DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 5. El directorLas palabras “Clínica de Rehabilitación” dejaron a Ximena incluso más impactada de lo que ya estaba, porque no podía creer que de verdad estuviera escuchando aquello.—Bueno, para ser justos, todavía nos falta mucho para que esto desarrolle todo su potencial, pero vamos poco a poco, teniendo en cuenta que solo estamos funcionando desde hace tres años... —añadió él haciéndole un gesto.La mansión de los Leal era grande y espaciosa, y la habían habilitado para conseguir más habitaciones funcionales; pero ahora Ximena entendía eso de que “la cocina estaba cerrada”.La biblioteca había sido dividida en dos para dar espacio a las sesiones individuales de los psicólogos, un par de salones se habían convertido en la sede de las sesiones grupales, y el resto de la mansión se dividía en salas de descanso o de lectura, estudios de artesanías o pintura, o toda clase de actividades que pudieran llamar la atención de los pacientes.—Para los más inquieto
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 6. Una cenaXimena sintió que como si se estuviera ahogando con su propia lengua. Ver a Javier hacer algo como aquello se sentía de ciencia ficción, ¿en qué momento había aprendido de inmovilizaciones o...?—Yo me ocupo —sentenció el médico y solo un instante después un par de enfermeros se llevaban al chico en una camilla dentro de la mansión.—Estás... ¿estás sangrando? —murmuró Ximena acercándose y él se limpió el antebrazo, mostrándole que solo era un raspón ligero.—Seguro alguna piedra que había entre el césped. No te preocupes, alguna de las muchachas me venda en un rato —respondió Javier mirando alrededor y recogiendo una cartera donde solo venían unos pocos dólares—. Ahora tengo que comunicarme con la policía y dar parte de esto, el chico viene sin identificación y necesitamos su historial médico lo más pronto posible.—Claro, claro... —Ximena parecía totalmente descolocada, como si no supiera a dónde dirigirse pero evidentemente lo último que qu
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 7. El elefante en la habitaciónY no mentía. Javier podía culpar al hambre o a los nervios todo lo que quisiera, pero aquellas eran realmente las mejores hamburguesas que se había comido en su vida.—¡Por Dios, podría comerme esto toda la vida, tres veces al día! —exclamó cerrando los ojos y mirando al cielo después del último bocado, aunque era obvio que aquello no tenía ni un solo asomo de insinuación, Ximena no pudo evitar contener al aliento porque aquella expresión satisfecha del hombre frente a ella era simplemente demasiado sexy—. ¡Acabas de arruinar mis cuadritos esta semana! —rio tocando su abdomen y como si quisiera terminar de rematarlo, ella le señaló la cajita de postres que él mismo había llevado.—¡Es tiramisú! ¡Ni modo, tenemos que sacrificarnos! —sentenció ella porque parecía que ese seguía siendo el dulce favorito de los dos.Ni siquiera se molestaron en dividirlo, simplemente se sentaron cada uno con una cuchara y exhalaron un par de sus
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 8. PerdónJavier dejó que simplemente lo interiorizara y para eso necesitaba tiempo, así que dejó aquel papel en sus manos y recogió todo lo que había sobre la mesa, metiendo los platos al lavavajillas y ordenando lo que podía, mientras Ximena entendía que su nombre sin tachar significaba que la consideraba la enmienda que todavía no había hecho, el perdón que todavía no había pedido.Así que para el momento en que se dio la vuelta, él solo estaba apoyado en la encimera y se secaba las manos lentamente.—Tienes razón, es un proceso. Y parte de ese proceso es buscar la paz con otras personas y con uno mismo, pedir perdón, ofrecer disculpas... —Javier respiró hondo antes de atreverse a mirarla a los ojos—. Es algo que hice hace mucho tiempo, conseguir estar en paz con todos y conmigo... excepto por ti. —Podrías haberme buscado —murmuró ella levantándose para acercarse.—Podría haberlo hecho —confirmó él—, pero no sabía cómo. Todavía no sé cómo se supone que
