Por Florencia

Llegó el señor de la inmobiliaria y entramos.

No me equivoqué, el lugar era más grande y tenía un entrepiso grande que serviría de depósito, dos oficinas y un pequeño ambiente que serviría para implementar una cocina, ya que tenía una pequeña mesada con una canilla.

Al costado de las oficinas había un baño, no era muy grande, pero era prolijo.

También había dos baños antes de las oficinas.

Tendríamos que hacer cubículos para los masajes, las depiladoras y la pedicura, aunque eso podría esperar, pero era mejor lanzarnos con todo.

Observamos el lugar y el señor de la inmobiliaria nos cuenta que antes, ese lugar, fue un resturante.

Por eso la amplitud.

Le comenté los cambios que teníamos que hacer por los cubículos y que eso tendría un costo extra para nosotros, me di cuenta que el señor dudó un poco y puse cara de que no me convencía, por supuesto que me había encantado el lugar, pero tampoco era cuestión de demostrarlo abiertamente.

Mi tía me miraba, porque no sabía que