Una melodía comenzó a sonar en violín. ¿Era necesario tanto romanticismo en medio del caos mental que estaba viviendo? Honestamente, parecía una escena de película donde en cualquier momento alguien se declararía. O moriría.—Vamos al baño —susurró Mia en mi oído.Asentí y me levanté del asiento. Daylon me lanzó una de esas miradas suyas, entre curiosidad y sospecha.—Iré al baño —dije, como si necesitara permiso. Él solo me miró en comprensión, aunque su ceño fruncido decía otra cosa.Mia y yo nos adentramos en la mansión, recorriendo el enorme pasillo hasta llegar al baño.—Se ven lindos juntos —comentó Mia de repente, mirándome fijamente.—Basta, Mia. No me metas más ideas en la cabeza —suspiré, mirándome en el espejo.—¿Te gusta? —sonrió con diversión.—No —respondí automáticamente.—Si tú lo dices… —se retocó el cabello con una sonrisita sospechosa.—Pues debería —interrumpió una voz desconocida.De golpe, la puerta de un cubículo se abrió.—¡AAAAAH! —Mia y yo gritamos al unísono
Sentía sus labios moverse con más seguridad, como si el tiempo se hubiera detenido y lo único que existiera fuera este beso. El sonido húmedo y rítmico de nuestros labios se mezclaba con la sensación de sus manos firmes en mi cintura, acercándonos más, como si intentara tatuar en mi piel la idea de que esto estaba pasando de verdad. Mis brazos ya estaban aferrados a su cuello, y aunque el aire se me estaba agotando, no quería separarme. Pero mi cuerpo no pensaba lo mismo. Me aparté un instante, jadeando. —Pero dijiste que no íbamos a cruzar esta línea —murmuré, mis labios aún rozando los suyos, con una sonrisa burlona. Él apenas se alejó. —Cállate, no lo arruines. — Y sin darme tiempo a responder, me volvió a besar. Su forma de besar era desesperante... pero deliciosamente desesperante. Tenía ese ritmo controlado, lento pero intenso, que contrastaba con mi urgencia. Cada vez que intentaba apresurarlo, él bajaba la velocidad con precisión, jugando con mi impaciencia. Su lengua rec
Veinte días.Ese era el tiempo exacto desde la última vez que había visto a Daylon. Desde ese beso. Desde esa absurda discusión que me dejó con más preguntas que respuestas.Veinte días en los que él se había dedicado a trabajar como si nada hubiera pasado. Veinte días en los que Félix desapareció del mapa. Veinte días en los que Mia finalmente se mudó a la ciudad, lo que al menos me daba la sensación de que no estaba completamente sola en este enredo.Y aquí estaba yo, en la entrada de un elegante restaurante, esperando para conocer a un nuevo socio de la empresa. Porque claro, mi "importante" cargo en la compañía solo existía cuando había un socio nuevo que conocer, y cuando Daylon lo aprobaba, porque si no… pues nada, yo solo era la dama de compañía empresarial."Dama de compañía empresarial."Qué deprimente.La puerta del restaurante se abrió y un hombre alto, con un porte impecable y una sonrisa de comercial de pasta dental, entró como si el mundo le perteneciera.—Lylah Min —dij
El estruendo de maderas astillándose resonó en el aire. Gritos furiosos se mezclaban con órdenes cortantes. La gente de Daylon estaba cerca. Los pasos apresurados en el techo me confirmaron que estábamos en un lugar subterráneo.Kai, en cambio, no parecía alarmado. Con una calma inquietante, tomó una mochila que estaba detrás de él.—Lo lamento, Lylah… eras tú o mi familia.Su voz tembló. Sus ojos brillaban con lágrimas contenidas, pero en ellos solo había rabia y desesperación.—¿Quién te mandó? —pregunté, sintiendo la adrenalina bombeando en mis venas.Los pasos se acercaban. Los gritos con mi nombre perforaban el aire.Kai se giró antes de desaparecer por un pasillo oscuro.—Aléjate de Félix. Rompe el contrato con Daylon o seguirás pagando las consecuencias.El eco de su advertencia me dejó paralizada. ¿Por qué tanto misterio? Si alguien quería dañarme, ¿no era ya obvio? ¿Por qué hacerme pedazos poco a poco?La puerta explotó.Varios hombres armados irrumpieron, sus miradas ansiosa
