Ya estaba por amanecer cuando Perla llegó a su casa, Jeremith la acompañó hasta la puerta, allí con algo de nostalgia le dijo:—Adiós Perla, esta será la última vez que nos veamos.—Sí. —Perdóname por mis malas actitudes contigo.Ella abrió la puerta, entró a la casa.—Gracias, a pesar de tus malas actitudes sé que en el fondo eres un buen hombre, te deseo suerte, también consigas esa mujer que te merezca.—Gracias por desearme cosas buenas, yo también te deseo suerte y que tú hermano se recupere pronto.—Gracias. —Jeremith parecía que no deseaba marcharse, en cambio Perla expresaba lo contrario con su lenguaje corporal, entró y agarró la puerta con ganas de cerrarla. Jeremith al fin se marchó, Perla entró a su habitación, dejó el maletín que llevaba sobre la cómoda, luego se sentó en la cama, pensó en Jeremith y en todo lo que estaba sucediendo, luego en voz baja comentó:—Creo que en el fondo debes tener virtudes, no mereces que Arturo te engañe, nadie merece que lo engañen, menos
Perla no le contó a su madre acerca del ofrecimiento que Jeremith le había hecho de darle dinero, Fabiola tampoco le contó que Jeremith le había ofrecido su ayuda, no quería causarle un mal rato a su hija, pues ella estaba sufriendo mucha preocupación debido a la farsa del matrimonio.***Silvana estaba muy alentada y con ganas de reconquistar a Jeremith, además que sus padres la estaban presionando para que hiciera todo lo que tenía a su alcance para lograr casarse con él. El domingo él estaba en el club de golf con un amigo, de pronto ella llegó, él al verla mantuvo su rostro serio y con un tono de voz frío y distante le preguntó:—¿Qué haces aquí? —Mi papá me pidió que lo acompañara, cómo te vi llegar quise pasar a saludarte. —Jeremith continuó en lo suyo, ella esperó un momento para no interrumpirlo, luego le dijo:—Jeremith tenemos que hablar, en todos estos meses no me has dejado ni siquiera acercarme a ti.—¿Qué quieres hablar? Todo está claro entre nosotros.—No, nada está cl
Perla no durmió durante toda la noche pensando en su embarazo, temiendo al momento en que Jeremith le exigiera abortar, recordó sus frías palabras:«Si estás embarazada, ¿estarías dispuesta a practicarte un aborto?» «Solo hay algo que me preocupa, quiero que te hagas la prueba de embarazo, no quiero un hijo ilegítimo, cuando tenga hijos será con la mujer que yo escoja para casarme, tenerlos fuera del matrimonio no está bien visto en mi círculo social.»Perla fue invadida por un profundo dolor y lamento, de pronto se sintió perdida, como si su alma se hubiera asumido en la oscuridad. De repente un fuerte sentimiento de abandono la invadió por completo y sintió miedo. Sus labios se abrieron y con una voz desalentada pronunciaron unas cuantas palabras:—¡Dios mío! ¿Qué voy a hacer?Eso fue lo que dijo para entonces había comprendido que no quería perder a la criatura que se estaba gestando en su vientre.En la mañana se fue a trabajar como de costumbre, no le comentó nada su madre acerc
En la tarde, Perla llegó medía hora antes a la sala del consultorio, llevó consigo el sobre con los resultados falsos que preparó Savannah. Cuando faltaba poco para que Jeremith llegara, ella se fue hacia el pasillo donde estaba el despacho de los resultados. Jeremith llegó minutos después, por la campanita del ascensor ella se puso alerta y se asomó a ver si él había llegado, y sí, ahí venía, era un hombre puntual con el tiempo. Perla se puso en posición cerca de la taquilla. El corazón le comenzó a latir a millón y las manos le comenzaron a sudar, estaba muy nerviosa, le daba terror que él descubriera que ese era un resultado falso.Tomó una bocanada de aire, con el sobre en la mano se dió vuelta para volver a la sala y toparse a Jeremith en el camino, para sorpresa suya él ya estaba allí muy cerca de ella, Perla no pudo disimular y puso cara de asombro. Jeremith la miró con cierto reproche.—¿Por qué no me esperaste? quedamos en qué entre los dos retirariamos el examen.—Quería ten
