DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 10. Una encrucijadaNo sabía cómo encajar aquello, de verdad no sabía.—Pero... ¿no acabas de decir necesitabas la casa para ti y para tus dos hijos? —la increpó Ximena confundida.—¡Pues sí pero no para vivir aquí! ¡Para venderla! ¡Pero por supuesto que para venderla y comprarme algo en Barcelona con mis padres! ¡O al menos dar un adelanto para algo porque es obvio que el casucho de los abuelos no debe valer mucho! —replicó su prima y Ximena sintió que la sangre se le encendía en las venas.—¡¿Pero no acabas de leer lo que puso el abuelo en su testamento?! ¡Es la casa familiar de los Montalbán! ¡Tu padre y el mío nacieron y crecieron ahí! ¡¿Cómo se te ocurre que la vamos a vender?! —exclamó con frustración y el gesto de desprecio en la expresión de su prima la hizo querer golpearla. —¡Ay por favor, solo es una casa, cuatro paredes y un techo! ¡Da lo mismo ese que cualquier otro! ¡Así que te agradezco que me la dejes, solo vamos a hacer los papeles y...!
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 11. Rememorando viejos tiemposJavier subió hasta el porche, sentándose frente a la muchacha y envolviendo las piernas de Ximena con las suyas mientras Zeus apoyaba la cabeza sobre los dos. Alcanzó la botella de vino y se sirvió en la otra copa, porque era evidente que ella lo había estado esperando.—Dispara —le dijo y Ximena encontró frente a ella a un hombre con la mayor disposición para escuchar.—Mi abuelo me dejó la villa del pueblo, la casa familiar —murmuró y Javier hizo una mueca porque ya había escuchado los rumores en el pueblo de que el testamento del señor Montalbán traería problemas en su familia.—¡Auch! Adivino que no es buena idea felicitarte ahora mismo —murmuró.—Teniendo en cuenta que cualquiera de mi familia que no sean mis padres me quiere linchar, no. Sería más recomendable contratarme a un guardaespaldas que felicitarme —suspiró ella dejando caer la cabeza atrás contra una de las columnas del portal—. El problema es que la casa no v
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 12. Me impresiona que te quieres aprovechar de mí Sobra decir que Ximena sabía tan poco de autos como tanto de arquitectura, pero estaba convencida de que Javier sí sabía, lo mismo de autos que de motos, porque de lo contrario no tendría aquella cara de niño embelesado por un juguete nuevo.—¿Qué? ¿Qué tengo? —preguntó mirando al cacharro que parecía a punto de caerse a pedazos.—Ximena... —Javier sintió que se inflaba de la emoción—. Esto es un BMW 507, tiene un motor V8 de 3.2 litros, y fue el auto más bonito de su época, pero se fabricaron solo poco más de doscientas unidades...—¿Entonces es un clásico o algo así? —se entusiasmó la muchacha.—¿Un clásico? ¡No, muñeca, esto puede llegar a valer cientos de miles...! cuando lo restaures, por supuesto.—¡Ah! —Ximena hizo un puchero de desaliento viendo los parachoques oxidados—. Y adivino que restaurarlo no será barato, ni rápido. ¡Demonios!Y estaba a punto de ponerse a lloriquear como niña chiquita (por
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 13. Una razón poderosaLa respuesta era más complicada que un simple “Sí”, pero la verdad era que Javier no quería decir nada que pudiera llegar a incomodarla, después de todo, no estaba muy seguro de cómo era su vida ahora, y si Ximena estaba planeando comprar un departamento en Madrid probablemente no sería para vivir como la eterna soltera.La vio terminar de descubrir la Ducati y escuchó aquel largo suspiro. Los dos tenían una breve pero intensa historia con aquella moto, una que quizás era demasiado peligroso recordar.—Todavía la tienes —repitió Ximena dándose la vuelta para mirarlo y él se encogió de hombros.—No podía solo deshacerme de ella —respondió—. Así que le hago su cariño cada par de meses y rezo para que quiera seguir funcionando algún día.—¿Algún día? —preguntó Ximena frunciendo el ceño—. ¿Cómo que algún día? ¿No la enciendes o...?De repente el silencio fue demasiado revelador para ella. Sabía que había había tirado la llave la moto por
