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A pesar de todo el entrenamiento al que había sido sometida había algunos aspectos en los que Leticia todavía tenía que trabajar. Uno, era específicamente su lengua. Esa que ahora el alfa devoraba como si fuera lo más sabroso del mundo incluso arañándola con de sus colmillos.

La razón, tenía que evitar que volviera a moverse suelta delante de no solo de este alfa sino de cualquiera. ¿Qué tenía en mente cuando aceptó tener sexo con él? Pues una buena follada porque raciocinio no era.

Agradecía lo fuerte de los supresores porque con todas las densas feromonas del alfa que danzaban en la habitación cerrada hubiera entrado en celo como aquella vez. Maldito lo perfecto que era este alfa, con razón podía dirigir al grupo que estaba a su servicio. 

-No dejes marcas- jadeó cuando el alfa comenzó a besar su cuello con fuerza masticando la piel debajo de sus labios. Los dedos se apretaban sin reparo sobre su cadera queriendo arrancar el short debajo.

-No me desnud

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