—Perla no recordaba del todo muchas cosas, menos sabía que Arturo la tenía secuestrada a ella y a su familia, aunque sentía hacia él el mismo rechazo y presentía cosas peores.—¿Qué haces aquí Arturo? —¿Qué esperabas? ¿Que no viniera a ver a mi mujer?—Yo no soy tu mujer, y no quiero verte. —Pero qué agresiva regresaste del más allá.—No quiero verte duro bebé prefiero estar sola que mal acompañada. —Arturo se carcajeó y le dijo:—Lamento no poder complacerte Ahora eres mi mujer y tengo derecho a estar aquí contigo.—¿De dónde sacas que soy tu mujer? Lo nuestro se acabó desde la vez que decidiste defraudarme.—Esa estupidez ya me lo has dicho muchas veces, sé que tienes problemas en la memoria, pero te voy a recordar que aquí mando yo no tú, soy tu marido y ser el padre ese mocoso que te hace en el vientre. —Perla crujió los dientes y agregó:—El padre de mi hijo es Jeremith.—Jeremith ya no pintan esta historia, olvídate de eso, Eres mía Perla, ni la muerte logró arrebatármela —Él
Como Perla está evolucionando muy bien y ya se encontraba fuera de peligro, Jeremith y Reymond llegaron a la conclusión de que era muy posible que ella y Arturo continuarían con el plan de reclamar la fortuna de Jeremith, ya que Arturo la frecuentaba en la clínica, entoces nuevamente sintió deseos de venganza, quería castigar a la mujer que amaba, también a Arturo quien toda la vida había visto cómo su hermano. Ese día se quedó mirando a Reymond, los dos encontraban sentados en la sala de la suite donde él se estaba hospedando, Jeremith encendió un cigarrillo y comenzó a fumar, reflexionó por un momento, luego le dijo:—Te has convertido en ese hermano que nunca tuve, eso debió ser así desde siempre. —Reymond pensó en lo que sucedió con Silvana, no o había manera de que pudiera justificarse consigo mismo, cargaba con la culpa, aunque rezaba al cielo para que eso jamás saliera a la luz, pues no quería herir a Jeremith, menos ahora que entre Perla y Arturo le habían causado tanto daño,
Tal y cómo lo esperaban, un abogado en nombre de Perla Hamilton visitó el bufete del doctor Remington para hacer la solicitud de la herencia del difunto Jeremith Hamilton. El doctor Remington ya estaba al tanto de todo, conocía el hecho de que Jeremith seguía con vida y el plan que tenía de mandar a arrestar Arturo y a Perla el día de la sucesión. El doctor recibió al otro abogado de forma cordial, y le enseñó todos los documentos que tenía de Jeremith e hizo como si ya fueran a activar todo el procedimiento para transmitir la herencia a la viuda.Después que finalizó la reunión, el abogado de Arturo se retiró, el doctor Remington de inmediato le marcó a Jeremith y lo puso al tanto de la novedad, Jeremith oyó todo lo que le dijo y se murió el labio inferior, tal y como lo creía Perla había comenzado a demostrar que su enfermedad y que había estado cerca de la muerte no lo había hecho cambiar de parecer, ahora pretendía obtener su fortuna, la mujer no tenía escrúpulos según a sus ojos.