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 9. La última voluntad del señor MontalbánJavier asintió mientras procuraba olvidar aquel papel en el bolsillo de su pantalón, y el resto de la noche fue amable y ligera, aunque breve, o al menos eso le pareció a Ximena, porque para las diez él se despidió con la mayor cortesía.—Mañana va a ser un día difícil —murmuró—. Todavía tenemos que encontrar a la familia del chico, ni siquiera sabemos cómo se llama, está en esas primeras horas de desintoxicación y no dice dos palabras coherentes.—Espero que tengan suerte con eso —se despidió Ximena y Javier le hizo un cariño a Zeus, encargándole que la cuidara antes de irse. Y apenas su camioneta se perdió por el camino, inmediatamente ella cerró la puerta y se dejó caer en la primera silla que tenía cerca, como si aquellas últimas dos horas tuvieran el poder para aplastarla. ¿Qué demonios tenía aquel hombre que aun sin proponérselo, aun después de diez años, seguía siendo como un norte al que estuviera destinada
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 10. Una encrucijadaNo sabía cómo encajar aquello, de verdad no sabía.—Pero... ¿no acabas de decir necesitabas la casa para ti y para tus dos hijos? —la increpó Ximena confundida.—¡Pues sí pero no para vivir aquí! ¡Para venderla! ¡Pero por supuesto que para venderla y comprarme algo en Barcelona con mis padres! ¡O al menos dar un adelanto para algo porque es obvio que el casucho de los abuelos no debe valer mucho! —replicó su prima y Ximena sintió que la sangre se le encendía en las venas.—¡¿Pero no acabas de leer lo que puso el abuelo en su testamento?! ¡Es la casa familiar de los Montalbán! ¡Tu padre y el mío nacieron y crecieron ahí! ¡¿Cómo se te ocurre que la vamos a vender?! —exclamó con frustración y el gesto de desprecio en la expresión de su prima la hizo querer golpearla. —¡Ay por favor, solo es una casa, cuatro paredes y un techo! ¡Da lo mismo ese que cualquier otro! ¡Así que te agradezco que me la dejes, solo vamos a hacer los papeles y...!
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 11. Rememorando viejos tiemposJavier subió hasta el porche, sentándose frente a la muchacha y envolviendo las piernas de Ximena con las suyas mientras Zeus apoyaba la cabeza sobre los dos. Alcanzó la botella de vino y se sirvió en la otra copa, porque era evidente que ella lo había estado esperando.—Dispara —le dijo y Ximena encontró frente a ella a un hombre con la mayor disposición para escuchar.—Mi abuelo me dejó la villa del pueblo, la casa familiar —murmuró y Javier hizo una mueca porque ya había escuchado los rumores en el pueblo de que el testamento del señor Montalbán traería problemas en su familia.—¡Auch! Adivino que no es buena idea felicitarte ahora mismo —murmuró.—Teniendo en cuenta que cualquiera de mi familia que no sean mis padres me quiere linchar, no. Sería más recomendable contratarme a un guardaespaldas que felicitarme —suspiró ella dejando caer la cabeza atrás contra una de las columnas del portal—. El problema es que la casa no v
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 12. Me impresiona que te quieres aprovechar de mí Sobra decir que Ximena sabía tan poco de autos como tanto de arquitectura, pero estaba convencida de que Javier sí sabía, lo mismo de autos que de motos, porque de lo contrario no tendría aquella cara de niño embelesado por un juguete nuevo.—¿Qué? ¿Qué tengo? —preguntó mirando al cacharro que parecía a punto de caerse a pedazos.—Ximena... —Javier sintió que se inflaba de la emoción—. Esto es un BMW 507, tiene un motor V8 de 3.2 litros, y fue el auto más bonito de su época, pero se fabricaron solo poco más de doscientas unidades...—¿Entonces es un clásico o algo así? —se entusiasmó la muchacha.—¿Un clásico? ¡No, muñeca, esto puede llegar a valer cientos de miles...! cuando lo restaures, por supuesto.—¡Ah! —Ximena hizo un puchero de desaliento viendo los parachoques oxidados—. Y adivino que restaurarlo no será barato, ni rápido. ¡Demonios!Y estaba a punto de ponerse a lloriquear como niña chiquita (por