El camino de regreso fue más tranquilo, aunque la tensión aún estaba presente. Jazmín miraba a su hijo, que finalmente se había calmado y se quedaba dormido en sus brazos. La paz momentánea que sentía estaba teñida de una constante vigilancia.Finalmente llegaron a la mansión. Jazmín salió del coche y entró en la casa, sintiendo una mezcla de alivio y agotamiento. Subió a su habitación, acostó a su hijo en su cuna y se sentó en la cama, dejando que las emociones del día la abrumaran por un momento.Pensó en Leandro, deseando que estuviera allí para compartir su carga. Pero sabía que debía ser fuerte, no solo por ella, sino también por su hijo y el bebé que llevaba en su vientre. La vida había sido dura, pero también había momentos de felicidad y esperanza.Mientras tanto, en otro lado de la ciudad, Julieta observaba desde lejos. Había estado detrás del ataque, probando una vez más los límites de Jazmín. Pero esta vez, no había subestimado a su oponente. Jazmín había demostrado ser más
La fatiga finalmente se apoderaba de Jazmín después de un día interminable de reuniones, estrategias y tensiones. Su cuerpo anhelaba descanso, pero su mente no le permitía desconectar. Mientras caminaba hacia su coche, pensó en Leandro y sintió la necesidad de verlo, aunque solo fuera para hablarle y sentir su presencia. Le pidió a Oliver que la llevara al hospital.— Oliver, llévame al hospital primero — dijo con un tono cansado pero firme.— Claro, señora — respondió Oliver, desviando el coche hacia el hospital.El trayecto fue silencioso. Jazmín miraba por la ventana, sus pensamientos centrados en Leandro. Sentía una mezcla de esperanza y desesperación; anhelaba verlo despertar, pero temía que ese día nunca llegara.Al llegar al hospital, se dirigió al ascensor que la llevaría a la habitación de Leandro. Mientras esperaba, notó a Luna al otro lado del vestíbulo. Luna llevaba un vestido elegante y sencillo, y sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas.— Señora — saludó Luna con una
— ¿Qué demonios haces aquí? —exigió Jazmín, su voz temblando de furia contenida.Julieta dio un paso más hacia ella, manteniendo su sonrisa malévola.— Solo vine a hacer una visita a tu querido Leandro. Qué lástima que esté en esta situación, ¿no crees? —dijo con una fingida preocupación que solo aumentó el odio en los ojos de Jazmín.Jazmín dio un paso hacia Julieta, su mirada llena de una furia incontrolable.— Aléjate de él. No tienes derecho a estar aquí. No tienes derecho a nada —espetó, su voz temblando con una mezcla de rabia y dolor.Julieta levantó una ceja, disfrutando claramente del efecto que estaba teniendo sobre Jazmín.— Oh, Jazmín. ¿No te das cuenta? Estoy aquí porque quiero. Porque puedo. Nadie puede detenerme — respondió con un tono de burla.Jazmín sintió que su control se desmoronaba. Quería lanzarse sobre Julieta, acabar con su presencia de una vez por todas, pero sabía que debía mantener la calma, aunque cada fibra de su ser gritara por venganza.— ¿Sabes qué, Ju
El hospital estaba sumido en un caos controlado. Los hermanos Belmont, Don Emiliano, e incluso Erick se encontraban en la sala de espera, sus rostros reflejando una mezcla de preocupación y esperanza. Jessica y Santiago habían regresado apresuradamente de su luna de miel, sus miradas denotando el mismo conflicto de emociones que el resto de los presentes. Aunque estaban asustados por el estado de Jazmín y su bebé, también se sentían aliviados por la muerte de Julieta. A pesar de lo macabro de la situación, su desaparición parecía haber traído un respiro al grupo.— ¿Qué sucede? — preguntó Daniel, notando al médico correr hacia la habitación de Leandro.Una enfermera se quedó atrás, intentando mantener la calma entre los presentes.— No lo sabemos — respondió la enfermera —. Pero el señor Belmont ha mostrado señales de taquicardia, como si estuviera ansioso.Jessica, con lágrimas en los ojos, miró a su esposo Santiago.— ¿Crees que lo sienta? — susurró, su voz temblorosa.Santiago no r