Una semana después.Fabiola había regresado a su casa, Perla se sintió sola estando con Arturo, también sintió miedo, ahora no tenía a nadie con quién contar en ese encierro en que él la tenía, porque Perla no era para nada libre.Le hizo reclamos en reiteradas ocasiones a Arturo porque la tenía encerrada.—¿Acaso no confías en mí? tú sí puedes salir y yo si no te hago reclamos.—Mi amor yo solo salgo a trabajar, lo sabes, ni siquiera he vuelto a divertirme.—Ya estoy harta de este encierro, y con este invierno ni siquiera puedo ir al jardín. Mi vida es aburrida, necesito más que sea volver a la universidad.—No me parece conveniente.—Desconfías de mí, eso es lo que pasa, piensas que voy a abandonarte después de todo lo que he hecho por ti también, porque yo también he sacrificado cosas por estar contigo, pero ya veo que solo quieres mantenerme encerrada en esta jaula como si yo fuera un pájaro.—Mejor calmante, veré qué hago para solucionarlo.Al otro día la noche Arturo llegó con
Antonio notó que entre Perla y Arturo tenían cada día más problemas, el ambiente en la casa se sentía tensionado. Aprovechó que Arturo había salido de la casa para hablar con ella y subió a donde estaba, en la habitación de los bebés ordenando la ropa que había comprado, la estaba metiendo en el gavetero.—¿Arturo y tú volvieron a discutir? —Ella con amargura respondió:—Define discutir, porque Arturo y tú a todo le cambian el significado.—¿Por qué estás tan a la defensiva, lo has estado con Arturo y ahora también conmigo, yo qué te he hecho. —Ella lo miró con rabia y le gritó:—¡Lárgate, bastante tengo con tener que aguantarme a Arturo, a él debo soportarlo, pero a ti no tengo por qué aguantarte!—Solo intento ayudarte, no deberías mantener tu enojo conmigo. —Ella volteó a verlo con los ojos llenos de lágrimas.—No estoy enojada contigo, en realidad siento que te odio, te odio a ti y odio a Arturo, ¡odio esta maldita casa de mierda!—¿Ahora por qué discutieron?—Se enojó desde la s
William no tardó mucho en llevarle un arma a Perla. Fue esa noche que Arturo se encontraba en New York. Kevin, el primo, vigiló para que los demás hombres que cuidaban a Perla no se dieran cuenta que William estaba con ella en el interior de la casa. Perla estaba en la sala él la sorprendió cuando llegó con una caja negra forrada en cuero. Se quedó mirándola a los ojos con su rostro serio. Perla comprendió de inmediato que se trataba del arma, como una niña deslumbrada la agarró y levantó la tapa; suspiró por lo que significaba. No hubo palabras solo la complicidad de sus miradas lo dijeron todo. William le quitó la caja, la cerró, luego la puso sobre la mesa, la palpó un par de veces, después la acercó a ella y se marchó fuera.Perla tomó la caja y la llevó a la habitación de los bebés y cerró la puerta. La puso sobre la cómoda y volvió a levantar la tapa, sacó el arma, era de color negro. La observó detenidamente, pensando en lo que planteaba hacer con dicha arma; nunca se le había
La ausencia de Arturo le dio espacio a Perla para pensar en Jeremith y dejar que la tristeza que embargaba su alma, con un suspiro de lamento dejó salir de sus labios las siguientes palabras:—Te extraño tanto, te extrañaré toda la vida, Jeremith, mi amor verdadero, no sabes cuánto me arrepiento de no haber dicho la verdad a tiempo, jamás pensé que Arturo pudiera ser malvado ni que él planeara asesinarte. Si me estás oyendo desde el cielo te pido que me ayudes a escapar, por nuestros hijos —Puso sus manos sobre su vientre—. Ellos son la razón más grande que tengo para seguir con vida, ayúdame mi amor, dame las fuerzas que necesito para luchar y para escapar de Arturo.***Arturo llamó por teléfono al abogado que había contratado para que se hiciera cargo de la herencia de Perla.—¿Cómo va ese asunto con la herencia? ya se están demorando demasiado.—Todo está bien no te preocupes, solicité que se impugnara el 20% que pidió tu familia para la señorita Xiemna y la señora Altagracia.—¿L
Llegó el día tan esperado por todos, el de la sucesión; cada quién lo esperaba con un propósito distinto, como Arturo quién sentía que al fin había logrado su propósito"Solo faltan horas"Jeremith por su parte estaba esperando concretar su venganza contra Perla y Arturo. Perla estaba ansiosa, pues había llegado el momento de escapar, su corazón latía con rapidez, debía permanecer en calma, pero estaba en un momento crucial donde todo debía salir perfecto tal y como se había planeado, mientras que ella y Arturo tomarán el recorrido hacia la mansión, William sacaría a Fabiola y a su hijo y los llevaría al aeropuerto, Josef debía vestirse de niña como lo indicaba su identidad falsa; Fabiola también había cambiado el color y corte de cabello. No sólo Fabiola y Josef habían cambiado su apariencia, Jeremith también lo hizo, fue a la mansión e ingresó sin que todos se percataran, Reymond le llevó un uniforme de los que se le asignaba a los hombres que laboraban en la mansión como mesero o