VIGÈSIMO SEXTO. Pasados diez minutos Némesis aún no había podido calmarse. Tenía la respiración agitada, las extremidades le temblaban. Se encontraba dentro del castillo, en el salón, con una taza de chocolate caliente entre las manos y una manta pasada por encima de los hombros temblorosos. Aún no había emitido palabra alguna, frente a ella se encontraban Magnus he Isyan mirándola fijamente, esperando que alguna palabra saliera de entre sus labios. —Lo vi metido en aquel lugar oscuro. No era el, solo su cuerpo como un cascaron vacío, siendo comandar oscuro. No era el, solo su cuerpo como un cascaron vacío, siendo comandado por Angra. Tenía la mirada clavada en el fuego de la chimenea, demasiado conmocionada como para apartar los ojos del vaivén de las llamas. La habitación se sumergió en un silencio tenso, miles de preguntas rondando el lugar. —¿Se llevo a Sirio? Dio un trago a la taza, agradeciendo el calor que se fundió en sus extrañas, haciéndola saber que se encon
VIGÈSIMO SEPTIMO.El ambiente se torno tenso, Magnus parecía no saber que hacer, anclado en su lugar estupefacto.Némesis dio un paso hacia adelante, tapando la visión de Clara, intentando llamar su atención.—Clara, necesito que me hagas un favor.La loba, fuera de si, intentaba buscar a Isyan con la mirada desesperadamente. Su cuerpo estaba en manos del instinto, no pensaba racionalmente.—Clara...Volvió a intentarlo, ganándose un gruñido amenazador de su parte. Némesis chasqueo la lengua, acercándose mas al cuerpo pequeño, mirándola directamente a los ojos.— Me lo agradecerás más tarde.Con un solo pensamiento la hizo dormir, el cuerpo femenino se desplomo en los brazos de un Magnus contrariado.—¿Cómo es esto posible?.La pregunta no iba dirigida a ninguno de ellos en concreto, simplemente un pensamiento verbalizado sin querer.Némesis se giro, observando la expresión confundida en el rostro de Isyan, las manos tensas a sus costados mientras sus ojos se clavaban en la mujer en b
VIGÈSIMO OCTAVO | •P1•Nunca se había ido de compras en la vida que recordaba, jamás había paseado por tiendas eligiendo ricas telas para confeccionar un hermoso atuendo, así que no sabia que ponerse, cuales colores combinaban mas con los otros.Se sintió mareada mirando aquella inmensidad de vestidos, zapatos y coronas. Deseo que Clara estuviese allí con ella, guiándola con su fino don en la moda.—Quiero que tu elijas mi atuendo.Luego de cinco minutos sin saber que hacer, Némesis clavo la mirada en Magnus. Amando el brillo que encendía sus orbes de fuego al oír sus palabras.Una sonrisa enorme surco sus labios, no supo si aquello era peligroso.—Estaba deseando que dijeras eso.Magnus sacudió una mano a su alrededor, en unos segundos ya se encontraba vestida, peinada y maquillada.Sintió la sedosidad de la tela que a envolvía, embelesada camino al espejo mirándose.No reconocía a la mujer que le devolvía la mirada, ataviada en un finísimo vestido carmesí donde un sinfín de brillos
VIGÉSIMO OCTAVO P2.Mentiría si dijera que no quiso lanzarse encima de la hembra de hielo, hacerla hablar a golpes o con aquel don que no le gustaba usar con nadie.Pero no podia hacerlo, tenia que interpretar un papel. El papel de una reina, la reina de todo.—Que grata sorpresa Magnus. – los orbes de Itaka viajaron a ella con rapidez. — ¿A qué debo el placer?.Mentiras, puras mentiras en sus palabras. Cada alma allí presente podía oler su aroma, saber lo que ella era, saber lo que eran entre sí.La mirada de Nemesis no dejó la de Alya en ningún momento, la penetro mandando una onda de poder para que acariciara aquel cuerpo.Una amenaza, o una demostración, lo que ella quiera ver primero.Sintió placer al ver como la hembra se sacudía estupefacta, clavando aquellos orbes de hielo en ella con el ceño fruncido. Aún en su trono, varios metros por encima de ella, la loba era menos, menos poderosa y con una posición mucho más decreciente que la suya.—He venido por tu hija, Itaka.El aga
