, coda que ella se encargaba de mantener a cada segundo del día, debajo de su piel algo antiguo y poderoso se retorcía luchando por salir. Aquellos los más astutos, le hacían caso al instinto y no se acercaban sin saber a qué se debía ese sentimiento de alarma hacia ella.
—Estamos cerca.
Hablo por lo bajo, aunque no pronunció nombre alguno Magnus colocó su montura siguiendo el paso de la hermosa Laya.
——Cuéntame de tu pueblo, hay muchos niños?.
El rostro de Némesis se ensombreció, en los ojos de el Alfa pudo ver el sincero interés, y que aquella pregunta no había sido hecha con malicia, sin embargo no pudo evitar la ira que la invadió.
—No hay ninguno.
—¿Qué?, ¿por qué?.
—Los adultos hicimos un juramento, nadie traería niños al mundo. No sufrir el hambre y la desolación que vivimos.
—¿Acaso no quieren encontrar a su alma gemela?
Lo miro, con la estupefacción tatuada en el rostro. Magnus también la estaba observando con la misma curiosidad que un niño pequeño. Sus orbes brillaban de tal forma que las llamas parecían bailar dentro de estos.
—Somos una manada de Omegas, menos que Omegas. Una manada con apenas una pizca de sangre licántropo en nuestras venas, sabes que no existe eso de las almas gemelas en personas como nosotros, que ni siquiera somos el último eslabón de la jerarquía. Simplemente no pertenecemos a ella.
Frunció el ceño.
—No se necesita ser descendiente de un andrógino, un Alfa puro, ni tan siquiera un Beta para tener un alma gemela. El amor también existe para aquellos seres que ya vienen completos, y esa es la mejor parte. No hay ningún vínculo, ningún mandato divino que te dicte quien es para ti, es una elección por parte de ambos, elegirse sin tener una atadura por parte de el destino que te diga a quien tienes que amar.
Némesis le sonrió con sarcasmo.
—Un gran discurso para alguien que nos abandonó por no ser suficientemente importantes para él.
El dolor cruzó su rostro, deformando aquellas facciones hermosas. Némesis creyó sentir una punzada en su corazón, no tuvo tiempo para analizar lo sucedido cuando la voz de uno de los guardias de la realeza gritó por lo alto.
—Hemos llegado.
Instintivamente la cabeza de Némesis se giró hacia el frente y lo que vieron sus ojos rosas la destrozo completamente, frente a ella no había más que muerte y devastación.
Capítulo cuatro. Sus ojos no divisaban nada más que devastación, las antiguas casitas de madera se habían convertido en cimientos carbonizados, el lugar parecía más muerto que nunca. Némesis no tuvo que analizar demasiado el entorno, ninguna otra criatura que no fuesen los Abassy podían dejar en tal ruina un lugar.Y si ellos habían pasado por allí quería decir que todo su pueblo…No, se negaba a creer que su familia había tenido aquel trágico final. Aun sintiendo la presencia de Magnus a su espalda, dejó libre un vago vestigio de su poder dejándolo circular por el enlace que compartía con Sirio, forzándolo. En medio de el silencio que abrazaba aquel lugar en su mente una palabra pulula con debilidad. [Crisol].—Némesis, ¿a donde vas?.Las palabras le sonaron lejanas, ya había empezado a correr cuesta abajo en dirección a lo que parecía ser una cueva lejana. Veinte años atrás amenazados por la presencia de los Abassy y criaturas mucho menos poderosas pero no mortales, ella y su pue
Capítulo cinco.Despertó por un sonido extraño filtrándose por la ventana abierta, eran risas… risas de niños, aquel sonido llenó el alma de felicidad. Con rapidez se levantó del lecho y miró por la ventana. Frente a la casa a unos metros más allá se encontraba lo que parecía ser una institución para lobeznos, niños de todas las edades corren de aquí para allá bajo el hermoso sol primaveral. Némesis no se dio cuenta de que lloraba hasta que las lágrimas bajaron por su mentón. No había tristeza en aquel llanto, alegría de ver a esos pequeños seres inocentes dando brillo al mundo.No supo cuánto tiempo estuvo así, ensimismada observando y quizás se hubiese quedado unos minutos más si los nudillos que golpearon en su puerta no la hubiesen traído nuevamente a la realidad.—Némesis. las ancianas están preparando el desayuno. Quieren que nos sentemos todos juntos en la mesa, por primera vez.Sonrío, imaginando a esos veinte seres compartiendo un espacio al que al fin podía llamar hogar.—E
Capítulo sexto parte uno.Siguió a Bastián por el camino de grava hacia las callecitas de adoquín, al final los esperaban dos corceles comiendo hierba esmeralda y fresca que crecía por allí. Némesis jamás había visto un lugar con tanta vida, colores y belleza como lo era aquel.—Hola preciosa Laya.Acaricio con amor el pelaje ónix del animal, está pareció reconocerla emitiendo un suave relinchar.—Al parecer le has caído bien.Levantó la mirada, sin dejar de pasar los dedos entre el fino pelaje.—¿Por qué lo dices como si te costara creerlo?Bastián sonrió, el gesto jamás llegó a sus ojos. Allí se encontraba ese sentimiento de tristeza que tanto le llamaba la atención, con seguridad si ellos fueran medianamente cercanos Némesis no dudaría en sentarse a escucharlo desahogarse. Pero ese no era el caso.—Porque nadie se ha montado en ella desde que la madre de Magnus se fue.Némesis frunció el entrecejo. —Por qué motivo fue elegida para mi entonces?La miró con una de esas expresiones i