En un momento de soledad, Don Emiliano se le acercó y se sentó a su lado.— Hija, sé que esto es extremadamente difícil para ti, pero quiero que sepas que estamos aquí para apoyarte en todo momento —dijo con voz firme pero cálida.Jazmín asintió, apreciando el apoyo de su padre.— Gracias, Don Emiliano. No sé qué haría sin todos ustedes.Don Emiliano le dio un suave apretón en la mano.— Vamos a superar esto juntos, Jazmín. Leandro va a despertar, y cuando lo haga, necesitaremos estar fuertes para él.En esos momentos de reflexión y apoyo mutuo, la familia y los amigos de Jazmín encontraron consuelo en su unión. Aunque el dolor de la pérdida seguía presente, la determinación de seguir adelante era más fuerte que nunca.Finalmente, llegó el día en que el médico decidió darles una actualización más detallada sobre el estado de Leandro. Reunidos en la sala de espera, todos esperaban ansiosos sus palabras.— Hemos notado algunas mejoras sutiles en la condición del señor Belmont — dijo el
Jazmín se detuvo en seco, su mirada fija en el escenario. Un hombre apareció en el centro del estrado, sus movimientos lentos pero firmes. La sala quedó en silencio mientras todos intentaban reconocer al recién llegado. El corazón de Jazmín se aceleró al ver que era Leandro. Parado allí, mirándola con los mismos ojos de enamorado de siempre.— Leandro…Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, mientras Leandro tomaba el micrófono y comenzaba a hablar.— Buenas noches a todos. Quiero agradecerles por su apoyo durante estos meses difíciles — dijo, su voz resonando con fuerza y emoción —. Pero más agradecido estoy con la vida por darme el amor de una mujer tan maravillosa como lo es mi esposa. Tan hermosa y tan perfecta.Jazmín, conmovida hasta lo más profundo de su ser, escuchaba las palabras de Leandro como si estuviera en un sueño. No podía creer lo que veía. Era como si el tiempo se hubiera detenido, y todo lo que existía en ese momento eran ellos dos.— Jazmín, por favor, v
El primer cumpleaños de su hijo era un evento que Jazmín y Leandro habían estado esperando con ansias. La celebración se había planeado con solo días de antelación, y cada detalle había sido cuidadosamente considerado. La decoración del lugar era impresionante, con un tema de animales de la selva que transformaba el jardín de la mansión en una pequeña excursión a África. Había grandes figuras de elefantes, jirafas y leones, y los colores vibrantes llenaban cada rincón.Jazmín estaba en la entrada, recibiendo a los invitados con una sonrisa radiante. La emoción se reflejaba en sus ojos mientras veía a familiares y amigos llegar, todos vestidos con atuendos de safari. Los niños corrían por todas partes, riendo y gritando de felicidad. Para Jazmín, ver a su hijo tan feliz y rodeado de amor era un sueño hecho realidad.— ¡La foto! No olviden tomarle fotos con sus tíos — dijo Jazmín a Leandro, señalando al fotógrafo que había contratado especialmente para la ocasión.Leandro, con su habitu
¿Fin?Claro que el fin aún no llega cuando muchas historias aún no han cerrado. Mientras Jazmín y Leandro, pese a la pérdida de su bebé no nacido, seguían intentando vivir tranquilos, mentalizados de que Julieta había muerto, la verdad era que no...Sobre ellas dos había una maldición, quizás con el accidente, quizás el roce entre ellas dos, o tal vez, la vida solo quería tenerlas en este mundo. Pero en esta ocasión, era Julieta quien despertaba, pero no en su habitual cuerpo, sino en uno diferente y conocido por personas cercanas a la joven señora Belmont. Esta ocasión, no había un tiempo retrocedido en el pasado; era desde el momento de su partida.¿Raro? Claro, especialmente cuando la pareja hablaba de ello. Julieta estaba perdida en esa casa, metida en el cuerpo de una mujer vieja que no conocía, pero que le resultaba familiar.— ¿Dónde carajos estoy? ¿Por qué no me muero de una buena vez? — se preguntó a sí misma.Escuchó el ruido del cerrojo de la puerta, y un hombre alto entrab