Poco a poco estamos cerrando algunas aberturas en la vida de los personajes. Darle un cierre es importante. ¿Lo saben? Jessica y Santiago... No se apuren...
De repente, la idea de que Jessica juegue con los sentimientos de Santiago le aterró. Era una locura. Tenía más miedo de las acciones de su mejor amiga que de su mismo escolta. Caminó hacia donde se habían marchado creyendo que nadie los seguía, y entonces los vio, besándose como si fueran dos almas necesitadas de afecto. Su amiga, pegada a la pared, con aquel hombre callado apretándola. Jazmín sonrió, porque ya tenía algo con que burlarse, y sintiendo que necesitaban privacidad, se volteó para marcharse, pero entonces su amiga la llamó. — Jazmín… — Apenas era un susurro —. No es lo que piensas. La joven no pudo resistirse y soltó una carcajada, se volteó y vio a ambos con el rostro acalorado. — ¿Esto es un juego? No lo pregunto por metiche, pero ambos me importan y mucho — Ninguno respondió, entonces observó a Santiago —. ¿Qué piensas al respecto? — ¿Puedo ser sincero? — La joven asintió —. Que es terca. Le he dicho que hablaría con su padre. He intentado darle el tiempo… — ¿Je
Jazmín se encontraba sumergida en la montaña de papeles que ocupaba su escritorio en la oficina. Con su bebé, tranquilo y dormido en su carrito a un lado, intentaba concentrarse en su trabajo, aunque sus pensamientos a menudo se desviaban hacia su pequeño hijo y las responsabilidades que implicaba la maternidad.La entrada de su asistente interrumpió su concentración, y levantó la mirada para ver quién había llegado.— ¿Quién es? — preguntó Jazmín con curiosidad, ajustando la posición de su bebé en el carrito.— Dice ser tu prima… Camila — respondió la asistente, asomando la cabeza por la puerta —. Dice que necesita hablar contigo con urgencia.Jazmín frunció el ceño ligeramente, sorprendida por la visita inesperada de su prima, y aunque no confiaba en ella lo suficiente, aprobó su entrada.— Está bien, déjala pasar — dijo, indicando con un gesto a la asistente que la dejara entrar.Camila entró en la oficina con una expresión preocupada en el rostro.— Hola Jazmín, lamento interrumpi
La mansión Belmont se alzaba majestuosa frente a Leandro y Jazmín cuando llegaron. Era una imponente estructura rodeada de exuberantes jardines y árboles frondosos. La pareja se había propuesto disfrutar de unos días de descanso en la lujosa residencia, compartiendo tiempo con los jóvenes Belmont y aprovechando para relajarse. Mentira. Jazmín venía por un motivo, y su esposo solo la observaba esperando que le confiese aquello, pero durante todo el trayecto, la mujer no dijo nada. Su mente parecía divagar en cualquier parte del universo, menos en la realidad. Al entrar en la mansión, fueron recibidos con entusiasmo por la joven anfitriona. — ¡Tío, tía! ¡Que agradable sorpresa que estén aquí! — exclamó la joven con una sonrisa —. ¿Cómo estuvo el viaje? — Bien. Sabes que ya estamos acostumbrados a los viajes — respondió Leandro —. ¿Y tu hermano? — En la empresa. Se ha tomado muy en serio el trabajo — respondió con una sonrisita —. Estoy segura que estará feliz de verlos. — Espero n
La casa de los tíos de Jazmín se alzaba imponente frente a ella, evocando recuerdos dolorosos y emociones encontradas. Había vivido allí durante mucho tiempo, soportando maltratos emocionales y, en ocasiones, físicos. Ahora, se encontraba frente a esa misma puerta, sintiendo un nudo en el estómago y el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Con un suspiro profundo, Jazmín tocó la puerta, sintiendo la madera bajo sus dedos temblorosos. Unos momentos de espera se hicieron eternos antes de que la puerta se abriera lentamente, revelando la figura de su tía en el umbral. La expresión perpleja de su tía se congeló por un instante antes de que una sonrisa artificial se extendiera por su rostro. — ¡Jazmín! ¡Qué sorpresa verte aquí! — exclamó su tía, abriendo los brazos para abrazarla. Leandro arqueó las cejas, por la forma tan falsa de saludar a su esposa, aunque no debería sorprenderse, pues ya había visto de todo en ese cruel mundo. Jazmín se sintió como si estuviera petrificada en e
