DECIMO SÈPTIMO.Decidió caminar rumbo al palacio, disfrutando lo que aquel pueblo tenia para darle.Todo era magia y luz, niños, personas felices disfrutando de un nuevo día.Aquello era un contraste con lo que había conocido a lo largo de su vida, al menos la que recordaba.Sacudió la cabeza, recibiendo los saludos de las personas, quienes parecían tratarla como alguien más de grupo, como si la conocieran.La calidez de la corte, y sus integrantes, la abrazo haciendo que todo lo malo que sentía se fuera volando.Estaba determinada a contarle lo que sucedía, darle explicación a los sentimientos de Magnus.Poco a poco se fue acercando al palacio, dándose cuenta de las monturas que esperaban fuera de este.El hombre que se encontraba aguardando junto a los corceles, no estaba solo.La mujer nombrada Eris lo acompañaba, parecían estar compartiendo un momento intimo. Los orbes de ella brillaban con tal fulgor que el corazón de Némesis se encogió.Freno el andar, con los orbes clavados
DECIMO OCTAVO.El camino restante lo siguieron en silencio, un silencio lleno de rabia por parte de Némesis. Podía sentir la mirada del Alfa escaneando su rostro en reiteradas ocasiones, buscando algo que de seguro había encontrado.Estaba llena de rabia, por todos los secretos que poco a poco eran develados, las mentiras con las que vivió en aquel pueblo. Se pregunto porque Sirio mentiría, dejando el mismo su pueblo en el abandono.¿Mey conocería la verdad?.Némesis trago duro, sentiría mucho dolor en caso de que la mujer supiera de aquello, traición. Lo primero que haría después de llegar seria interrogarla, preguntarle si sabia algo de todo aquello, darle a conocer la verdadera identidad de su hijo en caso de que no supiera.En menos de media hora llegaron al linde del bosque, Némesis alzo la mirada dándose cuenta del contraste que había en la frontera.Tierra de nadie.Mientras en este lado todo era vida y color, del otro solo había oscuridad, tierra negra, infértil. Sabia que la
DECIMO NOVENO.El camino restante lo siguieron en silencio, un silencio lleno de rabia por parte de Némesis. Podía sentir la mirada del Alfa escaneando su rostro en reiteradas ocasiones, buscando algo que de seguro había encontrado. Estaba llena de rabia, por todos los secretos que poco a poco eran develados, las mentiras con las que vivió en aquel pueblo. Se pregunto porque Sirio mentiría, dejando el mismo su pueblo en el abandono. ¿Mey conocería la verdad?. Némesis trago duro, sentiría mucho dolor en caso de que la mujer supiera de aquello, traición. Lo primero que haría después de llegar seria interrogarla, preguntarle si sabia algo de todo aquello, darle a conocer la verdadera identidad de su hijo en caso de que no supiera. En menos de media hora llegaron al linde del bosque, Némesis alzo la mirada dándose cuenta del contraste que había en la frontera. Tierra de nadie. Mientras en este lado todo era vida y color, del otro solo había oscuridad, tierra negra, infértil. Sabia q
VIGÉSIMO. El día pareció durar más de lo normal, sin embargo, había pasado de todas formas.Cuando la noche toco tierra aquel desierto no se volvió frio como Némesis creía, al contrario la arena pareció absorber la calidez dejando una temperatura calurosa, pero demasiado agradable.Frenaron el andar al momento en que Magnus encontró un pequeño Oasis, o así fue como el lo llamo, había vegetación verde brillante, palmeras con ricos frutos y un pequeño manantial de agua dulce y cristalina que solo la hizo desear sumergirse.—Me encargare de armar la tienda. - Magnus bajo los bolsos al suelo, alumbrado por la luz de una luna creciente demasiado grande. — Descansa un poco, hare algo para comer.Némesis asintió, sentándose en el verde, mirándolo frente a los bolsos.El Alfa simplemente alzo una mano, en un abrir y cerrar de ojos la tienda se encontraba armada para ellos, frente a ella apareció un hermoso fuego con una cacerola donde carne comenzaba a asarse.Casi sonrió, dándose cuenta que
