Capítulo once.Pasó el resto de la noche sentada en la misma mesa. Con Isyan a su lado riendo, y dos ancianos que se habían unido a ellos momentos después de volver del evento con Magnus.Altair y Betelgeuse eran un encanto de personas. Educados, graciosos y amigables, aquella pareja de ancianos la mantuvo entretenida todo el tiempo con charlas sin sentido. Cuando supo de quienes eran padres no se lo pudo creer, Itaka, gobernador de la corte del Hielo. De dónde había sacado aquel carácter presuntuoso, ambicioso, su primogénito y Nieta no lo supo.—Hola.El asiento de su lado fue ocupado por Clara, nemesis fingió una mirada enfadada.—Me has dejado sola entre lobos hambrientos.La niña se sonrojo, en el segundo en que bajaron la escalera Clara se perdió entre la multitud como un auténtico fantasma.—Lo siento, hace mucho tiempo no veía a una amiga de la corte de los suspiros. En cuanto bajamos la escalera me estaba esperando al otro lado del salon, supe que te defenderias bien entre el
Capitulo doce.Aquella noche no durmió mas que unas pocas horas, cuando unos golpes en su puerta la despertaron. Enfurruñada y de mal humor camino entre dormida hacia el portal abriéndolo de golpe.—¿Que demonios pasa?.Lanzo al aire sin ver quien se encontraba del otro lado.—Ya veo que estas de mal humor.Alzo la mirada encontrándose a Annia, resplandeciente y con su duro semblante puesto en su lugar. No había rastro de la loba llorosa parada frente a la habitación de Sirio. Admiro la fortaleza de su guerrera.—Si vienes a joderme la mañana mas de lo que ya esta, te aseguro que voy a patear tu trasero.Annia sonrió de lado. En sus ojos aquel desprecio que se mantuvo allí por cuarenta años se había esfumado.—Acabo de confirmar que tu eres la responsable del estado de Sirio. Déjame decirte que eres una experta en lo que ha romper narices respecta.Némesis bufo, no tenia ni una gota de humor aquel día. Moriría joven si seguía acumulando emociones fuertes día tras día.—¿A que has ven
Capítulo decimotercero.Marcho a la casa llena de confusión, dándose cuenta que los secretos poco a poco le estaban pesando más de la cuenta. Sería tan fácil lastimarse, dejando fluir el aroma de su sangre, o perder el control provocando un desastre con sus dones. Cualquiera de las opciones derivaba a un resultado que le parecía catastrófico, revelar su verdadera identidad. Mientras caminaba con lentitud comenzó a pensar en las consecuencias que tendría si su secreto era descubierto, Magnus la odiaría, después de todo no lo estaba dejando decidir, ella era su pareja, una que él había ansiado por décadas. Una en la que había perdido la esperanza, pensando lo peor. Solo de imaginarse el odio que el sentiría el corazón se le apretó en un nudo. Estaba comenzando a sentir cosas por él, cosas a las que se negaba, cosas que deseaba erradicar de su interior. Pateo unas hierbas del camino, como si estas tuvieran la culpa de todo lo que le estaba pasando. —Pensé que eras la chica de la nat
Decimocuarto. Siempre que entraba a aquel lugar quedaba prendada por la belleza del castillo, esta vez no pudo disfrutar con plenitud la belleza que abundaba en los pasillos. Se sentía como un preso caminando rumbo a la horca, el peso de todo oprimiéndole el pecho, creía que no podría ver el rostro del Alfa sin sentir culpa por lo que le ocultaba. Dos personas totalmente diferentes le habían advertido hoy que no estaba tomando el mejor de los caminos. Quizás era una señal del destino. —Sabes a donde ir. Bastián estaba a punto de dejarla a medio camino, cuando un grupo de personas giro por el pasillo apareciendo en su vista. El grupo estaba liderado por una mujer de cabellos color fuego, si la dureza fuera una persona, Némesis la tenía enfrente. Su expresión era de muerte, tanto ella como los hombres a su cargo caminaban con firmeza creyéndose que el suelo que pisaban les pertenecía. Frenaron el andar frente a ellos, la mujer la analizo sin disimulo, de arriba hacia abajo frunc