La tensión en la habitación era palpable mientras Jazmín procesaba las revelaciones impactantes de su tía. La mujer se mantenía en silencio, con los ojos llenos de lágrimas, esperando la reacción de su sobrina. Una carcajada amarga brotó de los labios de la joven, y negó. — Será difícil perdonarte — dijo Jazmín finalmente, su voz cargada de emoción —. Lo que hiciste... lo que tu esposo hizo... fue imperdonable. Las palabras de Jazmín resonaron en la habitación, envueltas en un aura de dolor y resentimiento. La tía de Jazmín bajó la mirada, incapaz de enfrentar la mirada acusadora de su sobrina. — Lo sé — susurró, con la voz ahogada por el remordimiento —. Lo siento... lo siento mucho. — ¿Lo sientes? ¿O solo lo haces, porque estás a punto de vivir en la calle? — Yo…, estamos mal económicamente. Jazmín inhaló profundamente, tratando de contener la tormenta de emociones que la invadía. — Y eso no es todo — continuó Jazmín, su voz resonando con firmeza —. Sé que la empresa que algu
Los dís iban pasando, y pronto la noticia de que las empresas que fueron alguna vez de sus padres, había desaparecido. Pudo haberles comprado, y ser dueña, pero ya debía dejarlo atrás. La vida se estaba encargando de sus tíos a su manera.Por otra parte, en las redes circulaba la foto de su prima Camila y su esposo. Se veían muy felices al otro lado del mundo, lejos de estos lugares. Jazmín se sentía feliz por ella, pues había encontrado el amor, y aquello había ablandado su alma, aunque no haya tendido su mano a sus padres.Quizás era lo mejor.Su celular vibra en sus manos, y entonces se percata que es su mejor amiga.— Mi hada madrina ha aparecido — bromea.— Quiero avisarte, que pronto estaré por ahí; pero… quiero pedirte un grandísimo favor — dijo Jessica —. Quiero quedarme en un hotel.Jazmín frunció el ceño, y de inmediato supo por qué.— ¿No quieres estar cerca de Santiago?— Exactamente. Quiero hacerle el trabajo más fácil — Soltó un sonoro suspiro —. Se enamoró.— ¿Y tú no?
La atmósfera de la boutique más sofisticada de la ciudad se llenó con el sonido de risas y murmullos emocionados mientras Jazmín y su mejor amiga, disfrutaban de copas de champán. Habían sido convocadas por el esposo de Jazmín, quien deseaba que su amada escogiera el vestido más hermoso para la novia más hermosa del universo: ella misma.Jessica, emocionada hasta los huesos, recorría las exquisitas filas de vestidos, ofreciendo entusiastamente sugerencias y opiniones mientras la dependienta presentaba una variedad deslumbrante de opciones. Jazmín, agradecida por el apoyo y la compañía de su amiga, se dejaba llevar por la emoción del momento, dejando que la magia de la ocasión la envolviera.De repente, un vestido capturó la atención de Jazmín. Con un estilo elegante, sencillo y sofisticado, el vestido se ajustaba perfectamente a su figura, adornado con delicadas pedrerías en el pecho que destellaban con cada movimiento. Era una obra maestra de la moda nupcial, y Jazmín se sintió insta
En una celda de alta seguridad, la madre de Roberto se encontraba sola, envuelta en la oscuridad de su propia mente. Los guardias la observaban con una mezcla de desprecio y desdén mientras ella gritaba a pleno pulmón que era inocente, como si el simple acto de negar la realidad pudiera cambiar su destino. — ¡No estoy loca, no lo estoy! — vociferaba, con los ojos llenos de desesperación—. ¡Tienen que creerme! Los guardias intercambiaron miradas de incredulidad. Estaban acostumbrados a lidiar con reclusos que negaban sus crímenes, pero rara vez habían visto a alguien tan vehementemente convencido de su propia inocencia. — ¡Se lo juro, no hice nada malo! — continuaba la madre de Roberto, con una desesperación palpable en su voz. De repente, un acceso de risa histérica se apoderó de ella, sacudiendo su cuerpo con convulsiones mientras lágrimas de angustia rodaban por sus mejillas. Los guardias la miraron con una combinación de incredulidad y compasión, conscientes de que estaban trata