La habitación estaba sumida en un silencio asfixiante, de esos que pesan en el pecho y transforman el tiempo en una tortura. ¿Un silencio puede doler? Mi mente decía que no, pero mi corazón se empeñaba en contradecirlo. Las lágrimas seguían cayendo en cascada por mis mejillas, calientes al principio, hasta que se enfriaban al deslizarse por mi cuello. No había sollozos, solo una lluvia lenta y constante, como esas tormentas inesperadas que calan hasta los huesos.El tic-tac del reloj de la pared resonaba con una insistencia desesperante, como si me retara a mirar la hora. Me resistí, pero al final mi mirada cedió.“12:07 a.m.”Dos días. Dos días desde que mi vida dejó de ser mía. Desde que mi compromiso con un desconocido fue anunciado, sellando mi destino con un nombre que apenas puedo pronunciar sin sentir náuseas.Me encogí sobre la cama, abrazando con fuerza la fotografía que tenía presionada contra mi pecho. El marco de madera se clavaba en mis dedos, pero no aflojé el agarre. Ta
El salón estaba decorado con elegancia, pero la atmósfera era tan fría como un día de invierno en las montañas. La música suave y el murmullo de los pocos invitados no podían ocultar la tensión que colgaba en el aire como una nube oscura. Cuando era pequeña, siempre me imaginé una boda enorme, algo sofisticado pero a mi estilo, claro, y al de mi esposo, pero esto... esto era una humillación en toda regla. Mi madre se encargó de toda la decoración y, aunque tenía buen gusto, todo estaba tan anticuado. Incluso las flores parecían haber salido de un libro de historia. Si pudiera hablar con mi yo de hace un año, jamás creería que hoy, es el día de mi boda. De una boda falsa. Eran pocos invitados, a lo mucho unas 20 personas. Entre ellos, mi abuelo con su nueva esposa (una mujer que no podía recordar el nombre por más que intentara), algunos de mis primos, y los demás... bueno, seguro eran conocidos de Daylon. Solo sabía su nombre porque mi padre no dejó de repetirlo. Aún no lo había
Desde hace un año y medio, mi vida ha sido un ciclo predecible. Entre manejar los asuntos de Min Wines y soportar el vacío de este apartamento, he aprendido a existir sin esperar nada. La rutina me mantiene ocupada y, sobre todo, me distrae. Pero cada vez que cruzo esta puerta, el peso de lo absurdo vuelve a caer sobre mí.Desde que me dieron el puesto de supervisar proveedores y hablar con ellos prácticamente no hago más que eso. Mi padre decidió que era el puesto perfecto para mí. Mi falso matrimonio se basa en en público, somos solo rumores. El matrimonio privado entre nuestras familias fue un escándalo contenido; nadie sabe más que lo básico: "Unimos fuerzas para el bien de las empresas". Eso es todo lo que hemos permitido que el mundo vea. Y en las galas y reuniones donde debemos aparecer juntos, no somos más que embajadores de una alianza empresarial. Nada más.Ojalá fuera tan sencillo como para no tener que vivir con él pero mi abuelo debe creer que tengo un matrimonio, sino,
¿Qué tiene de importante ir a una gala de beneficencia? Desde pequeña me lo he preguntado cada vez que estas galas llenaban nuestras agendas. Al final, no eran más que una farsa. En mi mundo, el dinero es la verdadera magia; controla todo y a todos.En mi familia, no había abrazos de cumpleaños, pero siempre estaba el último juguete de moda esperándome. No existían palabras motivacionales ni muestras de cariño, pero jamás faltó el celular más caro del mercado. Era una transacción constante: cosas en lugar de emociones. Bueno, casi constante... Mi abuela era la excepción.Ella moldeó una parte de lo que soy. Aunque sabía que con un chasquido de dedos podía tener lo que quisiera, su voz resonaba siempre en mi mente: "Si lo obtienes tan rápido, ¿cómo sabrás si realmente lo estás disfrutando?"Era la mejor jefa, hermana, madre y abuela. Su sabiduría, tan sencilla como profunda, tenía algo único. Pero la vida no siempre permite que compartas tu esencia con el mundo entero, y eso, según ell