VIGÉSIMO NOVENO. Llegaron a la corte de fuego envueltos en un silencio tenso, pensativo.Némesis camino hacia uno de los sofás del salón, sacudiendo una mano para volver a vestirse con normalidad.Dejando aquella ropa extravagante bien guardada.—Némesis…La voz de Magnus fue una caricia tierna que logró derretir parte de su corazón, no el suficiente para hacerla olvidar lo que estaba pasando.La razón por la que Sirio se había entrando al mal. Ella era la culpable por no poder darle lo que el tanto ansiaba.Clavó la mirada en el fuego de la chimenea, negándose a las lágrimas que querían bajar por su rostro. De nada valdrían sus lágrimas a estas alturas.Pensó en Mey, pensó la forma en la que le contaría lo que paso con su hijo, el hecho de que quizás no lo volvería a ver nunca más.El corazón le dio un vuelco adolorido.—No es tu culpa.Magnus se acercó, sentándose a su lado. Brindándole un calor que nadie más podría.Se inclino contra el, buscando que su fuego extinguiera el frío
VIGÉSIMO NOVENO. 2Se quedaron unos segundos más allí, sin dirigirse la palabra.Simplemente mirando hacia el fuego, sintiendo lo que el otro atraves de un vínculo a medio completar.—Tenemos que comenzar a actuar, esta tarde recibimos la confirmación necesaria. El vendrá hacia aquí, no podemos defender a nuestra gente.Tenia toda la razón, serian un estorbo en la batalla, un punto débil que solo haría que perdieran. Los civiles no podían quedarse en aquellas tierras que ya no era seguras para ellos.—¿Hacia donde?.Clavó la mirada en Magnus, permitiéndose saborear su aroma. Deleitarse con la perfección de su rostro, todo el hacia que el corazón comenzará a latirle con fuerza.—La corte de los suspiros. Siempre tuvimos una buena relación con ellos, Clara conoce a muchos integrantes.Némesis recordó a la amiga de la susodicha, aquella mujer con orbes de niebla que la miraba como si conociera su secreto. No lo dudaba.—¿Cuándo?Pensó en Clara, en el estado en el que se encontraba. Enloq
Flor de la Luna.TRIGÉSIMO. Cada paso que daba hacia aquella casa era un pedazo de su corazón haciéndose añicos, al saber que tendría que hacer.Tomo varias respiraciones, intentando llenarse de un valor que realmente no tenia.¿Cómo le explicaría?, como le explicaría a aquella madre que su hijo probablemente no volvería, que jamás lo vería de nuevo, llevado por el deseo de tenerla. Llenándola de una culpa que no le pertenecía.Toco el frío del picaporte con los dedos, dando varias respiraciones antes de entrar.Abrió la puerta, encontrándose con todos aquellos rostros tan queridos. No pudo evitar que los orbes se le llenaran de lagrimas, cada mirada estupefacta estaba dirigida hacia ella, el aroma verdadero de su sangre.—Némesis.Mey fue la primera en hablar, no pudo dirigiré la mirada. No aún, no podía verla romperse frente a todos los espectadores.—¿Encontrarte a Sirio?.Había lagrimas contenidas en los orbes ancianos, Némesis carraspeo.—Hablaremos de eso en un momento. — Dirig
Introducción. ❝hasta las peores bestias se enamoran, me dijo al oído una de las peores bestias... ❞ |•Carlos Kaballero•| Prólogo. No sabia si esta seria la ultima vez que podria saborear la libertad en la punta de mis dedos.El destino dependia de mi, un mundo entero pendiendo de mis deciciones.Era demasiada presion o lo fue en su momento.Ahora, tirada a los pies de aquel oscuro ser, no pude hacer nada mas que recordar cada momento que habia vivido en este lugar. Cada lagrima, cada sonrisa, todos los secretos revelados.Recorde mi vida entera, añore tener un segundo más para disfrutar de este mundo.Una sonrisa llena de paz surco mis labios.Levante la cabeza, observando directo a los ojos a aquel ser.Y estalle en un cumulo de poder que hizo temblar al mundo entero.|•MissPeregrine•|