Sin que Arturo lo notara, Reymond le envió un mensaje de texto a Jeremith.«Voy saliendo para la cafetería con Arturo, la madre de Perla está en la sala de espera con otros familiares, en alguna parte debe estar Savannah, la amiga de Perla, ten cuidado, que no te vea»Jeremith se encontraba en un auto en el estacionamiento de la clínica, en cuanto leyó el mensaje de texto, se puso una chaqueta de estudiante de medicina que un doctor le consiguió para que él pudiera entrar al área donde tenían ingresada a Perla como un estudiante, también se había puesto una peluca y un par de gafas de fórmula, en verdad adquirió la apariencia un joven estudiante de medicina.Subió por las escaleras para evitar toparse el ascensor con Arturo o tal vez con Savannah, sabía que ella era astuta y podía reconocerlo. Cuando llegó al piso donde tenía la Perla, miró hacia donde estaba la familia Brown, Fabiola se veía muy quebrantada y triste, Jeremith respiro hondo, se preguntó si esa mujer era cómplice de su
Jeremith y Reymond se reunieron con el abuelo en el hotel donde él se estaba hospedando desde que fue dado de alta, le dijeron todo lo que estaba sucediendo.—Así que esa mujer se está muriendo. —Jeremith respondió.—No digas eso.—¿Acaso ya se te olvidó lo que te hizo? El hecho de que esté tan enferma no justifica sus acciones y la infamia que te hizo con Arturo. —Jeremith agachó la mirada, a él en verdad le había afectado y Perla estuviera en esa situación, su corazón estaba enamorado de ella simplemente no podía desearle la muerte.—No lo he olvidado, simplemente no puedo desearle el mal a nadie de esa manera, una cosa es querer hacer justicia y enviar a la cárcel a esos criminales, otra muy distinta es desear que muera.—No he deseado que muera, pero tampoco me agrada verte sufrir por una mujer que no lo merece, mejor concéntrate en tu vida en tu futuro, deberías reconciliarte con Silvana, durante meses esa mujer ha demostrado cuánto te quiere.—No me hables de Silvana, no la amo
—Perla no recordaba del todo muchas cosas, menos sabía que Arturo la tenía secuestrada a ella y a su familia, aunque sentía hacia él el mismo rechazo y presentía cosas peores.—¿Qué haces aquí Arturo? —¿Qué esperabas? ¿Que no viniera a ver a mi mujer?—Yo no soy tu mujer, y no quiero verte. —Pero qué agresiva regresaste del más allá.—No quiero verte duro bebé prefiero estar sola que mal acompañada. —Arturo se carcajeó y le dijo:—Lamento no poder complacerte Ahora eres mi mujer y tengo derecho a estar aquí contigo.—¿De dónde sacas que soy tu mujer? Lo nuestro se acabó desde la vez que decidiste defraudarme.—Esa estupidez ya me lo has dicho muchas veces, sé que tienes problemas en la memoria, pero te voy a recordar que aquí mando yo no tú, soy tu marido y ser el padre ese mocoso que te hace en el vientre. —Perla crujió los dientes y agregó:—El padre de mi hijo es Jeremith.—Jeremith ya no pintan esta historia, olvídate de eso, Eres mía Perla, ni la muerte logró arrebatármela —Él
Como Perla está evolucionando muy bien y ya se encontraba fuera de peligro, Jeremith y Reymond llegaron a la conclusión de que era muy posible que ella y Arturo continuarían con el plan de reclamar la fortuna de Jeremith, ya que Arturo la frecuentaba en la clínica, entoces nuevamente sintió deseos de venganza, quería castigar a la mujer que amaba, también a Arturo quien toda la vida había visto cómo su hermano. Ese día se quedó mirando a Reymond, los dos encontraban sentados en la sala de la suite donde él se estaba hospedando, Jeremith encendió un cigarrillo y comenzó a fumar, reflexionó por un momento, luego le dijo:—Te has convertido en ese hermano que nunca tuve, eso debió ser así desde siempre. —Reymond pensó en lo que sucedió con Silvana, no o había manera de que pudiera justificarse consigo mismo, cargaba con la culpa, aunque rezaba al cielo para que eso jamás saliera a la luz, pues no quería herir a Jeremith, menos ahora que entre Perla y Arturo le habían causado tanto daño,
Tal y cómo lo esperaban, un abogado en nombre de Perla Hamilton visitó el bufete del doctor Remington para hacer la solicitud de la herencia del difunto Jeremith Hamilton. El doctor Remington ya estaba al tanto de todo, conocía el hecho de que Jeremith seguía con vida y el plan que tenía de mandar a arrestar Arturo y a Perla el día de la sucesión. El doctor recibió al otro abogado de forma cordial, y le enseñó todos los documentos que tenía de Jeremith e hizo como si ya fueran a activar todo el procedimiento para transmitir la herencia a la viuda.Después que finalizó la reunión, el abogado de Arturo se retiró, el doctor Remington de inmediato le marcó a Jeremith y lo puso al tanto de la novedad, Jeremith oyó todo lo que le dijo y se murió el labio inferior, tal y como lo creía Perla había comenzado a demostrar que su enfermedad y que había estado cerca de la muerte no lo había hecho cambiar de parecer, ahora pretendía obtener su fortuna, la mujer no tenía escrúpulos según a sus ojos.
