El bullicio de la fiesta de bodas se desvaneció gradualmente mientras Leandro y Jazmín se adentraban en la tranquilidad de la noche. Los últimos destellos de luz de las estrellas y el suave susurro del viento acompañaban su camino hacia el automóvil que los llevaría al aeropuerto, donde comenzaría su tan esperada luna de miel. El rostro de Jazmín brillaba con la felicidad y la emoción mientras caminaba junto a Leandro. Estaba radiante en su vestido de novia, con una sonrisa que iluminaba la oscuridad de la noche. Sin embargo, una pregunta jugueteaba en su mente y no pudo contenerse por más tiempo.— ¿Dónde está nuestro bebé? — preguntó la joven, buscando con ansiedad la respuesta en los ojos de Leandro. Leandro le devolvió la mirada con una sonrisa misteriosa, disfrutando de la emoción en los ojos de su esposa.— Todo está bajo control — respondió enigmáticamente, antes de abrir la puerta del automóvil y ayudar a Jazmín a entrar. El corto trayecto hasta el aeropuerto pasó rápido, y pr
Jazmín, Leandro y su bebé exploraban cada rincón de París con los ojos llenos de asombro y el corazón rebosante de amor. Más bien, Jazmín lo admiraba así, y Leandro la admiraba a ella. Amaba verla feliz, y ser el, el causante de dicha felicidad.La ciudad les ofrecía una infinidad de lugares por descubrir, desde los icónicos monumentos hasta las pintorescas calles adoquinadas, y cada momento juntos era una oportunidad para crear recuerdos imborrables en familia. Una tarde soleada, mientras paseaban por un encantador parque parisino, Jazmín se detuvo junto a Leandro y su hijo y se dejó caer en un banco bajo la sombra de un frondoso árbol. Observó a su esposo con cariño, admirando la forma en que jugaba con su hijo, haciéndolo reír con cada ocurrencia.— Leandro, ¿estás feliz? — preguntó Jazmín, buscando la mirada de su esposo con una mezcla de curiosidad y ternura.El magnate detuvo sus juegos por un momento y miró a Jazmín con una sonrisa radiante.— Más que feliz, belleza. Desde que
El anuncio del embarazo de Jazmín envió a Leandro a un estado de euforia que apenas podía contener. Sus ojos brillaban con una mezcla de alegría y asombro, y su corazón latía con fuerza en su pecho mientras absorbía la noticia.— ¡Un bebé, Jazmín! ¡Vamos a tener un bebé! — exclamó Leandro, apenas pudiendo contener su emoción mientras abrazaba a su esposa con fuerza.Jazmín rió, contagiada por la alegría de su esposo.— Sí, Leandro. Un bebé — respondió con una sonrisa radiante, sus ojos brillando con felicidad.La emoción de Leandro era palpable mientras se movía frenéticamente, activando su modo autoprotector. Después de todo lo que habían pasado, después de las adversidades y los desafíos que habían enfrentado juntos, esta vez estaba decidido a asegurarse de que nada amenazara la seguridad y la felicidad de su familia.— Tenemos que asegurarnos de que estés bien, Jazmín. No puedo arriesgarme a que algo te suceda — dijo Leandro con determinación, sus ojos brillando con determinación mi
Jazmín y Leandro llegaron juntos a la empresa de Jessica, donde fueron recibidos con entusiasmo por su mejor amiga. Jessica no pudo contener su emoción al ver a Jazmín, abrazándola con fuerza y expresando su alegría por reunirse nuevamente. Jazmín correspondió al abrazo con una sonrisa, pero pronto notó que algo no estaba bien con su amiga.— ¿Qué sucede, Jess? — preguntó Jazmín con preocupación, notando la expresión preocupada en el rostro de su amiga.Jessica suspiró, sintiéndose apenada por tener que compartir sus preocupaciones en un día que debería ser feliz para Jazmín. Sin embargo, sabía que no podía ocultar la verdad a su mejor amiga.— Acaba de marcharse la ex esposa de Santiago de mi oficina — confesó Jessica, mirando a Leandro con un gesto de disculpa por tener que compartir la noticia en su presencia.Jazmín frunció el ceño, sintiendo una mezcla de sorpresa y preocupación por lo que acababa de escuchar. Sabía que la ex esposa de Santiago había sido una fuente constante de
