DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 2. Un "extraño conocido"Ximena Montalbán llevaba grabada en el alma a fuego vivo la última ve que había visto a Javier Leal; lo que lo había querido y cuánto la había lastimado, y sobre todo había logrado sobrevivir con la decisión de dejarlo atrás.Sin embargo era totalmente difícil reconciliar la imagen del chico desequilibrado por la droga, flacucho y siempre molesto y vestido de negro, con la imagen del hombre que tenía frente a ella en aquel momento. Quizás por eso no podía dejar de mirarlo como si estuviera presenciando un milagro o algo así.Se había estirando al menos otros diez centímetros, su cuerpo era al menos el triple de ancho, con músculos trabajados y precisos enmarcados por una camisa de hilo blanca y un pantalón beige de hilo, y la expresión de su rostro era serena aunque preocupada.—Lo lamento, lo último que quiero es molestarte... —murmuró él de pronto, rompiendo aquella burbuja en que los dos se habían quedado mirándose como si el mu
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 3. Un sentimiento triste y egoístaDurante un instante Javier le echó un rápido vistazo la camioneta en la que venía Ximena, asegurándose de que no tuviera problemas para atravesar el camino que conducía hacia la propiedad, porque la verdad era que estaba dentro de los límites de las tierras de los Leal, pero lo suficientemente aislado como para que su hermano y su cuñada se animaran a hacerle un sobrino nuevo cada vez que venían de visita. El camino se le hizo extraño a Ximena aunque lo hubiera recorrido decenas de veces hacía nueve años, pero ahora sin embargo el portón era mucho más ancho y los campos alrededor se veían limpios y despejados. Un camino adyacente se alejaba de la entrada principal por tres o cuatro kilómetros y Ximena se sorprendió al ver una hermosa casita en lo alto de una de las colinas. Se bajó mientras Javier se adelantaba y abría la puerta y las ventanas. —No es muy grande, solo dos habitaciones, pero al paso que van mi hermano y
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 4. ¿Qué es este lugar?Ximena acarició la cabeza del perro, y el animal no tardó en acomodarse en uno de los rincones de la pequeña sala de la casa con la mejor disposición de cuidarla, pero la verdad era que todo estaba tan en paz alrededor que la muchacha sintió que al menos por una noche podía descansar no solo del bullicio de la ciudad, sino de todo el que naturalmente le rondaba la cabeza.Sin embargo no era errado decir que aun así Javier no se le salió de la cabeza en toda la noche, y que para la mañana ya había buscado en línea cualquier otro alojamiento disponible para cambiarse y el más cercano vacío estaba a doscientos kilómetros.Para dos días más que iba a quedarse, era una locura hacer todo aquel trayecto solo por no quedarse en su casa, y después de todo ya estaba comprobado que eran capaces de comportarse como adultos maduros. Así que bajó a Villahermosa por un desayuno decente y compró más chocolate que café porque no sabía realmente qué to
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 5. El directorLas palabras “Clínica de Rehabilitación” dejaron a Ximena incluso más impactada de lo que ya estaba, porque no podía creer que de verdad estuviera escuchando aquello.—Bueno, para ser justos, todavía nos falta mucho para que esto desarrolle todo su potencial, pero vamos poco a poco, teniendo en cuenta que solo estamos funcionando desde hace tres años... —añadió él haciéndole un gesto.La mansión de los Leal era grande y espaciosa, y la habían habilitado para conseguir más habitaciones funcionales; pero ahora Ximena entendía eso de que “la cocina estaba cerrada”.La biblioteca había sido dividida en dos para dar espacio a las sesiones individuales de los psicólogos, un par de salones se habían convertido en la sede de las sesiones grupales, y el resto de la mansión se dividía en salas de descanso o de lectura, estudios de artesanías o pintura, o toda clase de actividades que pudieran llamar la atención de los pacientes.—Para los más inquieto