Decimo quinto.Si moría en aquel mismo momento, lo haría llena de dicha.Nada podía compararse con lo que estaba sintiendo, nada.Los labios de Magnus devoraron todo a su paso, llevando un ritmo que se torno errático. Sus lenguas batallando por el poder, el fuego de su boca incendiando todo a su paso.Némesis no podía esperar menos de un hombre que llevaba ese mismísimo fuego en las venas.Las manos del Alfa recorrieron su cintura, apretándose a la curva con fuerza levantándola hacia arriba. Automáticamente envolvió las piernas en aquellas caderas, su erección se clavo en el punto justo como para hacerla gemir.No recordaba nada de su vida pasada, sin embargo, esta era la primera vez que besaba a alguien, notándose en los movimientos torpes que intentaban seguir la maestría de aquel hombre. Ante el gemido de Némesis, Magnus camino hacia atrás, con ella montada a horcajadas, termino sentado en el escritorio con ella encima de el.Sus caderas comenzaron a moverse por si solas, llevadas
DECIMO SEXTO.Paso una noche que catalogo de mierda, cuando abrió los ojos los pensamientos la embargaron. Solo de saber que tendría que irse en un viaje con el alfa quiso meterse entre las sabanas, cerrar los ojos y despertar cuando todo estuviera arreglado.Sin embargo, aquello era una utopía, nada iba a resolverse si ella no dejaba la cobardía de lado, nunca había sido esa clase de personas, hoy no era el día para empezar a serlo.Se dio una ducha larga, demorándose debajo del agua, disfrutando como esta contactaba contra su piel calmando un poco sus nervios. Cuando salió, ya vestida y con una pequeña mochila al hombro, se encontró con los integrantes de la casa, desayunando en un silencio tenso.Analizo los rostros, deteniéndose más tiempo en la mueca de rabia que desfiguraba los rasgos de Annia.Suspiro, pisoteando el suelo, llamando la atención de los allí presentes.— ¿Qué esta sucediendo?.Silencio, miradas estupefactas clavadas en su rostro. Alguien se paro de su asiento, Ném
DECIMO SÈPTIMO.Decidió caminar rumbo al palacio, disfrutando lo que aquel pueblo tenia para darle.Todo era magia y luz, niños, personas felices disfrutando de un nuevo día.Aquello era un contraste con lo que había conocido a lo largo de su vida, al menos la que recordaba.Sacudió la cabeza, recibiendo los saludos de las personas, quienes parecían tratarla como alguien más de grupo, como si la conocieran.La calidez de la corte, y sus integrantes, la abrazo haciendo que todo lo malo que sentía se fuera volando.Estaba determinada a contarle lo que sucedía, darle explicación a los sentimientos de Magnus.Poco a poco se fue acercando al palacio, dándose cuenta de las monturas que esperaban fuera de este.El hombre que se encontraba aguardando junto a los corceles, no estaba solo.La mujer nombrada Eris lo acompañaba, parecían estar compartiendo un momento intimo. Los orbes de ella brillaban con tal fulgor que el corazón de Némesis se encogió.Freno el andar, con los orbes clavados
DECIMO OCTAVO.El camino restante lo siguieron en silencio, un silencio lleno de rabia por parte de Némesis. Podía sentir la mirada del Alfa escaneando su rostro en reiteradas ocasiones, buscando algo que de seguro había encontrado.Estaba llena de rabia, por todos los secretos que poco a poco eran develados, las mentiras con las que vivió en aquel pueblo. Se pregunto porque Sirio mentiría, dejando el mismo su pueblo en el abandono.¿Mey conocería la verdad?.Némesis trago duro, sentiría mucho dolor en caso de que la mujer supiera de aquello, traición. Lo primero que haría después de llegar seria interrogarla, preguntarle si sabia algo de todo aquello, darle a conocer la verdadera identidad de su hijo en caso de que no supiera.En menos de media hora llegaron al linde del bosque, Némesis alzo la mirada dándose cuenta del contraste que había en la frontera.Tierra de nadie.Mientras en este lado todo era vida y color, del otro solo había oscuridad, tierra negra, infértil. Sabia que la