Capítulo sexto, parte dos.La chica seguía petrificada mirando fijamente, Nemesis la soltó con suavidad fingiendo una sonrisa. —Solo nos estábamos presentando, ¿Verdad?La observó con fijeza dándose cuenta en el momento exacto en el que está recobro la compostura, arreglando unas invisibles arrugas en su vestido. Carraspeo observando detrás de su espalda.—Sí claro. -- Sonrió dulcemente escondiendo el ser maligno que había debajo de aquella elegancia. -- No olvides lo que te dije, nos veremos pronto.Y se marchó con paso apresurado perdiéndose unos segundos después en la esquina del pasillo. Preparándose mentalmete se dio la vuelta y lo observó, se encontraba tan dolorosamente hermoso y varonil como la noche anterior. Tenía el cabello revuelto y unas ojeras debajo de los ojos bastante pronunciadas, los vellos de la barba luchaban por salir dejando una sombra cenicienta en su rostro. Lucía cansado, pero hermoso.—¿Qué ha sido eso?Le pregunto con el ceño fruncido, era demasiado inteli
Capítulo siete.—¿Qué hiciste qué?El grito de Sirio resonó en las paredes de su habitación. Luego de salir del castillo rechazó educadamente la compañía de Bastian, dejándolo solo con una expresión de arrepentimiento, decidió caminar por las calles de la ciudad, deteniéndose más tiempo para pensar en todo lo que había en su cabeza y observando a la vez con gran detenimiento a las personas de aquella corte.Cuando se dio cuenta la noche había caído sobre su cabeza. —No me grites, maldición. Esto es una guerra, no hay bandos aquí, todos tenemos un enemigo en común. — Lo fulmino con la mirada.— ¿Te crees que es fácil para mí trabajar con él?.Una mentira, a medias.—Ayer en la noche parecías muy cómoda a su lado, con su agarre.Aquellas palabras le dolieron, si bien era consciente que lo que salía de la boca de su amigo eran los celos hablando por él, no pudo evitar el dolor y el enfado.—Cierra la maldita boca, tú no sabes de lo que estás hablando.Era la primera vez en cuarenta año
Capítulo octavo, parte uno. En un momento estaba sentada en su montura y al otro pasó a estar entre los musculosos brazos de Isyan, si Sirio era para ella como un hermano, Isyan significaba para ella un padre, un mejor amigo incondicional. —Pequeña niña no sabes cuanto te he extrañado. Las lágrimas casi se salieron de sus cuencas al inhalar el aroma a tierra y bosque de aquel pecho. Estuvieron varios minutos abrazados, hasta que Isyan le palpó las costillas. Allí ya no había huesos puntiagudos, en una semana su cuerpo había recuperado todo lo perdido en cuarenta años. Se separó de ella y la observó con el ceño fruncido. —Por que estas mas llenita y…— olfateo el aire a su alrededor.—Hueles a limpio, ¿hay algo que quisieras contarme? Ahora venía lo más difícil, después de los abrazos y las presentaciones. Nemesis se separó, observando los ciento un ojos que se posaban en ella. Había cinco camillas improvisadas que fueron dejadas en el suelo, en ella agonizaban cinco soldados. Con
Capìtulo ocho, parte dos.Cuando llegó a la casa si había una verdadera trifulca, su pueblo estaba dividido en dos. El primer grupo encabezado por Isyan, los ancianos y ma yor parte de los guerreros. Y el segundo liderado por Sirio, Annia y el resto de los soldados jóvenes y manipulables, aun asi eran una minoría. —Antes de que empecemos una batalla campal déjenme informarles que Stalin, Roch, Siva, Belga y Antrax estarán aquí en tres días. El alfa tiene en su corte tres sanadoras que se están encargando de curarlos. Dicho esto, ¿qué demonios está sucediendo aquí? Le dolía la cabeza, estaba cansada de tanto desorden y peleas verbales. Quería arreglar aquello y salir corriendo a entrenar para calmar un poco los sentimientos que la embargaban. —Sucede que no estamos de acuerdo contigo, no queremos nada de ese bastardo que nos abandonó. Tendríamos que aprovechar que estamos aquí y matarlo de una vez por todas, ni tu ni tus truquitos de magia nos detendrán. —Podrias perder la cabeza s
Capítulo nueve.La casa se había sumido en un silencio lleno de paz, cada alma allí dormitaba plácidamente. Nemesis confiaba en que sus guerreros tomarian un largo y merecido descanso en aquellas mullidas camas que arroparon sus cuerpos con amor.Ella no podía dormir.Su mente era un cúmulo de pensamientos, en semanas no había dejado libre su poder y aquello le estaba pesando. Sentía el cansancio de su cuerpo y mente al intentar contener aquella monstruosidad de energía.Sin pensarlo dos veces salió de la casa sigilosamente, fuera la ciudad entera dormía. No había más que silencio, tranquilo y acogedor silencio. Nemesis se dirigió a la derecha de la casa donde la gran arbolada adyacente a la casa se extendía sin parar. No supo cuánto tiempo estuvo caminando entre la naturaleza hasta que encontró un descampado despejado de árboles, en el crecían miles de flores de distintos colores y olores. Aspiró con fuerza sintiendo la energía de la naturaleza llenándole el cuerpo.Se tiró boca arri