VIGÉSIMO PRIMERO. No sabia que hacer, que demonios pensar.Se encontraba desnuda, acostada en lo poco que quedaba de una tienda, con el rastro de sangre y semen entre sus piernas. Y su secreto mejor guardado al fin revelado.Apretó los dientes, sabiendo que ya no valía de nada esconderse frente a el.Saco el glamour de alrededor de su cuerpo, alzando una mano para convocar ropa que la visitera. Parándose del suelo arreglo la tienda a su estado primario, mirando fijamente la marca ennegrecida en el pasto, símbolo de lo que había pasado entre ellos dos.Sabia que podría seguirlo a donde quisiera, su rastro estaba fresco, un solo pensamientos de su mente y aparecería donde el estaba.No lo haría, lo dejaría pensar a solas, calmarse. Lo que el quisiera.Se quedo sentada frente al agua, jugando con los dones, aprovechando el momento en que podría dejarlos en libertad.No se movió de allí por horas, hasta que el trasero se le entumeció y la cabeza le dolió producto de tantos pensamien
VIGÉSIMO SEGUNDO.Quedaron varios segundos estupefactos, mirando la hermosa comunidad que tenían enfrente.No se parecía en nada al desierto del que los había n sacado. Había vida por doquier, sin símbolos de avance, más bien rustico.Las casas eran hermosas, de madera, con techos de paja seca.Había extensos campos de plantaciones, un manantial enorme que abastecía a toda la comunidad.—¿Qué están buscando?.Némesis se giro hacia la voz de la mujer, al igual que Magnus, al mirarla no pudo evitar el escalofrió. Sus orbes eran totalmente blancos, pertenecientes a la mítica corte de los suspiros. De donde venían las sanadoras, quizás ellas misma tuviese ese don.—Información.Fue Magnus el que respondió, con la mandíbula tensa. La mujer lo escaneo con la mirada para luego pasar los orbes por Némesis , se había encargado de borrar cualquier rastro de sangre que pudiera delatarla, sin embargo, aquellos ojos desprovisto de tonalidad miraron más allá de ella como si pudieran ver de
VIGÉSIMO TERCERO Tubo pocos momentos en su vida, la que recordaba, en la que había quedado completamente en blanco. Este era uno de ellos y no era la única, Magnus había clavado la mirada en ella viéndola sin ver en realidad. Simplemente los orbes anclados en su rostro, mientras su mente divagaba lejos. —¿Quién lo ha dicho?. Un peso salió de sus hombros, al fin podía saber de donde venia, de donde pertenencia. No era alivio lo que sentía, simple dolor porque lo perdió todo sin saberlo. Sus padres, su corte, su propia casa. Estaba sola en el mundo como siempre, sin sus recuerdos o con ellos. Dolor, angustia, incertidumbre, todo paso por ella. Cada faceta la vio aquella mujer, que con sus ojos extraños la miraba apenada. —Dalila era tu nana, Lily, porque ese es tu verdadero nombre. Némesis es solo uno que inventaron tus padres para que nadie sospechara tu identidad cuando despertaras. - Se acerco a ella posando una mano en la suya. — No solo tu fuiste dormida, alguien te acompaña
VIGÉSIMO CUARTO.Aterrizaron con fuerza en la arena, había n llegado al linde de la corte de Hielo.Némesis miro hacia todos lados, buscando a Magnus, encontrándolo tirado de lado a unos pocos metros de distancia. Supo que había planeado llevarlos a la corte, pero las fuerzas comenzaban a fallarle.Corrió hacia el, levantando la camisa, revelando la porción de piel que faltaba tiñéndose de un negro profundo. La piel luchaba para curarse, siendo frenada por la peste negra.Una cosa era ser contagiado por los alimentos, otra diferente ser tocado directamente por un Abassy.El virus avanzaba con rapidez, consumiéndote en un lapso corto de tiempo. Tenia unas pocas horas antes de perder a la única persona que jamás le había mentido.—Por favor, ponte de pie.Lo alzo con fuerza, sintiendo por el lazo como la conciencia del Alfa iba y venia.No espero más tiempo, un solo pensamiento y aparecieron fuera de las puertas del castillo. Némesis cayo de bruces contra el suelo, llevada por el pe