El sol se filtraba a través de las hojas de las vides, creando un mosaico de sombras danzantes sobre el suelo de piedra del viñedo de Don Emiliano. El aroma tentador de la barbacoa impregnaba el aire, mezclándose con el perfume dulce de las uvas maduras. Era un día perfecto para una reunión al aire libre, y la familia se había congregado para disfrutar de la compañía y la comida en medio de este paisaje idílico.Jazmín se paseaba entre los invitados, con una sonrisa radiante en el rostro, disfrutando de la animada conversación y las risas que resonaban alrededor de ella. Llevaba puesto un vestido ligero y vaporoso, adecuado para el cálido clima de la tarde, y su cabello estaba recogido en un elegante moño que dejaba al descubierto su rostro iluminado por la felicidad. A su lado, Leandro caminaba con una bandeja de comida en la mano, ofreciendo a los invitados los suculentos manjares que había preparado en la parrilla. Su mirada se deslizaba de vez en cuando hacia Jazmín, observándola
Luego de ese día alegre, fueron a la casa a continuar, Jazmín se reía con sus amigos y familiares. Pero, la felicidad y la calma no dudaría eternamente. Al otro lado de la ciudad, en las sombras frías de un hospital psiquiátrico, una mente torturada planeaba su escape. La madre de Roberto, se paseaba inquieta por la pequeña habitación acolchada que se había convertido en su prisión. Sus ojos, antes llenos de dulzura y amor maternal falso, ahora ardían con un fuego oscuro de venganza. Desde que Roberto se había entregado a la justicia, la mujer se sentía traicionada y abandonada. Ella culpaba a una persona por sobre todas: Jazmín. En su mente perturbada, Jazmín era la responsable de que Roberto hubiera tomado la decisión de rendirse, dejándola sola y sin protección. La mujer se acercó a la ventana con barrotes y miró al exterior con una mezcla de odio y desesperación. — No puedo quedarme aquí — se repetía —. Ellos me hicieron esto. Jazmín me hizo esto. Sus pensamientos eran un
— ¿Qué estás haciendo? — preguntó Jessica, apartándolo de su boca, pese a querer seguir besándolo.— Pequeña rebelde, ¿puedo hablar contigo un momento? — pidió, su voz firme, pero con un matiz de vulnerabilidad que Jessica no pudo ignorar.Jessica lo miró, sus ojos llenos de preguntas.— ¿Qué pasa, Santiago? No puedes entrar aquí y simplemente besarme como si nosotros… como si fuésemos algo.— Necesito saber algo — comenzó él, luchando por mantener la calma —. ¿Realmente no hay ninguna posibilidad para nosotros? Porque verte con Daniel... me hace darme cuenta de cuánto me importa.Jessica se quedó en silencio, sorprendida por la franqueza de Santiago. Sentía el peso de sus propias decisiones y la atracción que había tratado de reprimir.— Pensé que las cosas ya estaban claras entre nosotros dos. Pensé que dejé las cosas claras, Santiago.— Entonces… — El hombre pegó el cuerpo de la mujer con el suyo, y dejó un sutil beso sobre la comisura de su boca. Jessica no puso resistencia —, ¿po
La noche en la ciudad estaba cubierta por una capa de neblina ligera, difuminando las luces y siluetas de los edificios y creando un ambiente inquietante. En las sombras, María avanzaba con pasos rápidos y decididos. Había logrado escapar del hospital psiquiátrico, su mente aferrada a un único propósito: venganza. Pero ahora, mientras huía por las calles desiertas, otro pensamiento comenzó a tomar forma. Necesitaba un lugar seguro para esconderse, un lugar donde nadie pensaría en buscarla. La mansión Belmont, donde vivían sus hijos, parecía el escondite perfecto.La madre de Roberto conoció la mansión como la palma de su mano. Vivió en ese lugar por muchos años. Sabía de pasadizos secretos y habitaciones olvidadas, lugares que ni siquiera sus propios hijos recordaban. Decidida, se dirigió hacia allí, sus ojos brillando con una mezcla de locura y determinación.— Ese es el único lugar donde puedo ir. Estar bajo sus propias narices — susurraba mientras caminaba.Al otro lado de la ciuda