Capítulo octavo, parte uno. En un momento estaba sentada en su montura y al otro pasó a estar entre los musculosos brazos de Isyan, si Sirio era para ella como un hermano, Isyan significaba para ella un padre, un mejor amigo incondicional. —Pequeña niña no sabes cuanto te he extrañado. Las lágrimas casi se salieron de sus cuencas al inhalar el aroma a tierra y bosque de aquel pecho. Estuvieron varios minutos abrazados, hasta que Isyan le palpó las costillas. Allí ya no había huesos puntiagudos, en una semana su cuerpo había recuperado todo lo perdido en cuarenta años. Se separó de ella y la observó con el ceño fruncido. —Por que estas mas llenita y…— olfateo el aire a su alrededor.—Hueles a limpio, ¿hay algo que quisieras contarme? Ahora venía lo más difícil, después de los abrazos y las presentaciones. Nemesis se separó, observando los ciento un ojos que se posaban en ella. Había cinco camillas improvisadas que fueron dejadas en el suelo, en ella agonizaban cinco soldados. Con
Capìtulo ocho, parte dos.Cuando llegó a la casa si había una verdadera trifulca, su pueblo estaba dividido en dos. El primer grupo encabezado por Isyan, los ancianos y ma yor parte de los guerreros. Y el segundo liderado por Sirio, Annia y el resto de los soldados jóvenes y manipulables, aun asi eran una minoría. —Antes de que empecemos una batalla campal déjenme informarles que Stalin, Roch, Siva, Belga y Antrax estarán aquí en tres días. El alfa tiene en su corte tres sanadoras que se están encargando de curarlos. Dicho esto, ¿qué demonios está sucediendo aquí? Le dolía la cabeza, estaba cansada de tanto desorden y peleas verbales. Quería arreglar aquello y salir corriendo a entrenar para calmar un poco los sentimientos que la embargaban. —Sucede que no estamos de acuerdo contigo, no queremos nada de ese bastardo que nos abandonó. Tendríamos que aprovechar que estamos aquí y matarlo de una vez por todas, ni tu ni tus truquitos de magia nos detendrán. —Podrias perder la cabeza s
Capítulo nueve.La casa se había sumido en un silencio lleno de paz, cada alma allí dormitaba plácidamente. Nemesis confiaba en que sus guerreros tomarian un largo y merecido descanso en aquellas mullidas camas que arroparon sus cuerpos con amor.Ella no podía dormir.Su mente era un cúmulo de pensamientos, en semanas no había dejado libre su poder y aquello le estaba pesando. Sentía el cansancio de su cuerpo y mente al intentar contener aquella monstruosidad de energía.Sin pensarlo dos veces salió de la casa sigilosamente, fuera la ciudad entera dormía. No había más que silencio, tranquilo y acogedor silencio. Nemesis se dirigió a la derecha de la casa donde la gran arbolada adyacente a la casa se extendía sin parar. No supo cuánto tiempo estuvo caminando entre la naturaleza hasta que encontró un descampado despejado de árboles, en el crecían miles de flores de distintos colores y olores. Aspiró con fuerza sintiendo la energía de la naturaleza llenándole el cuerpo.Se tiró boca arri
Capítulo diez.Sintió que el tiempo se ralentizó mientras bajaba escalon por escalon montada en aquellas armas traicioneras en sus pies. Parecía que hasta los músicos dejaban de tocar, cada mirada en aquel salón estaba dirigida a ella, a su extraña y arrolladora belleza.Al pie de la escalera la esperaba nadie más ni nadie menos que el Alfa, totalmente hechizado por la apariencia que tenía aquella noche.Bien podría ser su Rey y ella la Reina, pero su vida no era un cuento de hadas feliz y lleno de amor. Solo había caos, luchas e incógnitas.Cuando llegó al lado del Alfa la fiesta siguió su rumbo, como si nada hubiese pasado.—Te ves…Magnus pareció no encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que veían sus ojos, al otro lado Bastian sonrió con secretismo.—Hermosa.Culmino por el, Nemesis intentó controlar su cuerpo. A pesar de que aquella habitación estaba repleta de olores, el de su alma gemela sobresalía, tocando sus fosas nasales como la más cruel de las tentaciones. Se v