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 6. Una cenaXimena sintió que como si se estuviera ahogando con su propia lengua. Ver a Javier hacer algo como aquello se sentía de ciencia ficción, ¿en qué momento había aprendido de inmovilizaciones o...?—Yo me ocupo —sentenció el médico y solo un instante después un par de enfermeros se llevaban al chico en una camilla dentro de la mansión.—Estás... ¿estás sangrando? —murmuró Ximena acercándose y él se limpió el antebrazo, mostrándole que solo era un raspón ligero.—Seguro alguna piedra que había entre el césped. No te preocupes, alguna de las muchachas me venda en un rato —respondió Javier mirando alrededor y recogiendo una cartera donde solo venían unos pocos dólares—. Ahora tengo que comunicarme con la policía y dar parte de esto, el chico viene sin identificación y necesitamos su historial médico lo más pronto posible.—Claro, claro... —Ximena parecía totalmente descolocada, como si no supiera a dónde dirigirse pero evidentemente lo último que qu
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 7. El elefante en la habitaciónY no mentía. Javier podía culpar al hambre o a los nervios todo lo que quisiera, pero aquellas eran realmente las mejores hamburguesas que se había comido en su vida.—¡Por Dios, podría comerme esto toda la vida, tres veces al día! —exclamó cerrando los ojos y mirando al cielo después del último bocado, aunque era obvio que aquello no tenía ni un solo asomo de insinuación, Ximena no pudo evitar contener al aliento porque aquella expresión satisfecha del hombre frente a ella era simplemente demasiado sexy—. ¡Acabas de arruinar mis cuadritos esta semana! —rio tocando su abdomen y como si quisiera terminar de rematarlo, ella le señaló la cajita de postres que él mismo había llevado.—¡Es tiramisú! ¡Ni modo, tenemos que sacrificarnos! —sentenció ella porque parecía que ese seguía siendo el dulce favorito de los dos.Ni siquiera se molestaron en dividirlo, simplemente se sentaron cada uno con una cuchara y exhalaron un par de sus
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 8. PerdónJavier dejó que simplemente lo interiorizara y para eso necesitaba tiempo, así que dejó aquel papel en sus manos y recogió todo lo que había sobre la mesa, metiendo los platos al lavavajillas y ordenando lo que podía, mientras Ximena entendía que su nombre sin tachar significaba que la consideraba la enmienda que todavía no había hecho, el perdón que todavía no había pedido.Así que para el momento en que se dio la vuelta, él solo estaba apoyado en la encimera y se secaba las manos lentamente.—Tienes razón, es un proceso. Y parte de ese proceso es buscar la paz con otras personas y con uno mismo, pedir perdón, ofrecer disculpas... —Javier respiró hondo antes de atreverse a mirarla a los ojos—. Es algo que hice hace mucho tiempo, conseguir estar en paz con todos y conmigo... excepto por ti. —Podrías haberme buscado —murmuró ella levantándose para acercarse.—Podría haberlo hecho —confirmó él—, pero no sabía cómo. Todavía no sé cómo se supone que
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 9. La última voluntad del señor MontalbánJavier asintió mientras procuraba olvidar aquel papel en el bolsillo de su pantalón, y el resto de la noche fue amable y ligera, aunque breve, o al menos eso le pareció a Ximena, porque para las diez él se despidió con la mayor cortesía.—Mañana va a ser un día difícil —murmuró—. Todavía tenemos que encontrar a la familia del chico, ni siquiera sabemos cómo se llama, está en esas primeras horas de desintoxicación y no dice dos palabras coherentes.—Espero que tengan suerte con eso —se despidió Ximena y Javier le hizo un cariño a Zeus, encargándole que la cuidara antes de irse. Y apenas su camioneta se perdió por el camino, inmediatamente ella cerró la puerta y se dejó caer en la primera silla que tenía cerca, como si aquellas últimas dos horas tuvieran el poder para aplastarla. ¿Qué demonios tenía aquel hombre que aun sin proponérselo, aun después de diez años, seguía siendo como un norte al que estuviera destinada