Al otro día Perla estaba trabajando, Josef había pasado mal la noche, ello era habitual, pero en la mañana como a las nueve empeoró y le dio mucha fiebre; Fabiola intentó calmarlo con sus medicamentos, pero antes que se hicieran las diez el niño se puso realmente mal, tenía mucho dolor de cabeza y vómito. Fabiola estaba desesperada, entonces decidió llevarlo al hospital. Se cohibió y no le avisó a Perla para dejarla que trabajara tranquila, pues debía cuidar ese empleo que era el medio de sustento. Savannah se enteró y la acompañó al hospital, el niño pasó a emergencia dónde fue atendido. Pasó una hora y le mandaron varios estudios que eran muy costosos, Fabiola se desesperó.—Ya gastamos todo el dinero la semana pasada, ¿De dónde se supone que vamos a conseguir más? —Savannah le dijo:—Perla puede pedirle ese dinero a Jeremith.—Ella no lo aceptará, sabes que no desea ni verlo.—Ella tiene derecho a exigirle que le cubra los gastos de Josef, fue por culpa de Jeremith que ella perdió
Arturo y el abuelo regresaron de Alemania, él le preguntó a Reymond por Jeremith y Perla.—¿Cómo van las cosas con Jeremith y Perla?—La verdad no sé ni qué pensar acerca de cómo van las cosas entre ellos.—¿Por qué?—Jeremith no ha querido firmar la anulación del matrimonio. —Arturo sonrió, se sintió satisfecho por dentro, porque al menos seguían casados, sus planes continuarían adelante ahora que él estaba de regreso.—Lo sabía, Jeremith está perdidamente enamorado de perla.—No creo que esté enamorado de ella, más bien está encaprichado, ¿sabes por qué? porque Perla lo rechaza, por alguna razón ella no desea que él se le acerque; eso lo tiene loco, Jeremith no entiende que esa es la estrategia que esa mujer está usando para retenerlo a su lado, quién sabe con qué planes, seguramente desea aprovecharse de su fortuna, ese tipo de mujeres no valen la pena, son unas trepadoras.—Yo apuesto a que si está enamorado de ella, ¿acaso no la has visto? Perla es demasiado hermosa, yo en lugar
Perla intentó dormir, pero no tenía sueño, se levantó de su cama y se acercó a la puerta que daba hacia el balcón. Decidió salir al exterior a pesar de que estaba haciendo frío. El balcón se extendía a lo largo de las habitaciones y la sala del apartamento. Ella no se dio cuenta que la puerta del balcón de Jeremith estaba abierta, se quedó allí observando el panorama de la ciudad. Pasaron algunos minutos, de pronto Jeremith también salió al balcón a fumar un cigarrillo, Perla rápidamente se escondió detrás de una la columna, no se atrevió a moverse y se quedó allí como plantada en la pared; de pronto oyó la vibración del celular de Jeremith, él se sentó en una silla que había y dejó el teléfono sobre la mesa de centro con la cámara frontal mirando hacia él, pues era una vídeo llamada. Una mujer con acento español le habló.—¿Cómo estás guapo?—Bien aquí en mi apartamento, ¿Y tú cómo estás?También estoy en mi apartamento muy aburrida, creí que vendrías a visitarme como siempre lo hace
Él dejó de besarla por un momento, agarró su cara con ambas manos y mirándola a los ojos le dijo:—Quédate conmigo, este matrimonio fue una locura pero… ¡esta locura me encanta! —Perla recordó la farsa del matrimonio—. No me digas que no, con ese beso me demostraste qué sientes por mí lo mismo que yo siento por ti, debemos estar juntos. —Ella se detuvo, sabía perfectamente que no podía engañarlo.—Jeremith, no debe ser.—¿Por qué no debe ser? Ya estamos casados y nos amamos, todos estos días que he estado aquí contigo me he dado cuenta qué somos el uno para el otro. —Perla se iba a negar por miedo, pero Jeremith no la dejó hablar y comenzó a besarla.—Vamos a intentarlo, si algo sale mal, al menos los hemos intentado.—Tu familia no lo va a permitir.—No me importa lo que ellos digan, no te voy a llevar a la mansión, sé que te harán la vida imposible, viviremos en nuestra propia casa, haremos nuestro nido de amor, voy a protegerte.—No sé qué tan correcto sea para ti que estemos junto