Capítulo once.Pasó el resto de la noche sentada en la misma mesa. Con Isyan a su lado riendo, y dos ancianos que se habían unido a ellos momentos después de volver del evento con Magnus.Altair y Betelgeuse eran un encanto de personas. Educados, graciosos y amigables, aquella pareja de ancianos la mantuvo entretenida todo el tiempo con charlas sin sentido. Cuando supo de quienes eran padres no se lo pudo creer, Itaka, gobernador de la corte del Hielo. De dónde había sacado aquel carácter presuntuoso, ambicioso, su primogénito y Nieta no lo supo.—Hola.El asiento de su lado fue ocupado por Clara, nemesis fingió una mirada enfadada.—Me has dejado sola entre lobos hambrientos.La niña se sonrojo, en el segundo en que bajaron la escalera Clara se perdió entre la multitud como un auténtico fantasma.—Lo siento, hace mucho tiempo no veía a una amiga de la corte de los suspiros. En cuanto bajamos la escalera me estaba esperando al otro lado del salon, supe que te defenderias bien entre el
Capitulo doce.Aquella noche no durmió mas que unas pocas horas, cuando unos golpes en su puerta la despertaron. Enfurruñada y de mal humor camino entre dormida hacia el portal abriéndolo de golpe.—¿Que demonios pasa?.Lanzo al aire sin ver quien se encontraba del otro lado.—Ya veo que estas de mal humor.Alzo la mirada encontrándose a Annia, resplandeciente y con su duro semblante puesto en su lugar. No había rastro de la loba llorosa parada frente a la habitación de Sirio. Admiro la fortaleza de su guerrera.—Si vienes a joderme la mañana mas de lo que ya esta, te aseguro que voy a patear tu trasero.Annia sonrió de lado. En sus ojos aquel desprecio que se mantuvo allí por cuarenta años se había esfumado.—Acabo de confirmar que tu eres la responsable del estado de Sirio. Déjame decirte que eres una experta en lo que ha romper narices respecta.Némesis bufo, no tenia ni una gota de humor aquel día. Moriría joven si seguía acumulando emociones fuertes día tras día.—¿A que has ven
Capítulo decimotercero.Marcho a la casa llena de confusión, dándose cuenta que los secretos poco a poco le estaban pesando más de la cuenta. Sería tan fácil lastimarse, dejando fluir el aroma de su sangre, o perder el control provocando un desastre con sus dones. Cualquiera de las opciones derivaba a un resultado que le parecía catastrófico, revelar su verdadera identidad. Mientras caminaba con lentitud comenzó a pensar en las consecuencias que tendría si su secreto era descubierto, Magnus la odiaría, después de todo no lo estaba dejando decidir, ella era su pareja, una que él había ansiado por décadas. Una en la que había perdido la esperanza, pensando lo peor. Solo de imaginarse el odio que el sentiría el corazón se le apretó en un nudo. Estaba comenzando a sentir cosas por él, cosas a las que se negaba, cosas que deseaba erradicar de su interior. Pateo unas hierbas del camino, como si estas tuvieran la culpa de todo lo que le estaba pasando. —Pensé que eras la chica de la nat
Decimocuarto. Siempre que entraba a aquel lugar quedaba prendada por la belleza del castillo, esta vez no pudo disfrutar con plenitud la belleza que abundaba en los pasillos. Se sentía como un preso caminando rumbo a la horca, el peso de todo oprimiéndole el pecho, creía que no podría ver el rostro del Alfa sin sentir culpa por lo que le ocultaba. Dos personas totalmente diferentes le habían advertido hoy que no estaba tomando el mejor de los caminos. Quizás era una señal del destino. —Sabes a donde ir. Bastián estaba a punto de dejarla a medio camino, cuando un grupo de personas giro por el pasillo apareciendo en su vista. El grupo estaba liderado por una mujer de cabellos color fuego, si la dureza fuera una persona, Némesis la tenía enfrente. Su expresión era de muerte, tanto ella como los hombres a su cargo caminaban con firmeza creyéndose que el suelo que pisaban les pertenecía. Frenaron el andar frente a ellos, la mujer la analizo sin disimulo, de arriba hacia abajo frunc