Una semana después.Fabiola había regresado a su casa, Perla se sintió sola estando con Arturo, también sintió miedo, ahora no tenía a nadie con quién contar en ese encierro en que él la tenía, porque Perla no era para nada libre.Le hizo reclamos en reiteradas ocasiones a Arturo porque la tenía encerrada.—¿Acaso no confías en mí? tú sí puedes salir y yo si no te hago reclamos.—Mi amor yo solo salgo a trabajar, lo sabes, ni siquiera he vuelto a divertirme.—Ya estoy harta de este encierro, y con este invierno ni siquiera puedo ir al jardín. Mi vida es aburrida, necesito más que sea volver a la universidad.—No me parece conveniente.—Desconfías de mí, eso es lo que pasa, piensas que voy a abandonarte después de todo lo que he hecho por ti también, porque yo también he sacrificado cosas por estar contigo, pero ya veo que solo quieres mantenerme encerrada en esta jaula como si yo fuera un pájaro.—Mejor calmante, veré qué hago para solucionarlo.Al otro día la noche Arturo llegó con
Antonio notó que entre Perla y Arturo tenían cada día más problemas, el ambiente en la casa se sentía tensionado. Aprovechó que Arturo había salido de la casa para hablar con ella y subió a donde estaba, en la habitación de los bebés ordenando la ropa que había comprado, la estaba metiendo en el gavetero.—¿Arturo y tú volvieron a discutir? —Ella con amargura respondió:—Define discutir, porque Arturo y tú a todo le cambian el significado.—¿Por qué estás tan a la defensiva, lo has estado con Arturo y ahora también conmigo, yo qué te he hecho. —Ella lo miró con rabia y le gritó:—¡Lárgate, bastante tengo con tener que aguantarme a Arturo, a él debo soportarlo, pero a ti no tengo por qué aguantarte!—Solo intento ayudarte, no deberías mantener tu enojo conmigo. —Ella volteó a verlo con los ojos llenos de lágrimas.—No estoy enojada contigo, en realidad siento que te odio, te odio a ti y odio a Arturo, ¡odio esta maldita casa de mierda!—¿Ahora por qué discutieron?—Se enojó desde la s
William no tardó mucho en llevarle un arma a Perla. Fue esa noche que Arturo se encontraba en New York. Kevin, el primo, vigiló para que los demás hombres que cuidaban a Perla no se dieran cuenta que William estaba con ella en el interior de la casa. Perla estaba en la sala él la sorprendió cuando llegó con una caja negra forrada en cuero. Se quedó mirándola a los ojos con su rostro serio. Perla comprendió de inmediato que se trataba del arma, como una niña deslumbrada la agarró y levantó la tapa; suspiró por lo que significaba. No hubo palabras solo la complicidad de sus miradas lo dijeron todo. William le quitó la caja, la cerró, luego la puso sobre la mesa, la palpó un par de veces, después la acercó a ella y se marchó fuera.Perla tomó la caja y la llevó a la habitación de los bebés y cerró la puerta. La puso sobre la cómoda y volvió a levantar la tapa, sacó el arma, era de color negro. La observó detenidamente, pensando en lo que planteaba hacer con dicha arma; nunca se le había