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 14. ¡Lo siento!Era como un maldito deja vú, como una soga alrededor de su cuello, como volver en el tiempo solo que aún peor, porque hacía nueve años Javier inhalaba coca pero no se pinchaba nada. ¿Entonces todo era una mentira? ¿Cómo era posible que...? ¿Cómo era posible que se viera tan sano si se estaba drogando? ¿Cómo...?Las lágrimas le subieron a los ojos en un solo segundo pero en el mismo momento en que le dio la espalda a la casa para alejarse escuchó aquella maldición llena de dolor, que venía acompañada de un jadeo ahogado.—¡Te lo estoy diciendo y no me escuchas! ¡Al menos un relajante muscular tienes que ponerte! ¡El dolor no se va a ir solo! —lo regañó la mujer.—Con la fisioterapia... —intentó defenderse él.—¡La fisioterapia no es suficiente, cabeza dura! A veces te logro acomodar un poco pero no soy Dios. Estas crisis solo se controlan con antiinflamatorios y analgésicos —lo reconvino la mujer—. Ahora, ¿me quieres decir qué burrada hicist
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 15. Sentimientos a mediasEra imposible que aquellas lágrimas no se le salieran, por un segundo había revivido aquel terror de verlo drogarse y cómo se ponía después, pero también le daba demasiado remordimiento pensar eso de él, cuando era evidente que había hecho hasta lo imposible por darle un giro drástico a su vida.—Lo siento... —susurró y sintió que su piel se estremecía cuando los labios de Javier rozaron ese espacio neutral bajo su oreja, subiendo por su mejilla y por su sien mientras le daba la vuelta y la abrazaba.—No es tu culpa, no te dejé precisamente buenos recuerdos —murmuró estrechándola con toda la fuerza que podía usar sin lastimarse más.—Pero yo no debí pensar... no está bien... tú eres diferente ahora... —suspiró Ximena ocultando la cara en su pecho y Javier sintió que aquel calor extraño se expandía por su cuerpo.Ximena había sido su primer amor, eso no valía la pena ni negarlo, y quizás por todo lo que había sucedido después tambi
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 16. Una propuesta.Ximena ni siquiera sabía qué decir. No podía alargar su viaje a Villahermosa indefinidamente, y a Javier lo estaba matando la contrariedad que veía en su expresión.—Lo siento —le dijo mientras salían de la notaría—. Ya sabes cómo es el verano aquí, la mitad del país está de vacaciones y la otra mitad quiere estarlo, así que por estas fechas las cosas se complican un poco. —Sí, lo sé —suspiró Ximena—. El problema es que no puedo ausentarme indefinidamente del despacho. Pedí una semana de vacaciones, ¡pero al final tengo un jefe, trabajo para alguien! Javier respiró hondo y ni siquiera necesitaba preguntarlo, porque podía recordar perfectamente que había conocido a Ximena mientras dibujaba dramáticamente un puente al atardecer, y lo primero que le había llamado la atención era su capacidad no solo para copiarlo sino para transformarlo después.—Bueno... ¿Y has pensado en trabajar de manera independiente? —le preguntó rascándose la nuca.
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 17. ChispasXimena sentía que el corazón se le aceleraba un poquito más cada vez que lo veía, y por desgracia sabía que no había forma de evitar eso, porque las cosas que había sentido una vez por Javier habías sido demasiado grandes como para olvidarlas por completo.La idea de trabajar con él en un proyecto tan grande la hacía dudar a cada segundo, el problema era que verlo le hacía olvidar todas las dudas. Así que al día siguiente cuando llegó a la clínica, su primer pensamiento fue que Javier se había vuelto loco, porque en lugar de un Jeep o una cuatrimoto, lo que había esperándola eran un par de caballos.—¡Ni de broma! ¡Pero claro que no! —exclamó girándose en redondo y Javier la retuvo de un brazo, muerto de risa.—Muñeca, hay lugares que no tienen paso para las cuatrimotos —le avisó—, solo podríamos rodear la zona a caballo. Vamos, no seas miedosa, si Calíope es un amor.Pero por más que Ximena mirara a la yegua, no había forma de convencerla.—Ca