El primer cumpleaños de su hijo era un evento que Jazmín y Leandro habían estado esperando con ansias. La celebración se había planeado con solo días de antelación, y cada detalle había sido cuidadosamente considerado. La decoración del lugar era impresionante, con un tema de animales de la selva que transformaba el jardín de la mansión en una pequeña excursión a África. Había grandes figuras de elefantes, jirafas y leones, y los colores vibrantes llenaban cada rincón.Jazmín estaba en la entrada, recibiendo a los invitados con una sonrisa radiante. La emoción se reflejaba en sus ojos mientras veía a familiares y amigos llegar, todos vestidos con atuendos de safari. Los niños corrían por todas partes, riendo y gritando de felicidad. Para Jazmín, ver a su hijo tan feliz y rodeado de amor era un sueño hecho realidad.— ¡La foto! No olviden tomarle fotos con sus tíos — dijo Jazmín a Leandro, señalando al fotógrafo que había contratado especialmente para la ocasión.Leandro, con su habitu
¿Fin?Claro que el fin aún no llega cuando muchas historias aún no han cerrado. Mientras Jazmín y Leandro, pese a la pérdida de su bebé no nacido, seguían intentando vivir tranquilos, mentalizados de que Julieta había muerto, la verdad era que no...Sobre ellas dos había una maldición, quizás con el accidente, quizás el roce entre ellas dos, o tal vez, la vida solo quería tenerlas en este mundo. Pero en esta ocasión, era Julieta quien despertaba, pero no en su habitual cuerpo, sino en uno diferente y conocido por personas cercanas a la joven señora Belmont. Esta ocasión, no había un tiempo retrocedido en el pasado; era desde el momento de su partida.¿Raro? Claro, especialmente cuando la pareja hablaba de ello. Julieta estaba perdida en esa casa, metida en el cuerpo de una mujer vieja que no conocía, pero que le resultaba familiar.— ¿Dónde carajos estoy? ¿Por qué no me muero de una buena vez? — se preguntó a sí misma.Escuchó el ruido del cerrojo de la puerta, y un hombre alto entrab
Jazmín estaba sentada en el jardín de su mansión, absorta en los papeles que tenía frente a ella, acompañada de su esposo, cuando la puerta se abrió de golpe. Un sirviente apareció en el umbral, su rostro pálido y perturbado.— Señora Jazmín, sus tíos están aquí — anunció con voz temblorosa.Jazmín se puso de pie de un salto, el corazón latiéndole con fuerza. Miró a su esposo Leandro, buscando respuestas en su mirada, pero él parecía tan sorprendido como ella. Era obvio que no tenía idea de lo que estaba sucediendo. Después de tanto tiempo de ausencia y de haber dejado las cosas claras, ¿por qué aparecían ahora sus tíos?— Puedes decirle que se marchen — dice Leandro. Jazmín negó.— Puede ser importante — respondió, mirando al empleado y asintiendo.Ambos se dirigieron hacia la sala para esperarlos.Escucharon los pasos acercándose, el eco resonando en las paredes de mármol del amplio pasillo. Jazmín tomó la mano de Leandro con nerviosismo, sintiendo cómo su pulso se aceleraba. Cuando
Leandro, que había estado en silencio observando la escena, dio un paso adelante y puso una mano reconfortante en el hombro de Jazmín. Caminó detrás de ella hasta la habitación. La vio dirigirse hacia la gran ventana, donde se pudo visualizar a la mujer saliendo de la propiedad.— Deberíamos investigarlo — sugirió su esposo —. Si realmente es tu madre, debemos saberlo con certeza.Jazmín asintió lentamente, su mente aun luchando por procesar todo lo que había sucedido.— De acuerdo — dijo finalmente —. Llévenla a una de las habitaciones de hotel. Asegúrense de que esté cómoda. Necesito tiempo para pensar… o sea, ¿puedes decirle a uno de los hombres?Leandro la abrazó con fuerza, su presencia calmante en medio del caos.— Primero, debemos verificar su historia — dijo con firmeza —. Luego, decidiremos qué hacer. Pero no estás sola en esto, Jazmín. Lo enfrentaremos juntos.Jazmín asintió, sintiendo una oleada de gratitud por tener a Leandro a su lado. Pero mientras se apartaba de su abra
— Definitivamente, ella no parece ser una madre — murmuró para sí mismo mientras cerraba la puerta tras de sí.La mente de Leandro estaba en un torbellino. No podía evitar sentirse escéptico ante las palabras de esa mujer. Había algo en su actitud que no cuadraba con la imagen de una madre desesperada por reencontrarse con su hija. Pero, al mismo tiempo, sabía que no podían ignorar la posibilidad de que estuviera diciendo la verdad.De vuelta a la mansión, Jazmín seguía sumida en sus pensamientos. Cuando Leandro regresó, ella lo miró con ojos llenos de interrogantes.— ¿Qué opinas? — preguntó Jazmín, su voz un hilo.Leandro se sentó a su lado, tomando su mano en un gesto de apoyo.— No lo sé, Jazmín — respondió con sinceridad —. Algo en su historia no me convence. Pero necesitamos pruebas. No podemos actuar sólo basándonos en nuestras sospechas.Jazmín asintió, su mente aun luchando por encontrar una solución.— Tienes razón — dijo finalmente —. Debemos averiguar la verdad. Pero, ¿cóm
Los días transcurrían lentamente para Margaret, absorbida por la rutina del trabajo en la oficina y el tiempo en casa con su familia. La vida seguía su curso monótono, mientras ella se sumergía en documentos, reuniones y decisiones empresariales. Las responsabilidades la mantenían ocupada y al mismo tiempo la alejaban de los pensamientos que intentaban penetrar su mente.Una tarde, en medio de un mar de papeles y pantallas, la puerta de su oficina se abrió silenciosamente. Leandro entró y se quedó parado en el umbral, observándola. A pesar del tiempo y las dificultades, aún conservaba ese rostro angelical y esa belleza inocente que la había cautivado desde el primer momento. Sin embargo, ahora sus ojos reflejaban una mente en constante tormento.Jazmín levantó la vista y, al verlo, le regaló una sonrisa que iluminó la habitación. Para ella, Leandro seguía siendo su hombre perfecto, tan guapo y a la vez intimidante ante los demás. Era un verdadero monstruo en los negocios, capaz de dob
Cuando abrió la puerta, la primera en verla fue su tía, quien prácticamente se arrastró hasta sus pies.— Sobrina... Jazmín, sácanos de aquí — suplicó su tía con voz temblorosa —. Por favor, por las veces que te hemos cuidado. Si no fuera por nosotros, no serías la mujer que eres hoy en día.Jazmín no dijo nada, pero enfocó su vista en su tío, quien la miraba fijamente sin decir una sola palabra. Su tía continuó suplicando, su voz desesperada llenando la habitación.— Sobrina, por favor... nos lo debes...De repente, su tío gruñó con fuerza, sorprendiendo a su esposa.— ¡Cállate de una maldita vez! — gritó, con una autoridad que hizo eco en las paredes.Jazmín arqueó una ceja, sorprendida por la reacción de su tío.— Ella no viene a sentir pena por nosotros — dijo su tío, mirando a su esposa con desprecio —. Viene a buscar respuestas. Pregunta lo que quieres saber, Jazmín.Jazmín tomó un respiro profundo, tratando de calmar los nervios que le revolvían el estómago. Sabía que este era
Jazmín salió del almacén, su mente hecha un torbellino tras la confrontación con sus tíos. La revelación de la verdad y las circunstancias que rodeaban a su madre la habían dejado con una mezcla de emociones intensas. Oliver, siempre atento a sus necesidades, la esperaba junto al coche.— Al hotel, Oliver — ordenó Jazmín, su voz firme.— Sí, señora — respondió Oliver, abriendo la puerta del coche para ella.Una vez que se pusieron en marcha, Jazmín se sumergió en sus pensamientos. El trayecto al hotel transcurrió en silencio, pero su semblante se endurecía con cada kilómetro recorrido. Recordó el único recuerdo tangible que tenía de su madre, un sencillo collar con un pétalo de una flor, y lo sostuvo en su mano, encontrando en él una mezcla de consuelo y desesperanza.Al llegar al hotel, Jazmín salió del coche con determinación. Todos los empleados bajaban la cabeza al verla pasar, pero ese día, no tenía intenciones de decirles que no lo hicieran. Estaba enfocada en su objetivo.— ¿Le